No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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Del colecho a la cama de mayores: dejar la cama de mamá ha sido muy fácil

Desde que Sara nació, hemos compartido cama y habitación. En España, esta situación se conoce como colecho y aunque muchas personas no lo admiten, dormir con los hijos es más frecuente de lo que parece.

Sus primeras semanas de vida las pasó en mi cama, calentita, vigilada, donde tenía acceso al pecho cada vez que quería, lugar privilegiado para controlar su respiración y evitar sustos enormes, como el que nos llevamos una de las primeras noches que pasamos en casa, cuando se atragantó mientras dormíamos y gracias a estar tumbada a mi lado, pude notar cómo se agitaba y pataleaba y conseguí que expulsase una bola enorme de flemas y leche que tenía alojada en la garganta y que había hecho que se pusiese cianótica. Después de ese susto, supe que íbamos a dormir juntas mucho tiempo.

Los primeros meses trascurrieron así. Cuando creció un poco y se movía mucho, puse la cuna pegada a la cama, sin barandilla, de modo que podía rodar y pasar de un lado a otro sin problema. Incluso algunas noches era yo la que la “empujaba” suavemente a su lado del colchón. Cuando la cuna empezó a quedarse pequeña, moví mi cama a un lado y puse una cama pequeña pegada a la mía, con el cochón a ras de mi colchón. Y así hemos dormido hasta ahora.

Con los años, ambas nos hemos acostumbrado a dormir juntas. El problema no estaba tanto en compartir cama, como en lo que a acostarse se refiere.

Nunca la he “enseñado” a dormir sola. Simplemente, se quedaba dormida. Desde que nació, la teta era su forma de dormir, mamaba, se dormía, la soltaba en la cama y listo.

Hasta que tuvo 18 meses, me incorporé de la excedencia y ella empezó la guardería. Entonces empezaron los horarios y los problemas. Necesitaba instaurar una rutina de sueño, para poder despertarla por la mañana sin mucho problema. Al principio, me iba a mi cama con ella, le daba el pecho y me quedaba allí tumbada, leyendo, hasta que se quedaba dormida. Pero había veces que ese proceso duraba más de media hora y me resultaba un poco desesperante, me parecía una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta la cantidad de cosas que me quedaban por hacer y, sobre todo, que tenía a un niño más grande esperándome fuera para hacer alguna cosa los dos juntos antes de irse a la cama.

Y encontré la solución que nos venía bien a los 3, de momento. Como a Lucas y a mí nos gustaba tener nuestro momento a solas para ver alguna peli juntos, lo que hacía es que le daba el pecho a Sara en el sofá del salón y mientras ella iba cogiendo el sueño, Lucas y yo aprovechábamos para nuestras cosas. Pero cada vez es más grande y pesa más, y la tarea de llevarla a la cama dormida desde el sofá empezaba a resultar peligrosa para mi espalda.

Cuando por motivos de trabajo me tocaba (y me sigue tocando) dejarla a dormir en casa de los abuelos o de la tía, al principio me tumbaba con ella en la cama hasta que cogía el sueño y después me iba. Pero poco a poco, empecé a dejarla despierta en la cama y me iba. Y oye, que no había ningún problema, que en casa de los abuelos y de la tía, se dormía sola. Pero en casa era otro cantar.

Ya podréis imaginar la cantidad de comentarios que he tenido que escuchar en estos 5 años sobre el sueño de mi hija, lo mal que lo estaba haciendo, que nunca la iba a sacar de mi cama, que iba a dormir conmigo hasta que tuviera novio…comentarios a los que yo, evidentemente, hacía oídos sordos.

Pero últimamente, las noches se estaban convirtiendo en una tortura. Desde hacía algunos meses ya no usaba su cama pequeña, simplemente dormía en la mía, lo más cerca posible de mí y yo en una esquina de una cama de 1,50 metros. Además, roncaba y mucho (tema del que ya os hablaré en cuanto pueda). Tampoco paraba de moverse de lado a lado, con lo que me pasaba las noches despertándome por sus patadas y sus ronquidos.

Siempre he defendido el colecho, compartir la cama con mis hijos me ha aportado muchos beneficios y estoy segura que a ellos también. Nunca me he planteado obligar a Sara a dormir de otro modo. Pero ya hacía tiempo que yo no descansaba muy bien. Además, varias noches al mes, por motivos de logística, mi sobrina tenía que dormir en casa con nosotros y aquello sí que era una fiesta. Mi sobrina en la cama pequeña de Sara y Sara y yo en mi cama, las tres juntas en la habitación, despertares de una, ronquidos de la otra…Entonces, decidí plantearle a Sara el tema de dormir sola en su habitación.

En el mes de febrero empecé a hablar con ella, sobre que estaba a punto de cumplir 5 años y quizás sería un buen momento para montarle una habitación para ella. Lo primero que me pidió fue que su cama tuviera cama abajo, para dormir con la prima. Y lo otro que me pidió fue poder elegir su cama. Así que dicho y hecho, nos fuimos de compras a una conocida tienda de muebles. Entre las dos elegimos la cama, colchones, edredones y demás muebles para la habitación. Hablábamos cada día del tema, de lo mayor que iba a ser, de lo chula que iba a quedar su habitación….

Colecho

Montamos la habitación y todos sus accesorios. Varias lámparas de luz nocturna, a petición de Sara. Y llegó la primera noche tras el cumpleaños, la noche en que dormiría sola por primera vez, la noche de una niña mayor, como a ella le gustaba llamarla.

¿Queréis saber la verdad? Me esperaba algo peor, traumático, con llantos y quejidos… Desde luego, mi intención era tener mucha paciencia, ofrecerle mi habitación para lo que necesitase y desde luego, no obligarla a nada. Pero llegó esa noche y la emoción se sentía en el ambiente. Le puse le pijama, encendimos las luces quitamiedos, la metí en la cama, le leí un cuento, le di varios besos, le dije lo mayor que era y me fui…hasta el día siguiente. No hubo llantos, no hubo traumas, no hubo nada. Simplemente, ella se ha ido a dormir sola a su habitación cuando las dos nos hemos sentido preparadas para ello. Bueno, creo que ella estaba más preparada que yo, porque esa primera noche yo no podía dormir, con la oreja pendiente por si sentía algún ruido, preparada para saltar cual resorte de la cama al primer inconveniente. Pero no lo hubo. Y no lo ha habido en este par de semanas que llevamos durmiendo separadas.

Alguna noche me ha llamado porque se ha despertado por una pesadilla, he ido, la he calmado y se ha vuelto a dormir sola sin problema. Incluso una mañana me comentó que se había levantado ella sola al baño en mitad de la noche a hacer pis, muy despacito, ¡para no molestarme! Ya ha compartido su habitación con la prima e incluso con su hermano, al que invitó a dormir una noche en la cama de abajo.

Ella se siente muy mayor. Tiene su propia habitación, con la cama llena de muñecos (en mi habitación no podía tener tantos). Ahora tiene todo a mano, estanterías para tener todo ordenado, una mesa con silla en la que pasarse horas haciendo dibujos…Cuando viene alguien a casa, lo primero que hace es llevarle corriendo a su habitación para enseñarle su cama nueva.Colecho (2)

He dormido con mi hija 5 años. Y no tiene ningún trauma por ello. Muy al contrario, creo que es una niña muy segura de sí misma y me lo ha demostrado con el cambio. No ha tenido ningún problema para dormir sola cuando ha estado lista. Simplemente, mi pequeña se hace mayor. Colechar con los hijos aporta a todos los miembros de la familia muchos beneficios. Pero no debemos asustarnos, los niños no van a dormir con nosotros para siempre, simplemente, un día se van y nuestra cama se quedará vacía. Aunque confieso que ya me he acostumbrado a dormir del tirón sin ella y sin estar pendiente de los ruidos, sigo durmiendo en mi esquina de costumbre, con el resto de la cama vacía.

¿Me cuentas cuánto tiempo has dormido con tus hijos y cómo se fueron a su propia cama?

Balance tras cuatro años de colecho

Siguiendo con los balances después de cumplir cuatro años, en esta ocasión hablaré de cómo ha sido para nosotras colechar o compartir la cama.

Sinceramente, como todo en esto de la maternidad, hasta que no estás inmersa en ella no sabes muy bien cómo vas a reaccionar. Con Lucas compartí cama para facilitar la lactancia, sin saber que eso recibía un nombre. Después, durante 2 años no nos quedó más remedio que compartir habitación con los colchones juntos y así, dormimos muy bien. Cuando nos fuimos a vivir los dos solos, pusimos su habitación a su gusto y empezó a dormir allí solo, aunque durante bastante tiempo necesitaba que yo me tumbase con él hasta quedarse dormido. Y bastante tiempo fue hasta los 10 años más o menos, hasta que nació Sara, momento en el que el tiempo no me daba para eso. Nunca hubo problema, él fue capaz de dormir en casa de abuelos y de primos sin problema.

Y llegó Sara y apañamos la antigua cuna de Lucas para que durmiera allí. Pero también compramos un cojín antivuelco, no tanto para que ella no se moviese, sino para que estuviese protegida entre dos cojines y nosotros no pudiésemos aplastarla. Y la metimos en la cama, entre los dos. Y así dormíamos tan a gusto, sobre todo los primeros meses de lactancia continua, que no la sacamos.

Colechar es sencillo y agradable y hermoso. Sólo hay que seguir unas normas básicas de seguridad, que puedes leer aquí. Y luego, no hay más que disfrutar.

En estos 4 años de compartir cama, nos han sucedido muchas cosas. Cuando Sara tenía menos de una semana, colechar con ella le salvó la vida. Se atragantó con una flema, una bola amarilla y pegajosa de moco amarillo, imagino que mezclado con calostro y líquido amniótico. Ella no podía respirar y de no haber dormido juntas, habría muerto. Es muy duro y horrible decirlo,  pero es la verdad. Como no podía respirar ni articular sonido, la pobre empezó a dar paratas y a bracear. Y por suerte, sus movimientos me golpearon y me despertaron. Y la encontré cianótica, de un horroroso color violáceo, con los ojos llenos de terror, la boca abierta en un rictus intentando coger aire y los brazos agitándose descontroladamente. Fue una suerte que sucediese así. Mi instinto me hizo cogerla, tumbarla boca abajo en mi brazo y golpearle la espalda con su cabeza mucho más baja que el resto del cuerpo. Los golpes y la fuerza de la gravedad hicieron el resto. Y esa bola asesina, enorme y asquerosa salió despedida y Sara respiró y recuperó el color y no dejó de llorar en muchísimo rato y yo empecé a temblar de miedo. Aún hoy lo recuerdo y se me pone la piel de gallina y se me llenan los ojos de lágrimas. La pediatra me dijo la suerte que habíamos tenido… Desde ese momento, compartir cama con nuestra hija era la única opción posible.

pixabay

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El colecho nos ha facilitado mucho la lactancia. Mamar casi dormida hacía que ninguna de las dos nos despertásemos, o lo hiciésemos por breves periodos de tiempo. También puedes leer sobre mi experiencia con el colecho y la lactancia.

No siempre ha sido fácil, no nos engañemos. Hemos tenido épocas muy duras, en las que tenía que estar con ella en la cama en contacto continuo, no me podía mover porque se despertaba y Lucas también me necesitaba. Hemos tenido épocas en las que tardaba más de una hora en conciliar el sueño y yo me desesperaba con tanto tiempo perdido. Y también hemos tenido épocas en las que se movía muchísimo y se pasaba la noche dándome patadas y tortazos. La verdad, no es muy agradable estar durmiendo y que te despierte un bofetón. Pero bueno, todas han sido rachas pasajeras y superables.

A día de hoy, seguimos durmiendo juntas. Puse una cama pequeña al lado de la mía. Sigue necesitando dormirse conmigo, así que solucionamos el problema de tiempo con ella y tiempo con Lucas con un apaño. A las 9 en punto llega la hora de dormir. Hago el sofá más grande y ella se tumba a mi lado, mientras yo la abrazo y ella me mira fijamente. Lucas y yo tenemos nuestro momento madre-hijo y nos ponemos alguna película que nos guste. Sara se queda dormida enseguida y cuando está profundamente relajada, la llevo a su camita. La mitad de las noches duerme allí; la otra mitad rueda y se pasa a mi cama a media noche, me toca, le doy un beso, nos damos la mano y volvemos a dormir.

Me encanta dormir con ella. Me encanta abrir los ojos y verla descansar. Me gusta cuando se despierta, ve que estamos juntas y una sonrisa ilumina su cara mientras sus ojos se cierran tranquilos y seguros.

A todos nos gusta dormir acompañados. Si de mayores es normal tener pareja y compartir la cama con ella, ¿Por qué no vemos normal compartir la cama con nuestros hijos, que son lo que más queremos del mundo? Ya tendrán tiempo de dormir solos, ya pedirán su espacio. Desgraciadamente, crecen muy deprisa, me doy cuenta cada día cuando veo a Lucas, así que aprovechemos todo el tiempo que podamos con nuestros hijos, incluso si ese tiempo es por la noche.

Siestas versus acostarse temprano

Hasta hace muy poco tiempo, Sara dormía la siesta todos los días, ella lo necesitaba y no las rechazaba. Es más, hasta me costaba trabajo despertarla muchas veces. El problema llegaba en la noche, que le costaba mucho quedarse dormida. Los fines de semana y durante las vacaciones me daba un poco lo mismo, pues por las mañanas no había prisa por levantarse. Pero los días que teníamos que madrugar me preocupaba mucho que no durmiese lo suficiente por la noche. Así que empecé a acortarle las siestas, pero nada, que conciliar el sueño por las noches seguía siendo complicado y nos daban las 10 intentando dormir.

También hasta hace poco, dormir la siesta era más sencillo que ahora. Cuando estaba en la guardería yo tenía reducción de jornada, así que a la 1 la recogía y antes de las 2 de la tarde ya habíamos comido y estábamos casi metidas en la cama.

Pero con los nuevos horarios de trabajo y con el nuevo horario de colegio, la cosa se complica bastante.

Hay días en los que salgo a las 3 de trabajar y la recogen mis padres del cole. Como come en casa de los abuelos, no le echan la siesta, pues quiere quedarse despierta a esperar a que llegue. Y acostarla a las 3 y media me parece muy tarde, teniendo en cuenta que a las 9 de la noche me gusta acostarla. Así que esos días no hay siesta.

Los martes y los jueves Sara va a clases de baile. ¡Le encanta! El caso es que la clase empieza a las 4.15, y como sale a las 2 de clase, entre que llegamos y comemos, ya no le da tiempo a dormir un rato para poder llegar a clase después.

Vamos, que por unas cosas u otras, varios días a la semana pierde la siesta. La ventaja que le veo es que cenamos muy temprano y antes de las 9 ya está durmiendo, pone la cabeza en mi brazo y en menos de dos minutos ya ha caído. La desventaja es que hasta que llega la hora de la cena, las tardes se hacen pesadas. A media tarde empieza a acusar el cansancio, está más irascible, se enfada por todo, llora muchísimo, no quiere que le consuele, ya no sabe a qué jugar, si estamos en la calle se enfada con todos los niños, vamos, que muchas tardes son complicadas. Si tenemos una tarde entretenida, generalmente la pasa bien. Pero si tenemos una tarde tranquila, de estar en casa, lo pasa bastante mal cuando no está distraída.

Una noche tan cansada que no puede llegar ni a la cama

Una noche tan cansada que no puede llegar ni a la cama

Luego están los días en que yo no trabajo y ella no tiene baile, que comemos juntas prontito cuando sale del cole y nos podemos echar un rato. Esos días ella se duerme la siesta rápido y luego me cuesta despertarla. Intento que no duerma más de 1 hora, pero al final siempre es más tiempo porque no se quiere despertar. Y encima se despierta de mal humor, porque quería seguir durmiendo y el enfado le dura un rato. El problema está cuando llega la noche, a las 9 de la noche no quiere dormirse. Y no es que la pobre no lo intente, es que no lo consigue. Se tumba y se pone a dar vueltas. O se queda muy quieta pero con los ojos abiertos mirando al techo. Yo esos días me pongo muy nerviosa, porque veo cómo se va pasando el tiempo y pienso en que va a dormir poco esa noche. También me pongo nerviosa porque Lucas quiere nuestro ratito de mayores y yo estoy con Sara intentando que se duerma.

No paro de darle vueltas al asunto. Creo que la siesta es importante en los niños pequeños, sobre todo cuando se despiertan temprano para ir al colegio. Descansar un rato a media tarde te hace afrontar el resto del día con más energía. Yo soy la primera que si puedo me meto en la cama a dormir, y si no, me tumbo en el sofá y cierro los ojos un ratito. Pero también creo que es importante que el descanso nocturno sea satisfactorio y si se duermen tarde, restamos calidad al sueño.

No sé muy bien que hacer, ¿siesta sí y dormirse más tarde de noche? o ¿siesta no, estar cansada por la tarde y dormirse inmediatamente de noche? ¿Qué opinas?

Educación infantil o cómo obligar a nuestros hijos a crecer

Pues sí, ya llegó la etapa de escolarización de Sara. Ya está en el cole de los mayores. Ella está feliz, pues como todos los niños, la sensación de crecer y hacerse mayores es todo un logro para ellos. Aunque yo le sigo diciendo que no quiero que corra tanto y que se quede pequeña, no me hace caso.

En España la escolarización no es obligatoria hasta los 6 años. La educación infantil comprende de los 3 a los 6 años, tres cursos que “no son obligatorios”, pero que es como si lo fueran, pues es cuando los colegios ofrecen todas las plazas. Intentar escolarizar a los niños cuando tienen 6 años, en 1º de primaria, es misión casi imposible si quieres llevarlo a un colegio determinado. No lo dejarán en la calle, pero no habrá plazas para ningún colegio aceptable y la comisión de escolarización lo mandará al que no quiera nadie y tenga plazas disponibles. Vamos, que con 3 años los niños tienen que empezar el cole de mayores, nos guste o no.

Y empezar el cole implica enfrentarse a muchos cambios, a muchos de los cuales no están preparados.

Siempre he abogado por el respeto a los niños. Y sobre todo, por el respeto a sus tiempos y a sus necesidades. Cada niño debe llevar su propio proceso madurativo. Hay niños que andan antes y otros andan después, pero todos acaban haciéndolo. Lo mismo pasa con sentarse, dormir solos o dejar la teta, antes o después, si les dejamos, todos lo harán.

¿Qué pasa entonces con el colegio, que está lleno de normas? Pues que obligamos a nuestros hijos a hacer cosas para las que puede que no estén preparados.

Una de las primeras cosas es dejar el pañal. Los niños dejan el pañal entre los 2 y los 3 años. Los que lo hacen antes no es por proceso madurativo, es porque los padres les han “obligado” y les han condicionado para que lo haga. Lo ideal es respetar sus tiempos, no forzarles y esperar a que estén preparados. Quitarles el pañal cuando aún no ha llegado su momento implica muchos accidentes, muchas horas de niños sentados en el orinal sin necesidad, muchas lavadoras, mucho tiempo preguntado “¿quieres hacer pis?” e incluso en algunos niños, implica pánico al momento y estreñimiento forzoso. Las prisas por obligar a nuestros hijos a dejar el pañal no son buenas. Hay que esperar a que estén preparados para ello, de esa manera resulta mucho más fácil para todos y nada traumático. Pero claro, para entrar en el cole de mayores, los niños tienen que tener control de esfínteres. Todos. Da lo mismo si es un niño nacido en enero que si es uno nacido en Diciembre. Da igual si cuando entran al cole tienen 3 años y mucho o si tienen 2 años y pico.

Y no todo queda en el pañal. Entrar al colegio de mayores está lleno de normas. Me dieron esta hoja para rellenar y devolver con los logros de Sara. Me chocaron bastante algunas de las preguntas.normas absurdas para el colegio

¿Qué importa si va andando a los sitios o no? Pues aunque yo no le veo lógica, parece que para ir al cole de mayores es muy importante. ¡A una mamá le dijeron que el niño tenía que ir andando al colegio, que no le podía llevar en la silla de paseo! Vale que no pueda dejar la silla en el patio  ¿pero qué importancia tiene si llega al coche andando o en silla? ¿Y si va en coche? A otra mamá, en una entrevista personal, le preguntaron si aún tomaba biberón. Al decirle que su hijo tomaba biberón para desayunar, le dieron una charla moralista. Pero vamos a ver, lo importante es que los niños vayan desayunados al colegio, ¿tiene tanta importancia si el niño toma leche y pan tostado, teta o un biberón de cereales? ¿Acaso son diferentes por lo que hayan desayunado en casa? Vale que en clase a media mañana no se lleven un biberón, pero lo que haga cada uno en su casa da lo mismo. Vamos, que si me llegan a preguntar a mí y les digo que Sara toma teta, nos expulsan del colegio. Y así un montón de cosas, que creo que no tienen que ver con la educación y la enseñanza. A esta misma mamá le dijeron que tenía que quitarle el pañal de la noche ya. Joder jolines, ¡como si por dormir con pañal fuese a tener un problema para relacionarse en clase! Antes o después, los niños dejan el pañal, el chupete, el biberón y la teta y hasta dejan de pedir brazos. ¿Por qué nos empeñamos, o más bien se empeñan, en hacer que esas cosas ocurran tan pronto?

Nos dieron un librito informativo en mi colegio sobre la incorporación del niño a la etapa de educación infantil.  Ya veo que en todos los colegios se rigen por las mismas tonterías. Leo perlas como estas: “niños caprichosos que quieren imponer sus deseos” Vaya, poniendo etiquetas a los niños desde el principio; “algunos niños todavía van en carrito a la escuela” si van en coche no hay problema; “continúan usando chupete y biberón en casa” que digo yo que lo que haga en mi casa será cosa nuestra; “hay niños que no tienen adquiridas unas rutinas básicas de alimentación, sueño…” Mi hija no va al colegio a comer (hay niños que se quedan en el comedor y ya “aprenderán” a comer lo que allí les pongan) ni mi hija va al colegio a dormir. Si se duerme cada noche con mi teta y compartimos cama, ¿qué mal hace en el colegio? “debe dormir sin problema, si llama la atención, ignorarle para que no se repita; tres días de firmeza…”  Bueno, con el tema del sueño y de dormir me suelen tocar mucho las narices. Qué manía con que los niños deben dormir solos, y tenemos que “enseñarles” y ser duros y firmes. ¿Acaso a los adultos no nos gusta dormir acompañados? Mi hija ya dormirá sola cuando se sienta preparada. Y ya no os cuento las orientaciones para un programa de entrenamiento en el control de esfínteres porque parece que los niños estén en el ejército.

Los padres tenemos una importante labor en la educación de nuestros hijos, una labor conjunta con la escuela, somos su pilar fundamental.  Tenemos que educarles en valores, en respeto, en educación, tenemos que poner normas. Van a compartir el aula con más niños y una profesora que se enseñará mediante el juego la mayor parte de la mañana. Soy la primera en defender eso. Pero las cosas que no influyen para el comportamiento en el colegio ni para el desarrollo del niño, deberían quedar en cada casa, en manos de cada familia. No intentar forzar a los niños a hacer cosas para las que muchos no están preparados.

Colecho y Lactancia: siguiendo el instinto materno

Cuando llegamos a casa con un bebé recién nacido, un bebé que toma teta a demanda, de verdad, sin horarios, sin restricciones, nos encontramos con que las noches pueden llegar a ser muy largas.

Los recién nacidos tienen estómagos muy pequeños y la leche materna se digiere muy rápidamente, lo que explica que necesiten mamar cada poco rato. También nos encontramos con que el sueño de los bebés es muy inmaduro, se despiertan multitud de veces por las noches y por lo general, no saben volver a dormirse solos y necesitan mamar para calmar su hambre, su sed, su necesidad de contacto. Biológicamente hablando, la lactancia nocturna aumenta los niveles de prolactina en sangre, la principal hormona responsable de la lactancia, de modo que las tomas nocturnas aseguran una correcta producción de leche durante el día, motivo por el cual, las tomas nocturnas son tan importantes.

Las primeras noches cuando nació Sara fueron duras, se despertaba cada 2-3 horas, se pasaba mamando más de media hora y solía hacer caca casi después de cada toma, lo que me dejaba muy poco tiempo para dormir antes del siguiente despertar. Aunque Jose se encargaba del cambio de pañal, el tiempo para dormir era escaso. Pero yo ya tenía experiencia previa, ya sabía que esto iba a ser así, no me pilló desprevenida.

Lo sabía por mi primer hijo, Lucas. Hace 13 años tenía la cuna puesta al lado de mi cama. Se despertaba, le tomaba entre mis brazos para darle la teta, me sentaba y me pasaba mucho rato esperando a que terminase para cambiarle el pañal y volver a dejarle en su cuna. La mayoría de las veces, no conseguía soltarle, porque se despertaba y vuelta a empezar. Y otras veces, muchas, el sueño podía conmigo y mientras le estaba alimentando, mis ojos se cerraban y yo saltaba como un resorte, por el miedo a dormirme y que se me cayera de los brazos. Era un peligro. No dormía nada, estaba hecha polvo, deseaba que mi madre o mi hermana vinieran de visita para que se quedasen con el niño y poder echar una cabezada.

Tan cansada como estaba y con el miedo a dormirme, llegué a plantearme hasta dejar la lactancia, empezar a darle biberones a ver si dormía más horas del tirón. Ya sabéis, por entonces, las malas lenguas me dijeron en varias ocasiones que seguramente mi leche no le alimentara y por eso se despertaba tantas veces… Pero no llegué a hacerlo, menos mal. Porque sucedió algo que cambió mi punto de vista.

Una de esas noches, en vez de levantarme para darle el pecho y pasar otra larga noche sentada apoyada en el cabecero, decidí probar a darle el pecho tumbada, me metí a Lucas en la cama, me puse cómoda, de modo que no hubiera peligro de que se me cayera y…….me quedé dormida. Así, sin planearlo. Mientras Lucas tomaba el pecho yo me dormí y él también. Recuerdo despertarme un poco confusa, sin saber qué hora era, si Lucas ya habría mamado. Me di cuenta que estaba plácidamente dormido y no me atreví a pasarlo a su cuna, así que con más miedo que otra cosa, cerré los ojos y seguí durmiendo. De esa forma, sin saber nada del tema, sólo siguiendo mi instinto, descubrí el colecho hace 13 años.

Cuando Sara nació, ya teníamos claro que iba a compartir cama con nosotros. Incluso le compramos un cojín antivuelco, no tanto para evitar que se moviera, lógicamente un bebé de sólo días no se va a dar la vuelta, sino para evitar que ninguno de los dos la pudiese aplastar durante la noche. Pero el instinto materno/paterno nos hace estar alertas por la noche y ninguno de los dos nos movíamos prácticamente del sitio mientras dormíamos. Con los múltiples despertares de Sara, los primeros días fueron duros pero enseguida me adapté y aprendí a quedarme dormida mientras ella mamaba. Y así descansábamos los tres. ¡Incluso alguna vez se hizo caca después de mamar y no nos enteramos ninguno! Pobre mía.

Dormir con el bebé facilita la lactancia y el descaso materno. Dormir con el bebé soluciona los problemas de sueño. Para aquellos padres que no quieran dormir con el bebé en la misma cama, existen las cunas de colecho, cunas a las que se les quita una de las barandillas y se sujetan a la cama del adulto, a la misma altura, de modo que una vez el bebé ha mamado y se ha dormido, con un suave movimiento podemos “empujarlo” a su cuna y seguir durmiendo.cuna-de-colecho

Sobre el colecho hay partidarios y detractores. Muchos de los detractores argumentan que dormir con el bebé puede no resultar seguro. Hay unas normas básicas de seguridad para compartir cama con el bebé. Pero como madre que ha hecho las dos cosas, dormir sin bebé y con bebé, creo que levantarte en mitad de la noche para dar el pecho a tu bebé, un montón de veces por la noche y permanecer despierta en cada toma, sí que es un riesgo. Un riesgo a quedarse dormida sentada con el bebé en brazos y que se caiga. Un riesgo a quedarse dormida en un sofá con el bebé, donde hay cojines y zonas blandas que sí son peligrosas. Un riesgo a dejar la lactancia por el cansancio extremo que supone la falta de sueño. Un riesgo a poner en práctica métodos conductistas para enseñar a dormir al bebé.

La naturaleza nos ha hecho mamíferos. La naturaleza hace que los bebés se despierten muchas veces por la noche para asegurar su supervivencia. La naturaleza aumenta los niveles de prolactina por la noche. La naturaleza segrega oxitocina en la leche materna, la hormona del amor, que relaja a los bebés y hace que se duerman antes. Si sabemos todo esto, sabemos que es normal y seguimos a nuestro instinto materno, dormiremos todos mejor.

 

Siguen los problemas en el camino

¿No os da la sensación que a veces parece que os ronde la mala suerte? ¿Qué las cosas se complican más de la cuenta y todo sale mal? ¿No os parece que hay gente feliz que siempre tiene suerte y parece que todo te toca a ti? Pues a mí sí, eso es lo que me parece ahora mismo mi vida se complica un poco más si cabe.

Cuando Jose falleció y mi mundo entero cambió, me leí varios libros de autoayuda. En casi todos leí cosas como que cada pérdida conlleva una ganancia, o lo que es lo mismo, cuando una puerta se cierra se abre otra nueva. Pero la verdad es que en este año, ni se me ha abierto una puerta, ni perder a Jose ha supuesto ganancia ninguna. No creo que nada pueda compensar su ausencia. Y mi mundo se tambalea. Los días son como vivir en una montaña rusa, a veces subes y parece que estás mejor, más tranquila, pero de pronto vuelves a caer, sin avisar, vuelven a llegar los momentos duros y los ratos de no querer salir de la cama. Y vuelta a empezar, subidas y bajadas sin fin…

Mis hijos me ayudan, eso lo tengo clarísimo, ellos son los que suavizan las subidas y bajadas y los que empujan esta loca vagoneta. Y por ellos lo hago todo. Por ellos, y sobre todo por Sara (porque Lucas es más mayor y autosuficiente en muchos aspectos) adapté mi trabajo y mi vida.

Ya sabéis que cogí una excedencia para quedarme con Sara el mayor tiempo posible. A los 18 meses me incorporé con una reducción de jornada que me permitía llevar y recoger a Sara de la guarde, y próximamente del cole, sin que ninguno de los dos niños tuviese que quedarse a desayunar ni a comer en el colegio. Cuando Lucas era pequeño sí tuvo que hacerlo, quedarse en el cole. No me quedaba más remedio. Pero con Sara he querido y quiero evitarlo por todos los medios.

Y de pronto el jueves llega la noticia. Llevo 12 años trabajando en el mismo hospital y en el mismo servicio. Trabajo de lunes a viernes en turno fijo de mañana, y con la reducción de jornada, pues me he apañado fenomenal para lo que os decía. Pero el jueves…el jueves me comunicaron que el viernes era mi último día de trabajo en esa unidad. No soy fija, soy interina en un hospital público de la Comunidad de Madrid. Vamos, que me imaginaba que esto podía pasar en algún momento, es más, hace años que podía haber pasado, pero ahora mismo, ni siquiera me lo había planteado. Ni a estas alturas del año. Ni con estas circunstancias personales de mi vida.

Ahora estoy de vacaciones forzosas. Y en unos días empiezo a trabajar en otro sitio. No me importa el cambio de trabajo, soy enfermera y me gusta lo que hago. Pero sí me importan los nuevos horarios y el cambio que esto supone en mi vida y sobre todo en la de Sara. Ahora voy a trabajar de lunes a domingo. Ahora tengo que trabajar varias noches al mes. Ahora ya no tengo las vacaciones de verano que había solicitado en mi otro puesto de trabajo. Esto va a suponer que algunas noches tengo que dejar a mis hijos a dormir en casa de los abuelos. Sí, lo sé, no son los únicos niños que lo hacen, los niños adoran dormir con sus abuelos y van a estar con personas que los quieren muchísimo. Pero creo que yo no estoy preparada para ello.durmiendo

En estos más de 3 años que tiene Sara, sólo ha dormido dos noches separada de mí, cuando falleció Jose. Todas las noches dormimos juntas y  nos despertamos juntas para darnos muchos besitos.  Ahora tendré que llevarla a casa de los abuelos y dejarla allí a dormir. Mi sobrina, cuando mi hermana se va a trabajar por la noche, se queda triste y llorando porque no quiere que su madre se vaya… Sí, ya sé que cuando salga de trabajar iré a buscarla para terminar de vestirla y llevarla al colegio y luego podré recogerla. Pero no es lo que yo quiero, no ahora.

Ahora cuando trabaje por las mañanas, no podré seguir haciendo el horario que hacía hasta ahora. Ahora cuando trabaje por las mañanas tendré que dejar a Sara a desayunar en el cole y a comer en el cole. Sí, ya sé que muchos niños desayunan y comen en el cole, Lucas también lo hizo, pero no es lo que yo quiero, no es lo que yo había pensado, me parece tan pequeña para pasar tantas horas separadas.

Ahora ya no tengo las vacaciones de verano que había planificado. El cambio de servicio supone adaptarme a las normas de allí y al ser “la última” en llegar, pues me tengo que quedar con las vacaciones que sobran. Ahora no coincido con mi hermana para poder irnos juntas a la playa. Ahora yo estaré de vacaciones cuando los demás trabajen y trabajaré cuando los demás estén de vacaciones.

Se supone que cierro una puerta y abro una ventana. Imagino que a la larga le veré ventajas. Imagino que acabaré acomodándome. Sé que al seguir con la reducción de jornada voy a trabajar menos días al mes, pero a costa de que mi peque duerma fuera de casa y desayune y coma fuera de casa. Si Jose estuviera aquí, las noches no supondrían un problema. Si Jose estuviera aquí, los fines de semana no serían un problema. Pero como Jose no está…durmiendo

A vueltas con el colecho

Cada dos por tres leemos cosas sobre el tema de compartir cama con nuestros hijos. Yo he escrito en varias ocasiones sobre el tema, como podéis leer aquí y aquí.

Como en todos los temas de crianza, hay opiniones para todos los gustos, y todas son respetables, cada uno con sus hijos hace lo que cree mejor. Pero muchas veces, debido a malos consejos o a situaciones que se prolongan en el tiempo y que por ese motivo creemos que son las correctas, la gente no hace lo que quiere o lo que le pide el cuerpo.

Colechar o compartir la cama no es algo nuevo, al contrario, es algo que se ha hecho siempre. Pensemos en las cuevas, donde todos dormían juntos, no había cuevas separadas para los miembros de la familia. Y durante muchos años, las casas constaban de una sola estancia en la que se comía, se cocinaba y se dormía y todos los miembros de la familia compartían el mismo espacio. Es en la Edad Media, con la llegada de casas más amplias, cuando se empiezan a hacer estancias para los hijos. Y parece que por aquella época en la que el control de la natalidad no se conocía o estaba prohibido y en la que nacían más bebés de los que los padres se podían permitir alimentar, algunos padres “ahogaban” a sus hijos pequeños o los “aplastaban” accidentalmente mientras dormían, con lo que se prohibió compartir cama con los bebés.

¿Qué hay de cierto en eso? Imagino que realizar estudios al respecto debe ser complicado y hay muchísima información al respecto, información que avala dormir con los bebés como lo más seguro e información que dice lo contrario. Evidentemente, esto depende de muchos factores que habría que tener en cuenta a la hora de dar cierto tipo de información.

La lactancia materna previene el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante. Dormir con el bebé fomenta la lactancia materna. Por lo que se puede deducir que dormir con el bebé previene el SMSL

En países donde compartir cama es lo normal, los índices de SMSL son mucho menores que en países occidentales, así que parece que ese también es un factor a tener en cuenta a la hora de decidirse por esta postura.

Pero hay caso en los que colechar está contraindicado: la obesidad (no hablo de estar gordito, hablo de ser obeso); fumar; tomar drogas, alcohol o medicación que disminuya el estado de alerta; dormir en camas demasiado blandas, con cojines y objetos sueltos, con mantas y muñecos y dormir en sofás. Tomando unas pequeñas medidas de precaución, dormir con los bebés puede salvarles la vida, como conté en el otro post sobre lo que le pasó a Sara .

El otro día, una amiga de viaje por Nueva York me mandó esta foto y a raíz de publicarla en mi página de Facebook, me he decidido a escribir de nuevo sobre este tema.cartel informativo colecho

Lo primero que me llama la atención es que el cartel está en español y muestra a un bebé afroamericano. Parece que está dirigido sólo a la población hispanoparlante, lo que me molesta un poco, pues me parece discriminatorio. Aunque también tengo que decir que desconozco si al lado está el mismo cartel en inglés. Es cierto que en un país donde las tasas de obesidad son las mayores del mundo, compartir cama con el bebé puede ser más peligroso que beneficioso. Pero el dato de que cada año mueren unos 50 bebés debidos a lesiones mientras duermen es muy vago. ¿Cuántos de esos bebés murieron aplastados por sus padres? ¿Cuántos realmente murieron asfixiados por otras causas como objetos sueltos? ¿De los bebés aplastados por los padres, cuantos no cumplían las normas básicas de seguridad para compartir cama? Y voy un poco más allá, ¿Cuántos bebés se han librado de un SMSL gracias a compartir cama con los bebés?

No conozco en primera persona la cultura americana, y me consta que cada vez más mamás optan por una crianza natural, por la lactancia materna, por usar portabebés y por compartir cama con ellos. Famosas y no tan famosas salen cada día como muestra de ello. Personalmente sigo varios blogs de mamás americanas que comparten mi filosofía de crianza. Pero también creo que eso no es lo más extendido. Para ellos, lo normal o habitual es que el bebé duerma aparte, en su propia habitación desde bien pequeño. Prueba de ello son las cientos de películas que he visto en las que los bebés están solos en sus habitaciones y vigilados por un intercomunicador. Todavía no he visto ninguna película en la que compartan cama. Sí he visto por el contrario películas en las que usan portabebés o en las que hablan/muestran la lactancia materna, y siempre que lo hago capturo esas imágenes para compartirlas en mi página de Facebook. En cuanto vea por primera vez una peli americana mostrando escenas de colecho, seréis los primeros en saberlo.

Para mí, para nosotros, compartir cama ha sido lo más natural, lo más cómodo y como todo, ha evolucionado en el tiempo. Primero estaba la cuna pegada a nuestra cama, aunque no la usábamos y dormía entre los dos, con un cojín antivuelco, más que para que ella no se moviera era para sentirnos nosotros más seguros y no aplastarla. En este tema, tengo que decir que al principio, duermes tan en vilo que creo que sería imposible aplastar a tu bebé, estás en alerta. Cuando fue creciendo, el cojín dejó paso a la cuna sin barrotes pegada a la cama, donde a veces rodaba una vez dormida. Cuando la cuna se quedó pequeña, la cambié por una cama pequeña, moví mi cama más hacia la ventana para hacer sitio a la suya, y así tenemos una cama enorme… A veces se pasa la noche en su cama, a veces se mueve y se pasa a la mía y a veces se tumba casi encima de mí y yo duermo en una esquina mientras casi 2 metros de colchones están vacíos.colecho

Cada familia tiene que buscar la opción que más se adecúe a sus necesidades. Bajo mi punto de vista, dejar a los bebés solos desde el nacimiento en una habitación apartada me parece un poco desapegado, pero respeto a los padres que optan por esta opción. Aunque creo que lo más importante es tener toda la información y con ella en la mano, poder decidir. Quizás en la ciudad de Nueva York deberían hacer más hincapié en mantener hábitos de vida saludables que prevengan la obesidad que en apartar a los bebés de sus padres. Aunque mirando la parte positiva, en el cartel informativo recomiendan no compartir cama, pero sí estar cerca, por lo menos los bebés no se sentirán tan solos y lejanos de sus padres.

7 consejos para disfrutar de una excedencia por cuidado de hijos

En España, la baja maternal sólo dura 16 semanas. Semanas que en la mayoría de los casos se nos quedan cortas. Digo en la mayoría, porque hay madres que se incorporan antes al trabajo, véase a Soraya Sáez de Santamaría (por poner un ejemplo) y aunque no la comprendo ni comparto su decisión, la respeto, allá ella y todo lo que se ha perdido de su hijo. La “liberación” de la mujer y su incorporación al mercado laboral. Pero no solo las “famosas” se incorporan antes al trabajo, hay muchas mujeres que lo hacen porque si no las despiden, porque sin ellas no funciona, porque no queda más remedio, porque son autónomas y el negocio es suyo… (Repito, mierda de liberación de la mujer) Si eres de esas madres, no sigas leyendo, esto no te interesa. En cambio, si eres de las que desean quedarse más tiempo en casa con sus hijos, entonces esto sí es para ti.

Una baja de sólo 16 semanas es poquísimo para estar con nuestros bebés. Está claro que lo ideal sería tener bajas maternales más largas, como las que disfrutan en países de norte de Europa…pero mientras esto no se cambie, tendremos que aguantarnos y quedarnos con lo que hay. A estas 16 semanas, las mamás solemos unir las vacaciones anuales y acumular las horas de lactancia, con lo que podemos conseguir unos 5 meses y medio, pero sigue siendo poquísimo. La OMS recomienda lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, pero aquí tenemos que incorporarnos cuando nuestros peques tienen 4 o 5…

Esto que os voy a contar es lo que hicimos nosotros para poder estar más tiempo con Sara y no tener que dejarla al cuidado de nadie siendo tan pequeña. Son sólo unos consejos que a nosotros nos sirvieron y los comparto aquí por si a alguien le puede ayudar a alargar el tiempo de disfrute de sus hijos.

Estos consejos son para una pareja en la que los dos trabajen, si uno de ellos no trabaja, ya tiene “la suerte” de quedarse en casa con su peque. Y por supuesto, debe ser una decisión con la que estén de acuerdo los dos miembros de la pareja. En caso de familias monoparentales, imagino que será más complicado, pero también se puede lograr. Pero no es fácil, nadie dijo que lo fuera. Coger una excedencia para cuidar de los hijos puede/suele resultar un palo para la economía familiar, a no ser que tengamos la suerte de tener unos grandes sueldos… Pero la verdad, compensa, aunque pasemos una temporada un poco apretados, por lo menos a nosotros nos compensó dejar de ganar un sueldo durante una temporada y poder cuidar de Sara hasta los 18 meses.file0001755351339

Dejar de trabajar durante un tiempo supone:

  • Planificación – Normalmente nuestro deseo de ser padres es algo que suele estar meditado. Igual que hablamos de la posibilidad de tener hijos, desde ese momento podemos hablar también de la posibilidad de que uno de los miembros de la pareja deje momentáneamente su trabajo para poder cuidar de su hijo durante el tiempo que esto sea posible. Si esa posibilidad la planteamos ya desde antes del embarazo, tendremos más tiempo para prepararnos y planificarnos. Evidentemente, hay embarazos que llegan sin avisar, pero en esos casos, también tendremos tiempo de planificarnos, aunque andaremos más apretados. Para una buena planificación hay que sentarse, mirar las cuentas, el dinero que ganamos y el que gastamos, lo que podemos dejar de gastar, con cuánto dinero podríamos vivir…es cuestión de números, pero si nos esforzamos podemos hacer que las cuentas cuadren.
  • Abrir una cuenta en el banco para el bebé/ Ahorrar – Aunque nuestro bebé aún no haya nacido, tenemos que empezar a ahorrar cuanto antes mejor. Es importante tener un sitio a parte para ir guardando el dinero del bebé, si lo vamos dejando en la cuenta donde tenemos el dinero que usamos a diario, al final no veremos nada. No hace falta que sea una cuenta en el banco, puede ser una hucha grande o una cuenta a parte a nombre de los padres, para ir ahorrando poco a poco.
  • Eliminar gastos superfluos – Si lo pensamos bien, casi todos los meses tenemos gastos que podríamos ahorrarnos. Es importante sentarse y ponerse a hacer cuentas sobre los gastos que tenemos y saber dónde podemos ahorrar. Si queremos quedarnos en casa cuidando de nuestro bebé, debemos cortarnos de muchas cosas, eso tenemos que saberlo. Salir a cenar, comprarnos ropa que no necesitamos, el cine, las vacaciones. Todas esas cosas podemos empezar a ahorrarlas y el dinero que no gastemos, a la cuenta especial del bebé. Nadie dijo que fuera fácil, pero si este verano, en vez de pegarnos un pedazo de viaje, nos vamos a pasar unos días a casa de algún conocido y ahorramos las pagas extras, nuestro bebé nos lo agradecerá. También se ahorra si compartimos coche o si usamos el transporte público, todo el dinero a la cuenta.file6651242495818
  • Vender lo que no necesitemos – Las páginas de venta de segunda mano están en auge. Y en casa siempre tenemos muchas cosas guardadas que no necesitamos. Sólo hay que mirar en armarios y trasteros y ver que los tenemos llenos de cosas que hace tiempo que no usamos. Podemos usar días libres y fines de semana para hacer limpieza de cosas que no nos son útiles, veréis la cantidad de cosas que salen. Yo siempre digo que si en 1 año no lo hemos usado, por algo será. Nosotros vendimos varias cosas en webs de segunda mano. También hay tiendas que se dedican a la compra-venta, pero dan menos dinero y yo prefiero la venta online, que se saca más. Como ejemplo de cosas que vendimos: ropa en buen estado que no usábamos, pequeños electrodomésticos, un ordenador antiguo, películas de DVD, juguetes de Lucas, material deportivo…y el dinerito que sacamos por esas cosas, a la cuenta.
  • Hacer una lista de las cosas que va a necesitar el bebé – Que los bebés son mucho gasto, es algo que nos intentan vender las tiendas de productos infantiles. Pero en realidad, muchas de las cosas que nos hacen pasar por necesarias no lo son tanto. Es importante hacer listas de las cosas que vamos a necesitar y sobre todo, preguntar a mamás sobre el uso real que se le dan a algunos objetos. La lactancia materna es gratis, así que todo lo que tenga que ver con biberones, esterilizadores, calentadores…lo podemos evitar. Compartir cama también hace la cuna prescindible. Usar portabebé es más barato que llevar un carrito. La vajilla especial para niños es un gasto extra que podemos ahorrar si usan vasos y platos normales. La minicuna, la hamaca con tres velocidades, la lamparita que proyecta luces en el techo…son ejemplos de cosas que podemos ahorrarnos. Mejor informarse bien antes de comprar nada. Además de a las mamás recientes, hay muchos blogs que nos cuentan sus experiencias con cosas necesarias o innecesarias para el bebé, por ejemplo yo escribí esta entrada hace tiempo.
  • Pedir cosas de bebé prestadas- Todos conocemos a alguien que ha sido mamá hace poco y podemos pedirles que nos presten cosas. Cuantas más nos dejen, más dinero podremos ahorrar para quedarnos en casa con nuestro peque. Y si por casualidad hay alguna cosa que no nos puedan prestar, de nuevo podemos echar mano de las tiendas de segunda mano, pero en esta ocasión para comprar. La mayoría de las cosas de bebé se quedan nuevas y comprarlas de segunda mano es una magnífica opción para seguir ahorrando.
  • Pedir dinero de regalo – Ya sabemos también que cuando tenemos un hijo, familiares y amigos siempre aparecen con algún regalo debajo del brazo. La mayoría de las veces nos regalan ropa, que luego se queda nueva en los cajones. Pues en estos momentos, creo que estaría bien cambiar el chip y comunicar a la gente que queremos dinero en vez de regalos materiales. Cuando una pareja se casa, todo el mundo mete dinero en un sobre. Cuando hay bautizos y comuniones creo que mucha gente da dinero también. Pues ¿por qué no podemos pedir que nos regalen dinero para cuidar de nuestro hijo un mes más o dos o tres o lo que nos llegue? A la gente le chocará, pero si queremos, podemos avisar que hemos abierto una cuenta bebé, para que la gente haga aportaciones económicas y así comprar lo que de verdad necesitemos y si no necesitamos nada, pues para quedarnos en casa una temporada.

Puede resultar difícil e incluso algo duro en algunas ocasiones, pero de verdad que compensa. A nosotros nos compensó mucho más dejar de salir a cenar una vez por semana y poder estar más tiempo en casa cuidando de Sara. En vez de salir a cenar, podemos organizar una noche de cine con palomitas, o hacer unas ricas pizzas caseras con helado de postre, para que nuestro hijo mayor no eche mucho de menos las cosas a las que estaba acostumbrado.

Imágenes gratuítas extraídas de Morguefile

El tiempo para conciliar el sueño

Sara tiene 28 meses. En todo ese tiempo, hemos compartido habitación y cama. Lo que en inglés se denomina co-sleeping y bedsharing y en España llamamos colecho, englobando los dos términos en uno.

Para nosotros, colechar, o compartir la cama, ha tenido (y tiene) multitud de ventajas. Desde la más importante, en los primeros días de vida de Sara, cuando en mitad de la noche se atragantó con una especie de mucosidad gigante, que no la dejaba respirar, y gracias a estar durmiendo pegada a mí, y empezar a dar manotazos (no hacía ningún ruido porque no le entraba el aire) yo pude despertarme, y salvarle la vida. Hasta ayudarnos a todos a descansar. El colecho, favorece la lactancia materna. Y ayuda al descanso nocturno. Como la mayoría de los bebés maman varias veces en la noche, el hecho de no tener que levantarse a la habitación de al lado a darle la teta, facilita mucho la tarea. Si, además, compartes cama, el bebé puede mamar sin casi despertar a la madre, o con despertares más breves. Además, cuando uno de los niños está enfermo, tenerlo durmiendo al lado nos ayuda a tenerlos más controlados, y también a estar nosotros más relajados. Muchísimos padres, con niños que duermen en otra habitación, cuando están malitos se los suelen llevar a su propia cama. Yo misma sigo haciéndolo también con Lucas, la última vez ya hace unos cuantos meses, pero me lo metí a la cama, yo en el medio entre los dos peques, y a Jose lo desterramos a la habitación de Lucas. Y qué decir de esos despertares, abrir los ojos y ver la cara de mi pequeña con una gran sonrisa, o notar sus manitas acariciando mi cara. Muchas veces, en mitad de la noche, simplemente, me despierto, la veo dormir feliz, y me vuelvo a dormir.

Los hábitos de sueño de Sara han cambiado bastante en estos 2 años. De despertarse a mamar unas 6 veces por noche, a dormir casi del tirón desde hace unos meses. Y todo ello, sin forzarla a nada. Ya sabemos que los patrones de sueño de los bebés no son como los de los adultos. Lo normal es que se despierten varias veces cada noche, eso lo saben la mayoría de los padres, cuando tienes un hijo, despídete de dormir bien durante muuuchos años. Aunque hay bebés que sí duermen del tirón desde el principio, o con pocos despertares, pero no es lo habitual. A lo que iba, que ellos solos van adquiriendo sus patrones de sueño, si los dejamos, de una forma respetada. Sin tener que forzarlos ni tener que someterlos a burradas conductistas para que “aprendan” a dormir solos a base de lloros.

Del mismo modo que su patrón de sueño nocturno ha cambiado, también ha cambiado la forma en la que se queda dormida. Al principio, simplemente, se dormía mamando. Un tiempo después, necesitaba pasearla por el pasillo, mamando en la bandolera. Un verano, en la playa, nos tocaba a su papá o a mí cantarle bajito, mientras la mecíamos en brazos. Una temporada empezó a coger muñecos para abrazarlos, aunque se dormía en la teta. Y así, variaciones varias. Todo este proceso de dormir, siempre me ha llevado entre 20 y 30 minutos, y luego podía salir de la habitación y seguir haciendo cosas……hasta ahora.

Ahora necesito consejo.

durmiendo

Desde hace algún tiempo, en casa dormimos bastante mal. Entiendo que después de la muerte de Jose, las cosas han cambiado. Raro es el día que me voy a la cama antes de las 2 de la madrugada. No puedo. Me meto en la cama y sólo puedo dar vueltas, pensar, preguntarme, llorar…vamos, que prefiere quedarme despierta. Al principio, algunos días tomaba medicación para dormir, pero nunca me ha hecho mucha gracia, y menos teniendo que estar pendiente de Sara. Ahora, simplemente espero a que sea muy tarde y se me cierren los ojos de sueño, tomo alguna infusión relajante y listo. Aunque no puedo dormir muchas horas seguidas, pero por lo menos no doy vueltas en la cama. Lucas también ha tenido unas cuantas noches moviditas. A veces, después de dejarle en la cama, se levantaba media hora después, porque no se podía dormir, y le tenía que hacer una tila o algo.

Y del mismo modo, entiendo que Sara, a su manera, también ha alterado su forma de dormir. Ella, aunque no entienda el motivo por el que no está su papá, sí que sufre porque no le ve, le llama, a veces le ponemos un plato y un vaso para comer, llora porque no viene…en fin, que ella también está alterada. Y lo entiendo. Su sueño nocturno no se ha visto afectado, sólo el momento de quedarse dormida. Y desgraciadamente, eso nos está afectando a todos.

Nunca me han molestado esos 20-30 minutos que necesitaba antes para dormirse. Mientras yo dormía a Sara, Lucas se duchaba, lavaba los dientes y preparaba la cama y luego ya teníamos un ratito para estar juntos. Hay que entender, que con una niña de 2 años, el rato que me queda para hacer cosas de “mayores” con Lucas es bastante escaso. Y él también necesita mi tiempo. Y eso se traduce en tiempo a solas para los dos por las noches. Pero desde hace algo más de 1 mes, esto no es así. Sara tarda más o menos, una hora en quedarse dormida, y Lucas se enfada, y lo entiendo. Algunas noches, cuando he conseguido salir de la habitación, el pobre ya estaba en la cama e incluso, un día estaba dormido. Él necesita un rato para disfrutar de su madre, contarme cosas sin que su hermana le interrumpa, poder ver algo en la tele sin tener que parar la peli mil veces, tumbarse encima de mí a que le acaricie el pelo sin que Sara venga corriendo a quitarle el sitio…

Los ratos de la teta empezaron a ser insoportables. Mamar más de media hora, con los dientes rozándome y su fuerza de succión, me destrozaban los pezones. Le pedía que se quitase, se enfadaba, lloraba, volvía a mamar, me ponía nerviosa…. Una noche, antes de dormir le expliqué un pequeño cambio. Le dije que le iba a leer un cuento, un poco de teta solo y a dormir. Un inciso para agradecer a Almu que nos haya hecho conocer a Lulú y su orinal, Sara se lo sabe de memoria y hasta lo “lee” ella sola. Yo lo compré en Amazon y a los dos días lo tenía en casa. Podéis leerlo todo en este post.

Bueno, pues esa parte ha funcionado. Leemos el libro, mama un poquito de cada teta y luego a dormir… Pero dormir, significa, ponerse a dar saltos en la cama, o a esconderse bajo las sábanas. A veces, pocas, se tumba directamente. Y yo con ella. Es requisito imprescindible que yo me tumbe y “que me duerma”, tengo que cerrar los ojos y hacer que duermo. Y con todo esto, se nos sigue yendo casi una hora, porque no para de dar vueltas y no se duerme. Y yo no puedo moverme de allí. Y el problema sigue siendo el mismo, que Lucas me está esperando fuera. Ya he intentado explicarle que mamá tiene que salir, que mamá va a hacer cosas, que se tiene que dormir, le he reducido la siesta a la mitad, la levanto pronto y la acuesto más tarde a ver si está más cansada y se duerme antes…hasta Lucas ha intentado quedarse con ella para que se duerme, pero ella no quiere, sólo quiere a mamá. Y mamá empieza a desesperarse un poquito, estando una hora así cada noche.

Nunca me he quejado del sueño de Sara. Siempre he sido consciente que su forma de dormir, sus despertares, eran normales. A veces he estado muy cansada, otras veces, menos, pero en general, lo he llevado bien. Pero ahora, no. Necesito consejo. Sé que debo tener paciencia, y si fuera sólo por mí, lo haría, pero no puede ignorar que tengo otro hijo que quiere que salga de la habitación para estar un rato conmigo. Por favor, ¿me contáis como hacéis vosotros para dormir a vuestros peques? Eso sí, ¡¡nada que implique castigos ni dejarla llorar, eh!!

Controversia sobre el sueño de los bebés

Llevo unos días un poco alterada con las cosas que se leen en los periódicos y que se ven en las nocticias. El otro día, el tema de las madres desnutridas que producen leche de mala calidad, y que ya me sacó de mis casillas. Así que me desahogué un poco.

Y en la tele, noticias sobre el sueño. Los comentarios de una “doctora” sobre el colecho, me dejaron de una mala leche…. Que si se puede aplastar a los bebés, que es malísimo dormir con ellos en la cama, que deben dormir en su propia habitación a los 6 meses y que si el colecho produce demasiado apego hacia la madre. ¡¡Pero vamos a ver, por favor!! Esta sociedad del desapego, donde se quiere hacer niños sin sentimientos, completamente desapegados de sus madres, donde se buscan sustitutos para el cariño de una madre en forma de muñecos y mantitas, a los que los pequeños se aferran porque no tienen un regazo seguro al que acudir… Según esto, la culpa es de los padres, claro, que no enseñan a dormir a sus hijos. Me parece a mi que no tienen mucha idea sobre los patrones de sueño saludables de los bebés, estos de esta noticia deben ser amigos de Estivill, aggg.

Me pone negra, de verdad. Porque el desapego, la falta de cariño, el llanto, el aprender a calmarse solos, no hace adultos sanos, ni mucho menos. No digo que se creen psicópatas, claro, pero todo esto sí se traduce en problemas a lo largo de la vida, y aunque de adultos, sean personas sanas y estables, aparentemente, en muchos casos, puede haber problemas debido a esta falta de cariño. Como el cariño, el respeto y el apego, son temas de los que hablo muy frecuentemente, a veces me llegan mensajes, de todo tipo. Mensajes ofensivos, de gente que me dice que por dar un cachete a un niño o dejarle solo llorando, no pasa nada (eso es lo que creen ellos). Pero también me llegan mensajes de personas que han vivido situaciones de desapego y que ahora, de adultos, siguen sufriendo. Una persona me mandó esta historia hace unos días y me ha dado permiso para publicar un fragmento aquí, para que veamos que los actos que tenemos con nuestros hijos cuando son pequeños, también tienen repercusiones en su futuro:

«Soy la primera hija de mis padres. Cuando nací estaban muy ilusionados, vivían en Suiza y había muchos adelantos que no había aquí en España. Entre ellos un libro que ha perjudicado mucho mi educación. Ellos lo compraron pensando que era lo mejor para mí, pero después de 30 años he de decir que no fue así. No recuerdo el nombre ni el autor, pero me han contado algunos de los consejos quedaba. Y es que, decía, que los niños tienen que llorar 20 minutos al día y después se callan. Que no hay que hacerles caso, que se acostumbran.
A mí, desde que llegamos del hospital, me dejaron en la cuna, que podía llorar, chillar, que nadie iba en mi búsqueda. Tanto es así que una vez me caí de la cuna y no se enteraron. No lo considero imprudencia, sino un accidente, pero me parece significativo tener a un bebé de seis meses sólo en una habitación.
Les llamaba la atención que cuando estaba en una habitación sola cerraba la puerta, necesitaba límites.
Todavía hoy, con treinta años y a punto de ser madre, necesito los límites afectivos que no me dieron de bebé. Hasta hace bien poco, tenía una pesadilla que se me repetía incluso estando despierta. Al principio, cuando era pequeña creía que era una pesadilla, ahora soy consciente que era una sensación que no podía expresar y de ahí mi angustia, la única forma que tengo de recordarla es de la manera en que la sentía. Es algo así como la memoria de la piel, por la que aprenden los bebés.
Bien, en esta sensación, me sIento muy, muy pequeña, y todo a mi alrededor es muy, muy grande. Todo está oscuro, ya podía hacer un sol espléndido, y hace frío. Me siento muy sola, quiero que vengan, me cojan, que pongan límites alrededor de mi diminuto cuerpo, pero nadie viene. Supongo que esta situación me ocurrió muchas veces, era bebé, estaba en la cuna y aunque llorara, porque quería compañía, no venía nadie, lo decía el libro.
Una vez lo comenté con una psicóloga y me dio esta interpretación, que posiblemente no fuese un sueño, sino una realidad vivida sin poder expresar lo que necesitaba.
El hecho de cerrar las puertas, me parece muy significativo, pues aún hoy lo sigo haciendo, estoy incómoda en espacios grandes y necesito tener objetos cerca que protejan mi cuerpo. Mi marido me llama exagerada porque en verano necesito dormir tapada, no soy exagerada, también paso calor, pero en mi inconsciente es mejor el calor que la desprotección.
Como digo, ahora voy a ser madre y me preocupa mucho que mi bebé sufra ese sentimiento de soledad que yo viví, porque, doy fe de ello, lo que le pase al bebé, le pasa al adulto.»

¿Veis cómo estos actos en la infancia sí tienen repercusiones en la vida adulta?

Con respecto al tema de que se puede aplastar al bebé, aclaro. En primer lugar, para dormir con el bebé hay que seguir unas normas básicas, como dormir en un colchón firme, sin cojines ni almohada sueltas que puedan tapar al niño, sin espacios por donde pueda caerse. Y los adultos, tienen que estar sanos y tener patrones de sueño normales. Si ambos padres son muy obesos, pues mejor no compartir cama. O en casos en los que uno o ambos padres sean alcohólicos, tomen algún tipo de droga o medicación para dormir. En estos casos, consumir sustancias puede alterar el sueño de los padres. También está desaconsejado en casos de madres fumadoras.  Pero ya está. El resto de los bebés pueden dormir con sus padres. Y tan a gusto. Como madre que lleva compartiendo su cama 24 meses con la peque, os diré que al principio, ni te mueves, te quedas en una esquina, quieta como un palo, y la peque se queda con la parte más grande de la cama. Con los días, te relajas un poco más, pero vamos, en cuanto la niña se mueve un poco, los ojos abiertos como platos. No me creo que un padre pueda quedarse dormido, moverse y aplastar a su hijo bajo su cuerpo sin darse cuenta, sin notar su cuerpo y sus miembros moviéndose para quejarse. No, siempre y cuando, como ya he dicho, no esté bajo los efectos de una medicación o sustancia que te haga dormir profundamente.

Por otro lado, el comentario sobre que el colecho favorece la muerte súbita. Al respecto hay varios estudios. Y en distintos estudios han llegado a distintas conclusiones. Las opiniones están encontradas. Si tenemos en cuenta que la lactancia disminuye el riesgo de SMSL y que el colecho favorece la lactancia materna, podríamos concluir que compartir cama es un dato protector. También, y como ya conté aquí, en mi experiencia personal con el colecho, compartir cama con tu bebé te hace darte cuenta de cosas que le pueden pasar que si está más lejos podrías no enterarte. Mi hija estuvo unos segundos sin respirar, se atragantó y de no haber sido porque estaba durmiendo a mi lado, no me habría dado cuenta y no quiero ni pensar lo que podía haber pasado. Y no soy la única, otras madres se han dado cuenta de que a sus hijos les pasaba algo grave gracias al hecho de dormir juntos.

El día 14 fue el día mundial del sueño, por eso ha habido varias noticias al respecto. Y ya leer este otro artículo  ha sido la gota que ha colmado el vaso.

Bueno, en primer lugar, el estudio del que hablan está presentado por una ¡¡marca de pañales!! Sí, esa marca que habla de que tu bebé, con su súper pañal, dormirá toda la noche. Uf, esto, como todo, huele a publicidad pura y dura, la pasta que se habrán llevado. Sólo les ha faltado decir que todos los problemas de sueño se solucionan usando sus pañales. Pero vamos al cuerpo de la noticia, porque estoy que echo humo.

Según este doctor, un bebé duerme mal por culpa de los padres, y al mes y medio ya debería dormir toda la noche. ¡Toma ya! ¡Vamos a cargarnos las lactancias! Y de paso, además de comprar la marca de pañales, nos pasamos a la leche de fórmula. La lactancia materna debe ser a demanda. Como la leche se digiere de forma muy rápida, es normal y lógico que los bebés hagan varios despertares para mamar. No es manía ni vicio. Se llama hambre, aunque algunos no quieran entenderlo. Además, por la noche, la leche materna cambia su composición, casualmente. Por la noche se segregan melatonina y triptófano en la leche, ambas sustancias que favorecen el sueño y que ayudan al bebé a ir cogiendo los ritmos de sueño nocturnos. Muy importante también es la prolactina, la encargada de la producción de leche, que también adquiere sus picos máximos durante la madrugada. La succión del bebé a esas horas activa la producción de esta hormona, que se encarga de producir leche para el día siguiente, de modo que dar de mamar por la noche sirve para asegurarse una buena lactancia.

Pero en el artículo aún hay más. La siesta. A los 5 años, el niño que duerme la siesta es anormal, suavizando la palabra patológico. Ufffffff. España, el país de la siesta por excelencia. Las virtudes de un descanso después de comer son ampliamente conocidas, tanto que hasta los chinos importaron la siesta y la implantaron en sus trabajos. Echar una cabezadita a media tarde hace que estemos más despejados para afrontar lo que queda del día. A mí, particularmente, me gusta tumbarme todas las tardes un rato con la pequeña, y el día que por alguna circunstancia no puedo hacerlo, lo noto muchísimo. Voy el resto de la tarde como zombi y al llegar la noche, me voy mucho antes a la cama porque no puedo con el sueño, quitándome el poco rato que tengo a esas horas para hacer cosas en el blog o en casa. Si esto me pasa a mí como adulto, ¿cómo no se van a sentir los niños? Habrá niños que necesiten descansar más y otros que lo necesiten menos. Pero vamos, que un niño se siga echando la siesta con 5, 8, 12 o 30 años, me parece lo más sano del mundo.

Según este estudio, el bebé tiene que aprender a dormirse solo, sin los brazos de los padres. De nuevo, el desapego. Los brazos son el lugar donde los bebés se sienten más seguros y protegidos, y es normal que se relajen y se queden dormidos. Y no hay nada malo en ello. Un niño de 6 años no va a seguir durmiéndose en brazos de su madre. Igual que uno de 8 no sigue usando pañal, o chupete o biberón, por poner ejemplos. Antes o después, todos lo dejan. Igual que antes o después, todos dejan de dormirse en brazos y también dejan de dormir en la cama de sus padres, mira por dónde. Todos pasan por distintas fases. Y si a mitad de la noche se despiertan asustados y necesitan el consuelo de su madre para volverse a dormir, no hay nada de malo en ello. Somos los únicos mamíferos que separan a sus crías para dormir. Es más, los adultos tienden a emparejarse y les gusta dormir en compañía, ¿por qué motivo no deben dormir acompañados los más desprotegidos de la casa?

Este doctor experto en sueño es totalmente conductista, de la línea de Ferber y Estivill, porque eso de que se vaya a calmarlo durante sólo dos minutos y luego se les deje solos… Aunque él diga que no sigue un método claro, pero vamos, que las pautas que ofrece van todas por ese camino. Y claro, va más allá, a aplicar los métodos también durante el día, dejarlos solos jugando en la habitación. Parece que sólo se busca que los  niños estén quietecitos, que no den guerra, que no molesten, que no sean niños, al fin y al cabo. Lo niños son niños y como tal deben comportarse, deben jugar y divertirse, deben compartir con sus padres muchos momentos, todos los que sean posibles. La infancia pasa muy deprisa, y luego nos arrepentiremos de no haber estado más tiempo con nuestros hijos.

No puedo con este tipo de noticias. No se dan cuenta los medios de comunicación del daño que hacen, de la cantidad de gente que lo va a ver/leer y que va a pensar que como sale en la tele o en un periódico, será que tiene razón. Me irrita sobremanera que den tanta importancia a estas cosas, en vez de fijarse más en otros aspectos de la infancia o de la educación más importantes, en vez de promocionar la lactancia, o el respeto, fomentan el desapego.

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