No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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Soy madre hace 14 años

Parece que fue ayer cuando me convertí en madre por primera vez y ya han pasado 14 años. 14 años de ver crecer a ese bebé pequeñito y regordete que cabía en el hueco de mi brazo y que ahora es casi más alto que yo.Feliz cumpleaños

En todo este tiempo he aprendido y vivido muchas cosas que no imaginaba antes de ser madre. La maternidad te cambia la vida, totalmente. En la inmensa mayoría de los aspectos es maravillosa, aunque la maternidad también tiene sus cosas duras.

  • Hace 14 años aprendí a amar a alguien más que a mí misma. Es cierto, cuando tienes un hijo, el amor es algo imposible de describir, a tus hijos les quieres por encima de todas las cosas, a otro nivel.
  • En estos años he aprendido que una madre puede ir por la vida con muy pocas horas de sueño. Los primero meses son agotadores, la lactancia a demanda, los despertares frecuentes, los hábitos de sueño de los bebés que nada tienen que ver con los de los adultos…Pero oye, que duermes poco y encimas tiras, con unas ojeras que te llegan hasta el suelo, claro. Recuerdo esas primeras semanas, iba a casa de mis padres varias veces a la semana a comer. O eso creían mis padres. Yo en realidad no iba por la comida, ¡iba por la cama! En cuanto Lucas terminaba de mamar, les dejaba al niño y me iba rauda y veloz a dormir hasta que mi pequeño retoño necesitase la teta de su madre otra vez.
  • Paciencia, cuando te conviertes en madre, además de un bebé ganas un plus en paciencia. Si echo la vista atrás, veo cómo me he asentado, cómo pasaba de enfadarme por muchas cosas que ahora me parecen sin sentido a tener una paciencia infinita; paciencia cuando los niños tienen rabietas sin saber por qué; paciencia para volver a cantar la misma canción por décima vez; paciencia para escuchar sus peroratas sobre algún acontecimiento importante…aunque la paciencia, como todo, se agota y ha habido muchos momentos en estos 14 años que me he quedado sin ella. Menos mal que es como un pozo sin fin, y aunque momentáneamente se haya secado, el pozo se vuelve a llenar y volvemos a empezar.
  • Regreso a la infancia. Quién me iba a decir a mí cuando tenía 26 años que me iban a importar las cosas de mi infancia…un año después llegó Lucas y de nuevo me vi recordando esas canciones que me cantaba mi abuela, jugando tirada en el suelo a hacer torres con bloques de Lego, bañándome en una bañera donde había más juguetes que agua, disfrutando de la noria, comiendo chucherías…
  • Hace 14 años el miedo y la angustia llegaron para instalarse en mi corazón y ya nunca se han ido. Tienes un hijo, el ser más adorable y al que más quieres del mundo. Y con el amor infinito, también llega el miedo a perderlo, el dolor de verlo enfermo, el sufrimiento cuando sufre. Ser madre te convierte en sufridora nata. Lucas fue un niño que de pequeño tuvo varios ingresos por bronquiolitis y neumonías. Cada vez que veía a mi pequeño con esa dificultad para respirar, con mascarilla y suero, apagado en una cama de hospital, cuando pasábamos más días en urgencias que en casa, cada vez que me decían que había que dejarle ingresado porque no mejoraba se me partía el alma. Tengo dos anécdotas con las que ahora me río, pero recuerdo lo mal que lo pasé. Una noche, Lucas tendría 7 u 8 años, estábamos jugando antes de dormir, ya en la cama, cuando sin querer se tiró hacia atrás y se dio con el pico de la mesilla de noche en la cabeza. Se hizo una herida y empezó a sangrar. Y yo, la superenfermera que se enfrenta a cosas muy feas cada día, en ese momento me volví la madre más blanda del mundo, me mareé y casi pierdo el conocimiento. Era para vernos, en el mini cuarto de baño, yo tumbada en el suelo, Lucas sangrando y Jose tapándole la herida con una mano mientras con la otra me sostenía las piernas en alto a ver si se me pasaba el mareo. La otra anécdota fue cuando vimos la película “Lo imposible”. Estábamos en casa, Lucas ya estaba dormido y llega el tsunami. Cuando a la madre la arrastra el agua con su hijo Lucas, al que pierde y trata desesperadamente de agarrar, cuando son golpeados con violencia por todas las cosas que arrastra el agua…no podía respirar, la sensación de miedo, el hecho de que el niño se llamase como hijo, el sufrimiento que estaba viendo me hicieron tener una crisis de pánico. Tuve que apagar la película e ir a tumbarme en la cama con mi hijo, que dormía plácidamente.
  • Cuando me convertí en madre pasé de pensar sólo en mí a poner a mi hijo por delante. Recuerdo cuando era pequeña y había algo rico para comer, mi madre no se lo comía por dárnoslo a nosotras. Esas cosas sólo las hace una madre (y un padre). Antepones a tus hijos a tus  necesidades. Ellos se convierten en lo primero y en lo más importante, después, si sobra, si puedes, si hay tiempo, vas tú.
  • Hace 14 años que me convertí en una leona luchadora. Como decía una casposa de esas que salen en la tele “yo por mis hijos mato” Y es así, luchas por ellos hasta tu último aliento. Como madre no permites que les hagan daño (aunque les van a hacer daño muchas veces y no podremos evitarlo y sufriremos con ellos). Como madre te sacrificas, luchas, lo haces todo por su bienestar y en su beneficio. A veces me pregunto cómo he conseguido llegar donde estoy yo sola. Porque sí, porque aquí he llegado con poca ayuda, con mi fuerza y mi tesón. Cuando Lucas tenía 6 meses su padre nos dejó, nos quedamos sin casa (menos mal que mis padres nos acogieron casi dos años), sin trabajo, sin coche, con deudas y por supuesto, él no pasaba un duro de pensión. Pero yo me busqué la vida, encontré trabajo, me compré un coche, alquilé un piso y yo sola, con un niño pequeño, lo hacía todo, lo eduqué y lo saqué adelante. Hoy puedo decir con orgullo que mi hijo es un niño maduro y responsable ¡y adolescente!, que valora todo lo que he hecho por él aunque a veces lo olvide, es un niño sensato, seguro de sí mismo, cariñoso, educado, que se preocupa por los demás. Y eso lo hemos conseguido los dos, él con su forma de ser y yo con mi lucha diaria. ¿Quién me iba a decir hace 14 años que hoy tendría dos hijos y sería single mami?cumpleaños

Seguro que hay muchas más cosas que cambiaron en mi vida hace 14 años, cambios grandes y cambios pequeños, pero todos para bien. No cambio mi vida de antes con la de ahora, a pesar de sus malos momentos. Tengo dos hijos maravillosos, con los que disfruto muchísimo, que me han enseñado a ser mejor persona, dos hijos que también a veces, estoy deseando que se vayan a dormir y me dejen un rato de tranquilidad, dos hijos que son mi mayor tesoro.

Lucas fue el que abrió el camino del cambio, el que llegó a mi vida hace 14 años y la transformó, el que me hizo ser madre. ¡Muchas felicidades hijo! Gracias por haberme elegido para acompañarte en este camino.

Quien siembra amor recoge amor

Hace algo más de 60 años nació Mariano, en una familia autoritaria, donde obedecer a los padres sin rechistar era la norma y decir “si señor” a todo era lo normal. Mariano quedó huérfano de padre siendo muy joven y se vio obligado a madurar rápidamente para cuidar de la familia. Las muestras de cariño nunca se vieron en esa casa.

Mariano creció, se casó y fundó su propia familia. Pero lejos de evitar los errores del pasado, volvió a cometerlos y en su propia casa tampoco se demostraba el amor. Tuvo una hija, Sonia, que creció en un ambiente sin besos, ni abrazos, sin cuentos antes de dormir y sin cosquillas en la cama al despertarse. A ojos de su padre, Sonia no hacía nada bien. Las cosas buenas no se valoraban en su casa, su padre sólo resaltaba las malas, aunque no fuesen importantes. Creció siendo comparada con distintas personas, todas mejor que ella. Sin obtener respuestas lógicas a sus preguntas; las cosas se hacían así porque el padre decía y punto. No fue de extrañar que la relación padre e hija no fuese muy cordial y Sonia no quisiera contarle cosas a Mariano. Lo más ilógico de todo era que pasados los años, el padre se enfadaba porque no contaba con él para nada, porque no compartía sus confidencias… ¿qué esperaba? Uno recoge lo que siembra.amor

Herencia de su infancia, a Sonia le costaba prodigarse en muestras de afecto con el resto de las personas. Eso no le impidió ser una persona risueña y extrovertida, aunque no pudiese dar abrazos.

Hasta que formó su propia familia. Al nacer su primer hijo, Bruno, sintió que todo el amor que había tenido guardado había estado allí esperando para él, para ese niño inocente y perfecto que había nacido de su ser. Y así, Sonia supo cómo demostrar el amor, dejó que lo que había en su interior saliese y Bruno creció rodeado de amor, de besos, de abrazos, de cuentos antes de dormir y de cosquillas al despertar, de palabras de ánimos y escuchando cuánto le querían continuamente. Evidentemente, Mariano no comprendía aquello y durante años, criticó a Sonia por ser tan “blanda”, por proteger tanto a su hijo, decía que en el colegio se iban a reír de él por querer tanto a su madre. A la menor oportunidad, cuando se quedaba sólo con su nieto, aprovechaba para criticar a Sonia delante del niño y hacer exactamente lo contrario de lo que ella haría. Chocaron muchas veces por ese motivo, hasta el punto de evitarle y no querer volver a verle. Pero las circunstancias de la vida hicieron que Sonia necesitase a sus padres para cuidar de su hijo en algunas ocasiones.

Lo que Mariano no esperaba era que Bruno creciese y empezase a verle igual que lo veía su hija, como un adulto que no sabía dar cariño, que sólo sabía criticar al niño que era, que nunca valoraba los logros del pequeño y que sólo le echaba en cara sus defectos. Un adulto que criticaba a su propia madre por darle cariño. ¡Ah no! Bruno también se enfadó con Mariano y empezó a distanciarse. Y Mariano, en vez de darse cuenta que la culpa era suya, culpó a Bruno por ser un malcriado, culpa que venía directamente de Sonia.

Luego nació Maya, una niña que llenó la casa de nuevo de risas, de la inocencia pura del amor, que confirmó que criar a los hijos rodeados de amor y cariño era lo mejor para ellos. Una niña que con casi 4 años tomaba teta de mamá y dormía en su cama. Mariano ardía de rabia. Y seguía con sus críticas a la forma de crianza de su hija. Y seguían discutiendo por ese motivo.amor

La vida a veces es difícil y Sonia se encontró sola criando a dos hijos, motivo por el cual tenía que echar mano de sus padres de vez en cuando. Maya no soportaba la ausencia de su madre, no quería que fuese a trabajar, despedirse de ella era un momento muy duro, la niña lloraba y abrazaba fuerte a su madre mientras ella intentaba calmarla con palabras dulces y tiernas, la llenaba de besos y le prometía que volvería pronto. Le rompía el corazón separarse de su hija y verla llorar así.

¿Cómo puede un adulto estar tan ciego? ¿Cómo puede pensar que el amor, que el cariño, que el respeto hacia los hijos les causa algún daño? Mariano sigue pensando que Maya llora cuando su madre se va al trabajo por su forma de crianza, por compartir cama con ella, por seguir dándole el pecho, por hablarle con voz tan dulce, por llenarla de besos y abrazos, por contarle cuentos antes de dormir y por llenarla de cosquillas al despertar. Mariano está ciego, no consigue ver las diferencias que consigue el amor.

Mariano fue desapegado con su hija. Consecuencia: su hija no tiene ninguna confianza con él, su hija no le da besos ni abrazos, su hija no quiere contarle las cosas, su hija casi no quiere verlo.

Sonia está muy apegada a sus hijos. Consecuencia: sus hijos no quieren que se vaya, sus hijos hacen una fiesta cuando ella vuelve, sus hijos le cuentan sus problemas e inquietudes, sus hijos la abrazan por el pasillo y le lanzan besos desde el otro lado del salón, sus hijos se tiran con ella en la cama los sábados por la mañana para compartir un momento de risas y confidencias. Sus hijos le hacen dibujos de corazones y le escriben notas de amor que cuelgan en la nevera.

Uno recoge lo que siembra. Ama a tus hijos sobre todas las cosas, hazles ver lo mucho que les quieres, lo mucho que valen, lo mucho que te importan. Apóyales en sus decisiones, aunque no sean las tuyas. Llénales de besos y de abrazos, valora su individualidad, no les compares con otras personas.

Quien siembra amor recoge amor.

Nota de la autora-Historia basada en hechos reales, aunque he cambiado los nombres 
de los protagonistas. Si alguien se da por aludido...

Aunque pasen 100 años

Aunque pasen 100 años No podré olvidar tu mirada, tus gestos, tu sonrisa. No podré olvidar tu voz, tu dulzura, tu bondad. Aunque pasen 100 años, no podré olvidarte.

Hoy hace 1 año que te fuiste. Un tiempo raro, que ha pasado lento y a la vez deprisa. A veces me parece mentira que ya haya pasado un año. A veces me parece mentira que sólo haya pasado un año. Pero el tiempo pasa inexorable y yo no dejo de pensarte.

Te recuerdo cada día, muchos momentos del día, en una canción, en un olor, en una situación, en un recuerdo. Te veo por la calle, un destello de tu presencia y al instante siguiente no estás. ¿Cómo he podido confundir a esa persona contigo? Su pelo me ha parecido el tuyo, sus andares me han parecido los tuyos, esas gafas, ese abrigo. Veo la tele y la sonrisa de alguien me recuerda a ti, los pómulos de ese actor, las manos de ese otro…estás en todos lados y en realidad no estás en ninguno.

El tiempo pasa, pero el dolor no se va. Disminuye, es cierto, te acostumbras a vivir sin ti…o no, no te acostumbras a nada, pero te adaptas, que no es lo mismo.

El tiempo pasa pero sigo sintiéndome tan culpable. No por lo que te pasó, de eso ya sé que no tuve la culpa. Pero me culpo por todo lo que no te dije, me culpo por los abrazos que dejé de darte, me culpo por los enfados sin sentido que a veces teníamos, me culpo por no haberte dicho más a menudo lo maravilloso que eras, me culpo por dejar que las cosas siguieran sin hacer mucho esfuerzo, me culpo por las cosas que no te dije, por los besos que no te di. Y cada noche, antes de dormir, lo pienso y encuentro la manera de solucionarlo.

Tú y yo éramos forofos de las pelis de ciencia ficción. Cuántas y cuántas habremos visto en las que la gente viaja en el tiempo, son capaces de cambiar el pasado o de hacer tratos con seres de otros mundos para cambiar las cosas. Era nuestra temática favorita y ahora pienso en eso cada noche, antes de dormir. Cada noche consigo cambiar el tiempo, consigo viajar al pasado, despertarme antes de que empezase la pesadilla, cada noche consigo volver a verte y a abrazarte y lloro, lloro porque una felicidad infinita me recorre. Tú te extrañas y corres a abrazarme pensando que me pasa algo y yo te abrazo y no quiero soltarte, feliz de tenerte de nuevo. Y así me duermo cada noche, soñando que por un momento consigo volver atrás, soñando que puedo cambiar las cosas, decirte todo lo que debería haberte dicho, reírnos juntos, ver crecer a nuestros hijos. Y cada mañana me despierto y todo sigue igual.

Aunque pasen 100 años no dejaré de pensarte cada día. Vivo momentos como si fueran tuyos, disfruto de Sara como si tú estuvieras delante. Intento mirarla con tus ojos. Sonrío y a la vez me muero de pena. Porque sé que no estás, sé que no la ves, que no la tocas, que no la abrazas, que no la hueles, que no la bañas, que no le haces cosquillas, sé que no la oyes y no ves lo mayor que se hace. Quizás nos mires desde algún sitio, quizás sí consigas vernos, quizás cuando miro las cosas por ti, tú lo sepas y lo disfrutes también, quizás…pero no estás, esa es la verdad.

El tiempo va pasando y el dolor va mitigando. O eso parece. Pasan los días y un día me doy cuenta que llevo varios días sin llorar, parece que estoy más tranquila, más acostumbrada a esto que me ha tocado vivir y de pronto, todas las emociones vuelven a agolparse en mí, de pronto otra vez estoy más triste, otra vez duermo peor, otra vez lloro más. Esto es como una montaña rusa de sentimientos, subes y subes y no sabes cuándo vas a caer en picado.

Sara llegó de la guarde con un regalo para ti el día del padre y quería dártelo. Me preguntó cómo podía ir al cielo a darte tu regalo y un abrazo. Y yo me sentí morir. Le expliqué que estabas lejos, que nos miras pero que no podemos ir a verte, y se quedó conforme por un rato. Pero yo no. Me dieron una gran idea y la pusimos en práctica para mandarte tu regalo. Meter tu regalo, junto con un dibujo que te hizo y unas notas de amor de Lucas y mía en un globo lleno de helio y soltarlo para que subiera al cielo. Durante mucho rato estuvimos los tres unidos, viendo cómo subía el globo para llevarte nuestro amor, hasta que se hizo muy pequeño y dejamos de verlo. Sara estaba preocupada por si se perdía pero yo le he dicho que el globo iba hasta tu estrella y que tú lo encontrarías. Entonces se quedó muy feliz. Ya sabe cómo comunicarse contigo. En cada fecha señalada te mandaremos un globo lleno de amor. Cada vez que estemos tristes y queramos hablar contigo, te mandaremos un globo lleno de besos y abrazos.

El tiempo pasa inexorable y hay días que me gustaría borrar del calendario, pero no puedo. Ayer 6 de Abril fue nuestro aniversario de boda. Hoy 7 de Abril es el aniversario de tu muerte. ¡Qué cruel destino que junta fechas tan opuestas!Boda24

Pero aunque pasen 100 años, nunca podremos olvidarte. Espero que lo sepas. Y que lo notes. Y que nos veas.

Te quiero

Mi pequeña cumple 3 años

El tiempo pasa tan rápido y deberíamos aprovecharlo al máximo. Hoy cumples 3 años y parece que fuera ayer cuando llegaste al mundo.

Recuerdo cada instante con suma claridad. Esa noche empecé a tener contracciones, me levanté de madrugada a comer chocolate, jeje, me lo pedías desde dentro. Me acosté e intenté seguir durmiendo un poco, aunque sabía que el día había llegado. A lo largo de la mañana las contracciones iban siendo mayores, aunque estaba muy tranquila mientras dejaba que todo siguiera su curso. Sobre la 1.30 de la tarde ya decidí decirles a papá y a Lucas que había llegado el momento. Lucas se fue con los abuelos y yo me di una ducha caliente, para relajar un poco más mi cuerpo. Después de ducharnos comimos algo, no sabía cuánto iba a durar tu parto y no quería que me diese hambre en un rato, así que hasta casi las 3 no salimos de casa, yo calmada y tranquila.

En el coche, las contracciones empezaron a ser más frecuentes y más dolorosas, bromeaba con papá sobre qué pasaría si nacieses en el coche. Llegamos al hospital y aquello cada vez iba más deprisa, pero a pesar del dolor, yo estaba tranquila, sabía que faltaba poco para tenerte entre mis brazos. Me exploraron y tenía 5 centímetros de dilatación, aún faltaba un rato, dijeron. Me pusieron monitores un ratillo mientras papá se iba a hacer los papeles del ingreso. Yo no quería estar mucho rato tumbada y quería pedirles que me quitasen los monitores para poder moverme en cuanto pudiese. Pero no hubo tiempo. De pronto, note como si fuese una botella y me hubiese descorchado, un líquido tibio salió de mí. Y enseguida, tu cabeza comenzó a salir detrás. Estaba sola en una sala y todo mi cuerpo pedía que empujase, toda tú querías estar fuera. Llamé a la matrona que me confirmó que estabas coronando, y allí en la cama, sin más compañía que la matrona, la auxiliar y tu padre que por suerte llegó en ese momento, naciste. Natural. Sin intervenciones. Sin luces fuertes. Sin el frío del paritario. Mi cuerpo se abrió para dejarte salir y rápidamente sostenerte en mis brazos, en mi pecho. Tu boca se abrió y por instinto agarraste mi pezón. Fue el momento más mágico que he vivido nunca.

Y ya han pasado 3 años de aquello. Lo recuerdo como si fuera ayer. Y he vivido cada día de estos 3 años como unos días mágicos y maravillosos. Evidentemente hemos tenido algún día peor que otro, a veces te empeñas en una cosa y no paras y te enfadas si no puedes conseguirlo, aunque con cariño y paciencia acabamos cambiando el tema y haciendo otra cosa. Eres una niña buena y cariñosa, te encanta dar besos y abrazos (sólo cuando tú quieres, cosa que me parece genial, yo nunca te obligo y no quiero que des besos a nadie por obligación) eres divertida, inteligente, parlanchina y una artista con las pinturas. Eres una niña feliz que va creciendo y dejándome entrever la maravillosa persona que serás. Y eres una niña a una teta pegada, gracias a ti he podido comprobar lo maravilloso que es llevar 3 años de lactancia.feliz cumpleaños

Ojalá pudiera decir que todos nuestros días han sido fantásticos, pero desgraciadamente, no ha sido así. Tan pequeña has tenido que enfrentarte a la pérdida de tu padre y aunque eres pequeña para entender con claridad lo que significa la muerte, sí sabes que papá no está aquí con nosotros. A veces le llamas y lloras porque quieres que vengas y casi siempre le hablas mirando al cielo y le mandas muchos besos, porque él vive en una estrella que nos vigila cada día y nos quiere muchísimo. Me apena y me alegra a partes iguales verte hablar con él, enseñarle las cosas que haces y lanzar besos al aire, me parte el corazón pero también me hace sentirme orgullosa de ti y de tu amor tan grande por papá.

Aunque papá nos acompaña cada día de alguna manera, desde dentro de nuestros corazones, este año tu cumpleaños va a ser diferente. Yo intentaré ser valiente, tener la sonrisa más grande en la cara, hacer que este día sea muy especial para ti, ya entiendes que hoy eres la protagonista y estabas deseando que llegase el día de tu cumple. Pero para mí hoy es un día tremendamente triste. Papá no podrá besarte ni abrazarte ni felicitarte ni decirte lo mucho que te quiere. Papá no podrá escuchar las historias que nos cuentes cuando salgas del cole y nos relatos tu mañana. Papá no podrá disfrutar el fin de semana de la fiesta en familia.

Pero aunque papá no esté en persona, yo si estaré. Y seré cariñosa por los dos y escucharé por los dos y te daré besos y abrazos por los dos y tu tercer cumpleaños será un día fantástico y maravilloso que recordaremos siempre. Y cada día seré la mejor madre y el mejor padre del mundo.

Deseo que sigas llenando nuestras vidas de alegrías. Y las vidas de muchas personas. Tienes un corazón inmenso, lo sé,  eso lo heredaste de papá y deseo que pasen muchos, muchos años y sigamos viviendo felices y recordando el día que llegaste a cambiar nuestras vidas y celebrando contigo cada nuevo año, cada día, cada pequeño momento. La vida está hecha de pequeñas cosas que son las que deberían importarnos, y para mi, cada sonrisa tuya es una gran momento.

Te quiero Sara. ¡Feliz cumpleaños!

Un único propósito para este nuevo año: disfrutar de mi familia

Cada año, al sonar las campanadas, le gente se besa, se alegra, se felicita el año y se llena de buenos propósitos. Todo es felicidad y buenos deseos, muchas personas se proponen hacer cosas que luego, la mayoría de las veces, no cumple. Y en cuanto han pasado un par de días, se nos olvida la alegría y la felicidad y volvemos a nuestras vidas de siempre, a las carreras, a los horarios, a las prisas, a los enfados, a los nervios y nos olvidamos de esas horas en las que el año llegaba cargado de buenos propósitos.

Yo sólo tengo un propósito. Y quiero compartirlo con vosotros, para que también tengáis el mismo.

En abril del año que acabamos de terminar falleció mi marido. Un suceso que nos dejó a todos confundidos, doloridos, solos. Dicen que el tiempo todo lo cura, pero el tiempo pasa despacio y puedes pensar en todo una y otra y otra vez. Hay dos cosas que no dejan de pasarme por la cabeza. Una son los “y si…”. “Y si no hubiese ido a correr…” “Y si hubiese ido con los niños en el coche…” “Y si le hubiese dicho…” Esos “y si” no llevan a ninguna parte, está claro, aunque no puedo evitar que me ronden. La otra cosa que no deja de pasarme por la cabeza es pensar que debía haberle abrazado más, deberíamos haber discutido menos, debería haberle dado más besos, deberíamos habernos reído más veces… Está claro que esto tampoco tiene solución con él. Pero sí la tiene con el resto de mis seres queridos. Y de los vuestros.

Mi propósito, vuestro propósito para este 2015 debe ser disfrutar más de nuestros seres queridos.preciosa familia

No nos damos cuenta, pero la mayoría de las veces damos las cosas por sentadas. Pensamos que siempre vamos a estar aquí, pensamos que la persona con la vamos a compartir nuestra vida estará aquí para siempre, descuidamos nuestras relaciones de pareja, nos alejamos de seres queridos, no pasamos el suficiente tiempo con nuestros hijos….

El propósito más importante para este año es que las personas a las que amamos lo sepan. Decidlo, decidles a vuestros seres queridos lo mucho que los queréis, dad muchos abrazos, muchos besos, parad un poco y sonreíd un poco más. Nunca os vayáis a la cama enfadados, aunque hayáis discutido, antes de dormir abrazar a esas personas a las que amáis y todos dormiréis mejor y más felices.

Yo lo llevo poniendo en práctica varios meses y seguiré haciéndolo todo este año, y el próximo, y el siguiente… Amo muchísimo a mis hijos, ellos son el motor que impulsa mi vida, ellos son los que en los momentos más duros me han dado ánimos para levantarme y seguir, por ellos hago cualquier cosa. Y lo saben, porque no paro de decírselo.

Quizás antes de que Jose falleciera se lo decía menos, aunque yo siempre he sido muy cariñosa y les he dicho muchas veces lo mucho que les quería. En ese sentido, nunca me han faltado palabras de cariño. Pero ahora, ahora les digo muchas más veces lo mucho que les quiero, ahora les doy más besos y más abrazos.

Ahora saco ratos para ellos debajo de las piedras. Hace tiempo leí sobre un método para rentabilizar el tiempo a la hora de trabajar desde casa y no distraerse. Pues nosotros en casa lo hemos aplicado a nuestra manera. Está claro que siempre tenemos un montón de cosas que hacer, trabajar fuera de casa, trabajar dentro de casa, hacer comidas, tareas domésticas… Cuando estamos en casa haciendo cosas, por ejemplo, los fines de semana por la mañana que los dedicamos a dejar la casa más ordenada, ponemos el cronómetro 20 minutos y durante ese rato sólo nos encargamos de lo que toca (limpiar el polvo, cambiar sábanas…) Cuando suena el reloj tenemos 5 minutos cronometrados para perder el tiempo, sentarnos juntos un rato en el sofá a ver algo que a Lucas le apetezca o hacer puzles con Sara. Y luego vuelta a empezar. De esa manera, aunque estemos ocupados, siempre hay tiempo para parar un momento y estar con los niños. También lo hago cuando estoy al ordenador y ellos están entretenidos haciendo otras cosas. Pongo el temporizador y cuando suena, descanso un rato y hago cosas con ellos.

Muchas veces Lucas y yo discutimos, está en esa edad en la que casi todo le parece mal. Pero siempre, cuando se nos pasa el enfado y nos hemos calmado, nos abrazamos, besamos y nos decimos que nos queremos. Es muy fácil y es mucho más placentero. Y si nos enfadamos por la noche, cuando ya se ha metido en la cama, voy a hacer las paces con él y a desearle buenas noches. Con Sara también me enfado, pero por otras cosas. Y a veces grito a mis hijos, eso es algo que intento cambiar. Pero siempre, cuando ya hemos arreglado el problema, me siento en el suelo para abrazarla y ambas nos sentimos muchísimo mejor.

No deberíamos perder ningún momento de nuestras vidas, pues no sabemos lo que duran. Y no deberíamos dejar de besar y demostrar nuestro amor a nuestros seres queridos. En este nuevo año que acaba de empezar, tenemos muchísimas oportunidades para hacerles sentir queridos y amados. El amor nos hace grandes y hace mejores personas. El amor es mi gran propósito para este año. Disfruta de tus hijos, disfruta de tu pareja, el tiempo pasa rápido y los buenos momentos no vuelven.

Te he llevado, siempre

Ya sabéis que me gusta leer otros blogs y otras páginas en las que hablan de las cosas que a mí me mueven, de la crianza respetuosa, de llevar a los bebés en brazos, de lactancia, de apego. A veces, mis lecturas me llevan a páginas escritas en inglés, y de vez en cuando, encuentro perlas que quiero compartir con vosotros.

Esta es una de ellas. Son unas palabras preciosas, que expresan, no sólo lo que siento desde que me quedé embarazada y lo que siento cada vez que llevo a mi hija en brazos, bien pegadita a mí, sino también, lo que siento por ellos siempre, hasta los momentos en los que no estamos juntos, y en lo que nos queda por venir. Los hijos crecen muy deprisa, de verdad, mi mayor ya tiene 12 años y se me han pasado volando. Quiero aprovechar cada momento del día con ellos, quiero estar el mayor rato posible compartiéndolo todo. Y llevando a mi hija en brazos, comparto mucho más que momentos.

 Te he llevado siempre

Yo te he llevado, siempre.

Antes de que fueras concebido, llevaba una parte de ti en mi alma. Cuando conocí a tu padre, miré en sus ojos y vi a la otra parte de ti, y te conocí, y recé para que tu llegases a ser.

Antes de que nacieras, yo te llevé en mi vientre. Cuando estabas inquieto te cantaba y te tranquilizaba y te decía cómo te amaba.

Cuando naciste, te llevé en mis brazos. Te besé y te abracé y te puse en mi pecho, para que tú pudieras saber que  hay luz y  calor y  bondad en el mundo.

Más tarde, te envolví en una tela y te llevé cerca de mi corazón. Te sostuve cerca de manera que pudieras oír que mi corazón latía como el tuyo; que éramos iguales, tú y yo, y que nunca tendrías que llorar solo.

Después de un tiempo, te llevaba en la espalda, de modo que pudieras mirar al mundo con confianza y alegría y supieras que formabas parte de él;  que pudieras compartir toda la belleza del mundo de igual a igual a todos los que viven en él.

Ahora, más tarde aún, te llevo cuando estás cansado o asustado. Así sabes que no importa lo agotado que estés, o lo que la vida tiene reservado, siempre puedes depender de otros para que te apoyen y consuelen.

Cuando crezcas, cariño mío, y tus aventuras te lleven lejos de mis brazos, sé que incluso en mi última hora, yo te llevaré. Te llevaré en mi corazón, porque siempre estás conmigo.

Te llevaré, siempre.

Podéis leer la entrada original aquí. Pertenece al blog Natural Mamas y está escrito por Christine Maguire

La maternidad de la A a la Z: A de Amor

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Como hablar de los sentimientos que nos despierta la maternidad y no dedicarle un post al amor. Pero al AMOR con mayúsculas, el amor por los hijos, el amor más puro que existe.

Confieso que en el otro, el amor romántico nunca he tenido mucha suerte, y no habrá sido porque no lo haya intentado, pero bueno.

Cuando me quedé embarazada de mi primer hijo y fueron pasando los meses, empecé a sentir esa sensación indescriptible de querer a alguien por encima de todas las cosas, sin conocerle siquiera. Cuando nació y le tuve en brazos, esa oleada de amor me inundó, me atascó la garganta, me cortó la respiración, hizo brotar mis lágrimas. Entonces, descubrí el amor verdadero, el amor incondicional, el amor para toda la vida.

Con los días, los meses, los años, el amor crece, da igual lo que pase, el amor por los hijos no se termina nunca.

10 años después de aquella primera vez, volví a pasar por lo mismo. En cuanto tuve a mi hija en brazos, pegada a la teta, supe que daría mi vida por ella. La amo profundamente, con un amor dulce y suave, amor con olor a bebé, amor lleno de risas, de besos, de abrazos.

Mi mayor me preguntaba un día a quien quería más de los dos. Le expliqué que los amaba a los dos por igual, pero él me dijo que tendría que dividir mi amor entre los dos. Yo le expliqué que el amor por los hijos no se divide, el amor por los hijos se multiplica. Cuando no pensabas que pudieras querer más a alguien, llega otra personita para revolucionar tu vida y llenar tu casa de amor.

Y es que, nunca se deja de querer a un hijo. Un hijo no es como un novio, con el que puedes tener una gran discusión y dejar de quererlo. Con un hijo puedes enfadarte, pelear, puedes pasar momentos difíciles cuando están en la pre adolescencia (…………como el mío, hablo con conocimiento de causa), pero por encima de todo, pase lo que pase, le amas, le quieres, hablas, buscas soluciones, pero siempre está el amor, ese amor no se puede romper.

Antes de ser madre, a veces oía la típica frase “no sabes lo que es el amor hasta que no tienes un hijo”. Y que razón tenía.

AMO a mis hijos por encima de todas las cosas.

Criar con apego

Últimamente se habla mucho del apego. Yo misma, hablo de ello y comparto publicaciones, artículos y todo lo que me parezca interesante en mi página de Facebook. ¿Pero, que es exactamente el apego?

Según la Real Academia de la lengua,
Apego- (De apegar)- 1. m. Afición o inclinación hacia alguien o algo.
Y en la versión del año 2005- Afecto, cariño o estimación hacia una persona o cosa.

La crianza con apego es una filosofía basada en los principios de la teoría del apego. Según la teoría del apego, un fuerte enlace emocional con los padres durante la infancia, también conocido como apego seguro, es un precursor de relaciones seguras y empáticas en la edad adulta.

Así que así es como deberíamos criar a nuestros hijos, con apego, con cariño, con una relación basada en la confianza.

Hoy en día, todo el mundo puede encontrar información en internet, grupos de apoyo a la crianza, múltiples herramientas disponibles para ayudar(nos) a muchos padres que andan perdidos en esto de criar un hijo. Es altamente recomendable. Yo misma intento aportar mi granito de arena, extendiendo la crianza en brazos como parte de una rutina normal en la vida de padres y bebés.

Ahora, con la princesa, me está resultando todo más fácil. Pero… hace 11 años, cuando nació mi príncipe, yo no conocía nada de esto. Y no por eso, le crié de distinta manera.

Llegué a casa con un bebé y muchas dudas. Con unas normas rígidas que me imponían dar el pecho cada 3 horas y 10 minutos de cada uno y con cientos de consejos gratuitos de todo el mundo, que parecía saber la forma correcta de criar a un hijo. En lo que más o menos todos coincidían era en que no debía cogerle mucho en brazos, porque se acostumbraba y en que tenía que dejarle en la cuna, para que aprendiera a dormirse sólo. Hasta me dieron un consejo que aún hoy, al recordarlo, me pone los pelos de punta. El príncipe lloraba mucho y me aconsejaron que en uno de sus múltiples llantos, lo “tirara” bruscamente contra la cama, para que con el susto, dejara de llorar… Menos mal que no se me ocurrió hacer caso de ese consejo, que desde luego, seguro que es más perjudicial que beneficioso.

El caso es que después de las consabidas visitas de los primeros días, me encontré sola en casa, con ese príncipe que no dejaba de llorar. Y empecé a dejarme guiar por mis instintos, y no por los “sabios” consejos que me daban.

Si lloraba y le cogía en brazos, se calmaba. Solución, me pasaba el día paseando con él arriba y abajo por la casa.
Si no había pasado el tiempo “estipulado” para la teta, pero tenía hambre, le daba la teta y se calmaba. Solución, empezó a mamar a demanda.
Si se despertaba varias veces por la noche y me lo metía en la cama para darle de mamar, hasta yo descansaba mejor. Solución, dormíamos juntos.
Y todo eso, a pesar de no saber por entonces lo que era el apego, ni la crianza en brazos, ni la lactancia a demanda ni el colecho. Simplemente, era lo normal y lo natural. Y me criticaron, vaya si lo hicieron. Pero me dio igual.
A mi príncipe lo crié contra la normas, con todo el amor y el cariño que me salía de dentro. Y diciéndole continuamente lo mucho que le quería.

Ahora, con 11 años, todos los días nos llenamos de besos. A veces, él me escribe notas de amor que me deja por los rincones. Yo le dejo réplicas llenas de corazones, para que lea cuando se despierte. Y nos decimos cientos de veces lo mucho que nos queremos. Es un niño bueno, amable y cariñoso. E imagino que gran parte de esta forma de ser, es gracias al cariño que recibió de pequeño, a lo que ahora sé que se llama “apego seguro”.

Y es exactamente lo mismo que estoy haciendo con mi princesa. Disfrutar cada momento del día. Llevarla en brazos a todas horas, ahora con ayuda de portabebés, colechar con ella, darle la teta a demanda y quererla mucho, simplemente, quererla.

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