No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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Repulsa por los atentados de París

Llegar a casa el viernes por la noche, después de una tarde muy agradable con tus hijos, abrir internet y encontrarte con la noticia de los atentados de París, hizo que mi buen día se viniera abajo. Esta mañana he desayunado delante de la televisión, comentando con Lucas los acontecimientos. Y no he podido evitar llorar.atentados París

Las muertes no tienen sentido. Nunca. Pero si además ocurren a manos de personas que matan en nombre de una religión, mucho menos.

Más de 120 personas perdieron la vida anoche, personas con nombre y apellidos, con una vida llena de gente, con familias, personas que pretendían pasar un buen rato y murieron asustados.

El dolor de imaginar el miedo que sintieron los fallecidos dentro de la sala de fiestas, cuando supieron lo que estaba pasando y que estaban a punto de perder la vida a mano de unos crueles asesinos es inmenso.

Pero mi dolor va con todas las familias. Madres y padres que han perdido a un hijo. Mujeres que en un solo instante se han quedado viudas. Hijos que crecerán sin un padre o una madre. Hermanos que han perdido una parte de su vida. Amigos…

Cuando has vivido la pérdida de un ser querido, parece que todas estas situaciones te duelen aún más. Porque ahora me pongo en el lugar de las familias de los fallecidos. Ahora sé el dolor que están pasando. Y todo el dolor que les queda por pasar.

Para ellos, para todas esas familias destrozadas por la crueldad de unos terroristas va mi apoyo y mi fuerza, mi ánimo y mi más sentido dolor.

Siguen los problemas en el camino

¿No os da la sensación que a veces parece que os ronde la mala suerte? ¿Qué las cosas se complican más de la cuenta y todo sale mal? ¿No os parece que hay gente feliz que siempre tiene suerte y parece que todo te toca a ti? Pues a mí sí, eso es lo que me parece ahora mismo mi vida se complica un poco más si cabe.

Cuando Jose falleció y mi mundo entero cambió, me leí varios libros de autoayuda. En casi todos leí cosas como que cada pérdida conlleva una ganancia, o lo que es lo mismo, cuando una puerta se cierra se abre otra nueva. Pero la verdad es que en este año, ni se me ha abierto una puerta, ni perder a Jose ha supuesto ganancia ninguna. No creo que nada pueda compensar su ausencia. Y mi mundo se tambalea. Los días son como vivir en una montaña rusa, a veces subes y parece que estás mejor, más tranquila, pero de pronto vuelves a caer, sin avisar, vuelven a llegar los momentos duros y los ratos de no querer salir de la cama. Y vuelta a empezar, subidas y bajadas sin fin…

Mis hijos me ayudan, eso lo tengo clarísimo, ellos son los que suavizan las subidas y bajadas y los que empujan esta loca vagoneta. Y por ellos lo hago todo. Por ellos, y sobre todo por Sara (porque Lucas es más mayor y autosuficiente en muchos aspectos) adapté mi trabajo y mi vida.

Ya sabéis que cogí una excedencia para quedarme con Sara el mayor tiempo posible. A los 18 meses me incorporé con una reducción de jornada que me permitía llevar y recoger a Sara de la guarde, y próximamente del cole, sin que ninguno de los dos niños tuviese que quedarse a desayunar ni a comer en el colegio. Cuando Lucas era pequeño sí tuvo que hacerlo, quedarse en el cole. No me quedaba más remedio. Pero con Sara he querido y quiero evitarlo por todos los medios.

Y de pronto el jueves llega la noticia. Llevo 12 años trabajando en el mismo hospital y en el mismo servicio. Trabajo de lunes a viernes en turno fijo de mañana, y con la reducción de jornada, pues me he apañado fenomenal para lo que os decía. Pero el jueves…el jueves me comunicaron que el viernes era mi último día de trabajo en esa unidad. No soy fija, soy interina en un hospital público de la Comunidad de Madrid. Vamos, que me imaginaba que esto podía pasar en algún momento, es más, hace años que podía haber pasado, pero ahora mismo, ni siquiera me lo había planteado. Ni a estas alturas del año. Ni con estas circunstancias personales de mi vida.

Ahora estoy de vacaciones forzosas. Y en unos días empiezo a trabajar en otro sitio. No me importa el cambio de trabajo, soy enfermera y me gusta lo que hago. Pero sí me importan los nuevos horarios y el cambio que esto supone en mi vida y sobre todo en la de Sara. Ahora voy a trabajar de lunes a domingo. Ahora tengo que trabajar varias noches al mes. Ahora ya no tengo las vacaciones de verano que había solicitado en mi otro puesto de trabajo. Esto va a suponer que algunas noches tengo que dejar a mis hijos a dormir en casa de los abuelos. Sí, lo sé, no son los únicos niños que lo hacen, los niños adoran dormir con sus abuelos y van a estar con personas que los quieren muchísimo. Pero creo que yo no estoy preparada para ello.durmiendo

En estos más de 3 años que tiene Sara, sólo ha dormido dos noches separada de mí, cuando falleció Jose. Todas las noches dormimos juntas y  nos despertamos juntas para darnos muchos besitos.  Ahora tendré que llevarla a casa de los abuelos y dejarla allí a dormir. Mi sobrina, cuando mi hermana se va a trabajar por la noche, se queda triste y llorando porque no quiere que su madre se vaya… Sí, ya sé que cuando salga de trabajar iré a buscarla para terminar de vestirla y llevarla al colegio y luego podré recogerla. Pero no es lo que yo quiero, no ahora.

Ahora cuando trabaje por las mañanas, no podré seguir haciendo el horario que hacía hasta ahora. Ahora cuando trabaje por las mañanas tendré que dejar a Sara a desayunar en el cole y a comer en el cole. Sí, ya sé que muchos niños desayunan y comen en el cole, Lucas también lo hizo, pero no es lo que yo quiero, no es lo que yo había pensado, me parece tan pequeña para pasar tantas horas separadas.

Ahora ya no tengo las vacaciones de verano que había planificado. El cambio de servicio supone adaptarme a las normas de allí y al ser “la última” en llegar, pues me tengo que quedar con las vacaciones que sobran. Ahora no coincido con mi hermana para poder irnos juntas a la playa. Ahora yo estaré de vacaciones cuando los demás trabajen y trabajaré cuando los demás estén de vacaciones.

Se supone que cierro una puerta y abro una ventana. Imagino que a la larga le veré ventajas. Imagino que acabaré acomodándome. Sé que al seguir con la reducción de jornada voy a trabajar menos días al mes, pero a costa de que mi peque duerma fuera de casa y desayune y coma fuera de casa. Si Jose estuviera aquí, las noches no supondrían un problema. Si Jose estuviera aquí, los fines de semana no serían un problema. Pero como Jose no está…durmiendo

Aunque pasen 100 años

Aunque pasen 100 años No podré olvidar tu mirada, tus gestos, tu sonrisa. No podré olvidar tu voz, tu dulzura, tu bondad. Aunque pasen 100 años, no podré olvidarte.

Hoy hace 1 año que te fuiste. Un tiempo raro, que ha pasado lento y a la vez deprisa. A veces me parece mentira que ya haya pasado un año. A veces me parece mentira que sólo haya pasado un año. Pero el tiempo pasa inexorable y yo no dejo de pensarte.

Te recuerdo cada día, muchos momentos del día, en una canción, en un olor, en una situación, en un recuerdo. Te veo por la calle, un destello de tu presencia y al instante siguiente no estás. ¿Cómo he podido confundir a esa persona contigo? Su pelo me ha parecido el tuyo, sus andares me han parecido los tuyos, esas gafas, ese abrigo. Veo la tele y la sonrisa de alguien me recuerda a ti, los pómulos de ese actor, las manos de ese otro…estás en todos lados y en realidad no estás en ninguno.

El tiempo pasa, pero el dolor no se va. Disminuye, es cierto, te acostumbras a vivir sin ti…o no, no te acostumbras a nada, pero te adaptas, que no es lo mismo.

El tiempo pasa pero sigo sintiéndome tan culpable. No por lo que te pasó, de eso ya sé que no tuve la culpa. Pero me culpo por todo lo que no te dije, me culpo por los abrazos que dejé de darte, me culpo por los enfados sin sentido que a veces teníamos, me culpo por no haberte dicho más a menudo lo maravilloso que eras, me culpo por dejar que las cosas siguieran sin hacer mucho esfuerzo, me culpo por las cosas que no te dije, por los besos que no te di. Y cada noche, antes de dormir, lo pienso y encuentro la manera de solucionarlo.

Tú y yo éramos forofos de las pelis de ciencia ficción. Cuántas y cuántas habremos visto en las que la gente viaja en el tiempo, son capaces de cambiar el pasado o de hacer tratos con seres de otros mundos para cambiar las cosas. Era nuestra temática favorita y ahora pienso en eso cada noche, antes de dormir. Cada noche consigo cambiar el tiempo, consigo viajar al pasado, despertarme antes de que empezase la pesadilla, cada noche consigo volver a verte y a abrazarte y lloro, lloro porque una felicidad infinita me recorre. Tú te extrañas y corres a abrazarme pensando que me pasa algo y yo te abrazo y no quiero soltarte, feliz de tenerte de nuevo. Y así me duermo cada noche, soñando que por un momento consigo volver atrás, soñando que puedo cambiar las cosas, decirte todo lo que debería haberte dicho, reírnos juntos, ver crecer a nuestros hijos. Y cada mañana me despierto y todo sigue igual.

Aunque pasen 100 años no dejaré de pensarte cada día. Vivo momentos como si fueran tuyos, disfruto de Sara como si tú estuvieras delante. Intento mirarla con tus ojos. Sonrío y a la vez me muero de pena. Porque sé que no estás, sé que no la ves, que no la tocas, que no la abrazas, que no la hueles, que no la bañas, que no le haces cosquillas, sé que no la oyes y no ves lo mayor que se hace. Quizás nos mires desde algún sitio, quizás sí consigas vernos, quizás cuando miro las cosas por ti, tú lo sepas y lo disfrutes también, quizás…pero no estás, esa es la verdad.

El tiempo va pasando y el dolor va mitigando. O eso parece. Pasan los días y un día me doy cuenta que llevo varios días sin llorar, parece que estoy más tranquila, más acostumbrada a esto que me ha tocado vivir y de pronto, todas las emociones vuelven a agolparse en mí, de pronto otra vez estoy más triste, otra vez duermo peor, otra vez lloro más. Esto es como una montaña rusa de sentimientos, subes y subes y no sabes cuándo vas a caer en picado.

Sara llegó de la guarde con un regalo para ti el día del padre y quería dártelo. Me preguntó cómo podía ir al cielo a darte tu regalo y un abrazo. Y yo me sentí morir. Le expliqué que estabas lejos, que nos miras pero que no podemos ir a verte, y se quedó conforme por un rato. Pero yo no. Me dieron una gran idea y la pusimos en práctica para mandarte tu regalo. Meter tu regalo, junto con un dibujo que te hizo y unas notas de amor de Lucas y mía en un globo lleno de helio y soltarlo para que subiera al cielo. Durante mucho rato estuvimos los tres unidos, viendo cómo subía el globo para llevarte nuestro amor, hasta que se hizo muy pequeño y dejamos de verlo. Sara estaba preocupada por si se perdía pero yo le he dicho que el globo iba hasta tu estrella y que tú lo encontrarías. Entonces se quedó muy feliz. Ya sabe cómo comunicarse contigo. En cada fecha señalada te mandaremos un globo lleno de amor. Cada vez que estemos tristes y queramos hablar contigo, te mandaremos un globo lleno de besos y abrazos.

El tiempo pasa inexorable y hay días que me gustaría borrar del calendario, pero no puedo. Ayer 6 de Abril fue nuestro aniversario de boda. Hoy 7 de Abril es el aniversario de tu muerte. ¡Qué cruel destino que junta fechas tan opuestas!Boda24

Pero aunque pasen 100 años, nunca podremos olvidarte. Espero que lo sepas. Y que lo notes. Y que nos veas.

Te quiero

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