No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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VUELTA A LA RUTINA

Madre mía, cómo he desconectado este verano. He estado totalmente ausente del blog, y no es que no tuviera cosas que contar, no, es que lo que no he tenido es tiempo. Y me alegro muchísimo por ello, no por no haberos contado nada, no me malinterpretéis, sino por el hecho de no haber tenido tiempo, lo que significa que he estado muy ocupada.

Voy a hacer un resumen muy resumido.

Durante el mes de Julio, Lucas estuvo en un campamento de estudios en Galicia, Sara y yo nos fuimos a Málaga unos días, a ver a mi mejor amiga. En Julio también, Sara dejó de ir a contramarcha en el coche, no está mal, cinco años y medio viajando de espaldas…Aunque confieso que me hubiera gustado llevarla más tiempo, pero por peso, no ha podido ser.Pineda de Mar

Y en agosto, hemos estado todos en la Costa Catalana, pasando unos días de vacaciones en familia, hemos montado en kayak, en bici, hemos descubierto unas calas preciosas en la Costa Brava… Después, llegó el turno de la visita cultural, 3 días conociendo Lisboa y poniendo en práctica mi oxidado portugués, nivel básico, para terminar con unos días de descanso en el Algarve. En esos días de relax, a Sara se le ha caído su primer diente y yo me he sentido la peor madre del mundo por no estar con ella en esos momentos, un paso más para hacerse mayor… Menos mal que el Ratoncito Perez ha sabido esperar hasta mi llegada.

Lisboa2 (1)

Y ya por fin, estamos aquí, dispuestos a volver a la rutina, no sin un poco de esfuerzo. Compras de libros, uniformes, exámenes finales del instituto, nuevos proyectos que se vislumbran….

Este verano ha dado mucho de sí. Ahora sólo falta ver si encuentro tiempo de sentarme con más frecuencia delante de ordenador, a contároslo todo, jeje.

Un abrazo y hasta dentro de unos días.

Funcionarios: una Nochevieja trabajando  

Empecé a escribir esto para contar cómo era pasar un día festivo sin tu familia, pero al final se transformó en una queja a todas aquellas personas que atacan a los funcionarios.

Cuando dices funcionario, todo el mundo piensa en una señora que trabaja tras un mostrador en una oficina de atención al cliente, que abre la ventanilla a las 10, cierra a las 11 para desayunar, vuelve a las 12 y cierra a las 13 para comer. Pero la realidad va más allá, pues esos horarios no existen y si bien puede haber alguna persona en la administración que trabaje menos de lo que debería, la realidad es que cumplimos con nuestros horarios y nuestro trabajo. Funcionarios son las personas que han aprobado una oposición y tienen plaza en propiedad, pero a todas las personas que trabajan para la Administración Pública, aunque no tengan plaza, las tratan como a funcionarios. En realidad no todos los «funcionarios» tienen trabajo fijo y estable, como la gente cree. El personal laboral, los interinos y el personal eventual trabajan para la administración sin vinculación estable. El personal estatutario también se considera funcionario, pues trabaja para la administración, teniendo los mismos deberes, pero no los mismos derechos, pues no tienen plaza en propiedad. Vamos, que funcionarios reales hay muchos, pero personal no funcionario que trabaja para la administración hay muchos, muchos. Y a todos nos llaman funcionarios, así que a partir de aquí, cada vez que diga la palabra funcionario, me refiero a todas las personas que trabajan de un modo u otro para el estado.

En el año 2012 había 2.917.200 personas trabajando para la Administración Pública, pero no todas esas personas tienen un trabajo fijo, hay mucha precariedad. Los trabajadores de las Administraciones Públicas comprenden los que trabajan en diputaciones, ayuntamientos, universidades, justicia, fuerzas armadas, cuerpos de seguridad, administración general y de las comunidades autónomas, educación y sanidad, entre otros.

Hace unos cuantos años, cuando empezó la crisis en España, una de  las medidas que se tomaron fue congelar el sueldo de los funcionarios. También nos bajaron el sueldo un 5%. Desde el año 2010 todos los empleados públicos cobramos un 5% menos y nuestro salario no sube ni el IPC anual. También hemos perdido una paga extra y hemos aumentado nuestra jornada laboral. Cada vez contratan menos gente y las bajas por enfermedad casi no se cubren. En resumen, trabajamos más horas, con menos personal, lo que se traduce en más carga de trabajo y por menos sueldo. Paradójicamente, los políticos no son empleados públicos y aunque en aquella época presumiesen de haberse reducido el sueldo, la realidad es que bajaron de un sitio pero subieron de otro.

A pesar de todos estos inconvenientes, siempre hay gente que se alegra de las desgracias ajenas y se molesta de las ventajas. Cuando hay una noticia buena, por ejemplo, que las funcionarias embarazadas tendrán derecho a una baja maternal a partir de las 37 semanas, muchas personas que no trabajan para el estado insultan, se quejan, llaman vagos a todos los funcionarios…y cosas mucho peores. En vez de alegrarse por una mejora de la calidad de vida y pensar que es un pequeño paso para que las empresas privadas tomen nota e intenten mejorar, sólo saben escupir mierda. En cambio, si la noticia es que los funcionarios van a perder algún beneficio, como sueldos congelados, mucha gente se alegra y cree que nos lo merecemos.

España es un país en el que muchas veces me da vergüenza vivir. Yo no me alegro por las desgracias ajenas, me entristezco. Y yo no me enfado por las ganancias ajenas, me alegro por ellos. Es cierto que el trabajo está fatal y que muchas personas no tienen trabajo o si lo tienen es precario, pero el personal funcionario no es el culpable de la situación.

Hace unos años me enfadé con un conocido. El gobierno acababa de anunciar la bajada de sueldos a los funcionarios y también anunció una bajada de sueldos a los trabajadores del Metro. Casualmente, este conocido trabajaba en el metro y la casualidad quiso que en esos días quedásemos varios amigos para vernos y salió el tema. Ambos estábamos indignados, evidentemente. El problema fue que esta persona quería que todos los funcionarios perdiésemos parte de nuestro poder adquisitivo, pero no así los trabajadores de metro. Argumentaba que su trabajo era más importante que el mío y que nosotros nos lo merecíamos y ellos no. Después de discutir bastante y no llegar a ningún sitio, evidentemente nuestra amistad se resintió. ¿Es más importante estar en la taquilla del metro que curar a un niño con una neumonía? ¿Es más importante conducir un tren que impedir un atentado? Son comparaciones extremas, pero es lo que yo intentaba plantear. Por mi parte, creo que todos, absolutamente todos, desempeñamos un trabajo importante e igualmente válido y que ninguno deberíamos sufrir discriminación por eso. Yo no me alegraba por que los trabajadores del metro perdieran parte de su sueldo, me enfadaba con ellos. Pero hay personas con las que no merece la pena discutir.

En mi vida he conocido a mucha gente. Muchas personas que trabajan para empresas privadas. Y como en todos los trabajos, hay de todo, cosas buenas y cosas malas. Conozco a alguien que trabaja de administrativo en una empresa privada y cada día, a media mañana, apagan los ordenadores y se bajan al bar de la esquina a desayunar, su media hora no se la quita nadie. Yo trabajo en un hospital público y tenemos tanto trabajo que raro es el día que puedo hacer un descanso para tomarme un café y cuando lo hago no dura más de 10 minutos. Trabajando precariamente para la empresa pública, jamás he recibido una cesta de navidad, por poner un ejemplo; en casa de unos familiares entran dos cestas cada año. A ellos, aunque poco, les han subido el sueldo cada año, a nosotros nada. Unos tienen unas ventajas y otros, otras.

Empecé a escribir para hablar de la Nochevieja. Mucha gente tuvo que trabajar esa noche, funcionarios entre ellos. Miles de personas como yo, nos perdimos despedir el año con nuestras familias por cuidar de pacientes que estaban enfermos, por acompañar a sus familiares, por curar, por proteger, por mantener la seguridad en las calles. Pasé la noche tranquilizando a un abuelito al que habían dejado solo esa noche y que me repetía que ojalá volviese Franco, pues en aquella época se vivía mejor. Pasé la noche  dando cariño, quitando el dolor, calmando ansiedades, poniendo tratamientos, cambiando pañales y vaciando pises. Mucha gente pudo tomarse las uvas en la Plaza Mayor con seguridad gracias al dispositivo de seguridad que se había montado. Esa noche se trataron borracheras e indigestiones, cólicos nefríticos e infartos. Esa noche se curó la bronquiolitis de un bebé de 3 meses y se extirpó el apéndice de un adolescente a punto de entrar en shock. Esa noche se apagaron incendios, se evitaron reyertas, se controló que la gente no condujese borracha ni drogada, en Madrid, en Málaga y en toda España. Miles de personas, “funcionarios” (y lo pongo entre comillas para recordar que de todos esos miles de trabajadores, muchísimos no somos fijos) estuvimos al servicio del resto, aunque muchas personas sigan criticando nuestro trabajo.Nochevieja

Para mí no son importantes estas fiestas, yo no siento el espíritu navideño. Son unas fiestas muy familiares y lo paso mal, pienso mucho en Jose. Pero aunque a mí no me gusten, a los niños les encantan, y por eso las disfruto, por compartir los momentos con ellos. Este año Sara ha disfrutado de las campanadas. Cuenta mi madre que un rato antes estaba nerviosa con sus uvas preparadas. Yo le había explicado cómo se hacía y ella estaba deseosa de que empezasen las campanitas. Y se comió todas las uvas. Pero eso lo sé porque me lo contó mi madre, no porque yo viviese esa magia con ella. Yo estuve trabajando en Nochevieja, con una sonrisa en la cara y rodeada de unos pedazo de profesionales que también se perdieron una mágica noche por cuidar de los demás.

Así que por favor, la próxima vez que pienses que los funcionarios nos tocamos las narices, no trabajamos, tenemos un empleo del que no nos pueden echar (yo llevo 18 años trabajando como enfermera y no tengo trabajo fijo), y nos merecemos que nos recorten el sueldo, la próxima vez te invito a que releas esto y recuerdes que lo que hicimos en Nochevieja lo hacemos los 365 días del año y las 24 horas del día.

Siguen los problemas en el camino

¿No os da la sensación que a veces parece que os ronde la mala suerte? ¿Qué las cosas se complican más de la cuenta y todo sale mal? ¿No os parece que hay gente feliz que siempre tiene suerte y parece que todo te toca a ti? Pues a mí sí, eso es lo que me parece ahora mismo mi vida se complica un poco más si cabe.

Cuando Jose falleció y mi mundo entero cambió, me leí varios libros de autoayuda. En casi todos leí cosas como que cada pérdida conlleva una ganancia, o lo que es lo mismo, cuando una puerta se cierra se abre otra nueva. Pero la verdad es que en este año, ni se me ha abierto una puerta, ni perder a Jose ha supuesto ganancia ninguna. No creo que nada pueda compensar su ausencia. Y mi mundo se tambalea. Los días son como vivir en una montaña rusa, a veces subes y parece que estás mejor, más tranquila, pero de pronto vuelves a caer, sin avisar, vuelven a llegar los momentos duros y los ratos de no querer salir de la cama. Y vuelta a empezar, subidas y bajadas sin fin…

Mis hijos me ayudan, eso lo tengo clarísimo, ellos son los que suavizan las subidas y bajadas y los que empujan esta loca vagoneta. Y por ellos lo hago todo. Por ellos, y sobre todo por Sara (porque Lucas es más mayor y autosuficiente en muchos aspectos) adapté mi trabajo y mi vida.

Ya sabéis que cogí una excedencia para quedarme con Sara el mayor tiempo posible. A los 18 meses me incorporé con una reducción de jornada que me permitía llevar y recoger a Sara de la guarde, y próximamente del cole, sin que ninguno de los dos niños tuviese que quedarse a desayunar ni a comer en el colegio. Cuando Lucas era pequeño sí tuvo que hacerlo, quedarse en el cole. No me quedaba más remedio. Pero con Sara he querido y quiero evitarlo por todos los medios.

Y de pronto el jueves llega la noticia. Llevo 12 años trabajando en el mismo hospital y en el mismo servicio. Trabajo de lunes a viernes en turno fijo de mañana, y con la reducción de jornada, pues me he apañado fenomenal para lo que os decía. Pero el jueves…el jueves me comunicaron que el viernes era mi último día de trabajo en esa unidad. No soy fija, soy interina en un hospital público de la Comunidad de Madrid. Vamos, que me imaginaba que esto podía pasar en algún momento, es más, hace años que podía haber pasado, pero ahora mismo, ni siquiera me lo había planteado. Ni a estas alturas del año. Ni con estas circunstancias personales de mi vida.

Ahora estoy de vacaciones forzosas. Y en unos días empiezo a trabajar en otro sitio. No me importa el cambio de trabajo, soy enfermera y me gusta lo que hago. Pero sí me importan los nuevos horarios y el cambio que esto supone en mi vida y sobre todo en la de Sara. Ahora voy a trabajar de lunes a domingo. Ahora tengo que trabajar varias noches al mes. Ahora ya no tengo las vacaciones de verano que había solicitado en mi otro puesto de trabajo. Esto va a suponer que algunas noches tengo que dejar a mis hijos a dormir en casa de los abuelos. Sí, lo sé, no son los únicos niños que lo hacen, los niños adoran dormir con sus abuelos y van a estar con personas que los quieren muchísimo. Pero creo que yo no estoy preparada para ello.durmiendo

En estos más de 3 años que tiene Sara, sólo ha dormido dos noches separada de mí, cuando falleció Jose. Todas las noches dormimos juntas y  nos despertamos juntas para darnos muchos besitos.  Ahora tendré que llevarla a casa de los abuelos y dejarla allí a dormir. Mi sobrina, cuando mi hermana se va a trabajar por la noche, se queda triste y llorando porque no quiere que su madre se vaya… Sí, ya sé que cuando salga de trabajar iré a buscarla para terminar de vestirla y llevarla al colegio y luego podré recogerla. Pero no es lo que yo quiero, no ahora.

Ahora cuando trabaje por las mañanas, no podré seguir haciendo el horario que hacía hasta ahora. Ahora cuando trabaje por las mañanas tendré que dejar a Sara a desayunar en el cole y a comer en el cole. Sí, ya sé que muchos niños desayunan y comen en el cole, Lucas también lo hizo, pero no es lo que yo quiero, no es lo que yo había pensado, me parece tan pequeña para pasar tantas horas separadas.

Ahora ya no tengo las vacaciones de verano que había planificado. El cambio de servicio supone adaptarme a las normas de allí y al ser “la última” en llegar, pues me tengo que quedar con las vacaciones que sobran. Ahora no coincido con mi hermana para poder irnos juntas a la playa. Ahora yo estaré de vacaciones cuando los demás trabajen y trabajaré cuando los demás estén de vacaciones.

Se supone que cierro una puerta y abro una ventana. Imagino que a la larga le veré ventajas. Imagino que acabaré acomodándome. Sé que al seguir con la reducción de jornada voy a trabajar menos días al mes, pero a costa de que mi peque duerma fuera de casa y desayune y coma fuera de casa. Si Jose estuviera aquí, las noches no supondrían un problema. Si Jose estuviera aquí, los fines de semana no serían un problema. Pero como Jose no está…durmiendo

Trabajo y premios

Hoy es el día del trabajo. Un día festivo en toda España, pero aquí estamos, tempranito, con las tareas hechas, las legañas quitadas y actualizando el blog……Ains que ganas de levantarme un día después de las 9, habrá que esperar un poco, es que a la princesa le gusta madrugar, así tenemos más rato para estar juntas, jajaja.

Pues hoy no traía nada preparado para contar, así que os voy a dejar dos cosas que me han encantado.

Y las dos fueron de ayer.

1– Ayer fui a mi Centro de Salud, donde la pediatra de mis dos príncipes, viéndome como me veía siempre ir con todo tipo de portabebés, me preguntó un día y yo, como hablo poco, le expliqué todo, todito, todo. Pues como la idea le gustó mucho, me preguntó si podría  organizar un curso para el personal sanitario del centro. Y la cita fue ayer martes, que es el día que ellos tienen de docencia.

Me curré un power point bastante chulo (a mi entender), con un montón de datos y de información, estudios, fotografías… El caso es que estaba un poco nerviosa, como ya os comenté el lunes.

Preparé todo, el portátil, el proyector, mi foto con la princesa porteada y la teta fuera en mitad de la pantalla y empezó a llegar la gente. Y los nervios desaparecieron nada más empezar. La verdad es que esto de hablar en público, he descubierto que me gusta y que se me da bien, porque empiezo a hablar y no paro, además, cuando me preguntan algo, creo que me desenvuelvo bastante bien.

Al terminar el curso, me hicieron bastantes preguntas sobre el porteo, la postura de la espalda, los portabebés, el peso de los niños, etc. les enseñé vídeos que llevaba del uso de fulares, porque me comentaron que querían verlos en directo. Y me felicitaron, porque les gustó mucho. Antes de irme, mi pediatra, que es la encargada de docencia del Centro de Salud, me dijo que llevase el curso a la Dirección Asistencial de Área, porque el curso le parecía de interés sanitario en pediatría, y de ese modo, si me lo reconocen desde la Dirección, me contaría como docencia en mi carrera de enfermera, que todo engorde de currículum viene bien.

¡Así que salí de allí con muy buen sabor de boca! Con felicitaciones, ideas y un nuevo proyecto, porque vamos a organizar talleres para las madres, también en el Centro de Salud.

2– La otra cosa que me encantó de ayer, fue una mención muy especial. Como algunos ya habréis visto en mi post de ayer, ha empezado a circular un nuevo premio, el mejor blogger del mes, y todo el que quiera apuntarse, pues escribe un post, diciendo cual es el blog que le ha resultado más influyente durante ese mes. Pues, sorprendentemente para mí, Anya ha pensado que mi blog es el mejor de este mes para ella.

blogger del mes

Pues eso, que hoy, día del trabajo, estoy que no quepo en mí de gozo, porque ¡se ha reconocido mi trabajo!

Y a todas esas personas que me habéis criticado desde el principio, desde que decidí aparcar la enfermería para dedicarme a cuidar a mi hija y al porteo, a emprender y montar una tienda, a esas personas que sólo saben decir que me paso el día sentada con el culo en el sofá, sin hacer nada, a todos, deciros, que trabajo, trabajo mucho, trabajo de manera diferente, no tengo un horario fijo, pero invierto un montón de horas cada día, hago cursos, talleres, artículos, actualizo el blog, el Facebook, la tienda, y gracias al días como ayer, y gracias a muchas de las personas anónimas que todos los días me dan ánimos, sé que estoy haciendo un buen trabajo y que, poquito a poco, cada vez habrá más bebés feliz en brazos.

¡Y ahora, a descansar, que es festivo!

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