No hay mejor lugar que los brazos de mamá

17 de Septiembre. Parece un día más en el calendario. Y lo es, es cierto, pero para mí, hoy el día es un poco más especial. Hace justo 39 añazos que decidí llegar a esta mundo, unas horas antes del cumpleaños de mi madre, es sí que fue un buen regalo de cumpleaños.

En todos estos años, me han pasado cientos, que digo, miles de cosas, unas buenas y otras no tanto. Cosas que forjan nuestro carácter y nuestra forma de ser. Nuestros sueños y expectativas. Y poco a poco, vamos creciendo y viendo el mundo con distintos ojos.

Porque no tiene nada que ver la visión de un niño a la de un adulto. Esa inocencia, que con el paso de los años vamos perdiendo. Entramos rápidos en la adolescencia y de ahí a la edad adulta, hay sólo un paso. Recuerdo como siempre quería ser más mayor, siempre quería tener un año más. Y un día, no sé cuándo, ya no quería eso, al contrario, quería tener un año menos…. Si es que pasan tan rápidos….

Y de pronto te conviertes en madre. Y de nuevo, ves cómo los años corren, pero ya no tanto por ti, sino, por tus hijos, que crecen y cada día te enseñan algo nuevo.  Cuando mi príncipe ya tenía unos años, siempre pensé que sería mi único hijo. Pero no quería conformarme con eso. Sabía que la maternidad me esperaba nuevamente. Fantaseaba con ser madre soltera, me ponía metas, me decía que si en X años no lo había conseguido, me haría una inseminación artificial. Al final, mi fantasía no fue tan descabellada. No, porque mi embarazo no se produjo de modo natural. Y porque ahora vuelvo a estar soltera, ironías de la vida…

Pero, esta maternidad me ha pillado mucho más adulta, mucho más madura. La estoy viviendo de otra manera. Ya lo sabéis. Ya me conocéis. Llevo muchos meses plasmando en estas letras todo lo que llevo dentro, esa maternidad que me ha transformado, me ha metamorfoseado (guiño a Nieves y Vero :-)). He vivido 18 meses intensos al lado de mi princesa, meses de 24 horas juntas, cansados y agotadores, es cierto, pero sobre todo, felices y completos. A veces me he preguntado que habría pasado si pudiera haber hecho lo mismo con el mayor…pero no pudo ser y bueno, creo que ya tampoco importa mucho, además, lo he hecho muy bien.

Él es mi hombrecito, mi punto de apoyo, es mi niño pequeño y mi tabla de salvación. Es cariñoso a rabiar. Es tierno y dulce. Siempre tiene una palabra amable en los labios. Siempre ve la bondad de las personas. Ahora está en época de cambios, claro, para él también pasan los años rápido y está entrando en la adolescencia. En una época difícil que tenemos que torear de vez en cuando. Y aunque discutimos más de lo que me gustaría y de lo que quiero admitir, siempre nos pedimos perdón y nos queremos más todavía. Él ha sido el primero en felicitarme, lleva días planeando mi cumpleaños, está más emocionado que yo. Me ha comprado un regalo con el dinero de su hucha, es la primera vez que lo hace. Yo no quería nada, me conformo con un detalle hecho con sus manos. Pero él quería sorprenderme con algo más, porque ya es mayor…. (Mientras escribo estas líneas, aún no sé lo que es, no le he dejado darme el regalo la noche de antes de mi cumple, le he pedido que aguante un poquito más, pero ya os lo diré).

Y, después de contar lo bien que lo hice con el mayor, espero estar haciéndolo igual de bien con mi pequeña. Esa flor preciosa que cada día me ilumina el alma. Esa personita que me ha hecho multiplicar el amor, saber que es posible querer a dos hijos por igual y de forma incondicional. Ella hoy no sabrá que es un día especial para mí. No importa. Para mí es más que especial sólo porque ella ha llegado a alegrar mis días. A llenarlos de inocencia, de descubrimientos, de nuevas palabras que surgen de su boca cada día, de besos lanzados al aire y estampados en mi cara. De abrazos a media noche y de su cabeza reposando en mi pecho. De esos suspiros de felicidad que deja escapar cuando ve su teta. De esas caricias suaves mientras mama relajada, tranquila y feliz.

Gracias hijos míos. Hoy quiero que sepáis que sois el mejor regalo que una madre pueda desear. No hay nada que compre estos momentos. Felicidades, mis tesoros, por ser tan especiales. Os quiero.

cumpleaños

Como ya sabéis, estos días hemos empezado la escuela infantil. Digo hemos, porque tanto la peque como yo nos estamos adaptando al proceso. Y al igual que ella, muchos niños nuevos se están adaptando y llorando a mares…

Pero hoy no voy a hablar de ese tema. Hoy voy a hablar de los portabebés.

El primer día, cuando llegué, había allí bastantes familias dejando a sus hijos. Íbamos entrando de uno en uno, hablando con la profe, que nos contaba normas y detalles. Y hubo algo que me chocó muchísimo. A todos los padres les decían lo mismo: Dentro del centro no se pueden dejar los carros ni las sillitas de paseo, las tienen que dejar en el patio de la escuela. Pero el centro no se hace responsable de los carros, porque, por lo que se ve, han robado varios, así que los padres tienen que llevar una cadena y un candado para sujetar el carro a las vallas. También les recomendaban que llevasen una burbuja para la lluvia. Pero no sólo para los días de lluvia, noooo. Para todos los días, puesto que los carros están en el patio, donde juegan todos los bebés y acaban llenos de arena de la que los niños lanzan por los aires. Evidentemente, a mi no me dieron esa información, porque yo iba con mi princesa en la bandolera, que me llevé de vuelta al coche cuando la dejé allí.

Carritos en la escuela

Unos días después, cayó un chaparrón de esos de sin previo aviso. La mayoría de los carros no tenían la burbuja, imagino que no estaban todavía preparados. Así que cuando llegué a por la peque, los carros del patio estaban chorreando, literalmente. Uno tenía una bolsa de basura puesta por encima, en plan apaño, que seguro que lo salvó bastante del agua. Imagino a todos esos padres y bebés, a la hora de salir de la escuela, los padres empujando un carro mojado con una mano mientras con la otra llevaban en brazos a un bebé, que dependiendo de la edad, sería más o menos pesado. Y si tenían que ir hasta el coche, bien, pero si tenían un largo paseo a casa….

Entiendo que hay muchas ocasiones en las que los carros sirven de ayuda. Aunque yo ni siquiera tenga uno, no voy a decir que no haya ocasiones en los que tengan sentido. Por ejemplo, hay padres que dejan a los bebés muy temprano en la guardería y luego se encargan los abuelos de ir a recogerlos y se vuelven a casa dando un paseo en el coche. Vale, eso lo entiendo. Lo que entiendo menos es esto que pasó uno de los primeros días de adaptación.

Carritos en la escuela2
Llego a un aparcamiento que hay cerca de la escuela, me bajo del coche con la bandolera puesta, cojo a la pequeña y la coloco en la bandolera mientras cierro el coche y me voy hablando con ella y dándole besitos. En el mismo instante, otra mamá acababa de aparcar al lado mío. Sacó la silla del maletero, la abrió, sacó a su hijo, lo sentó en la silla y se fue hacia la guarde. 50 metros de distancia. Evidentemente, yo llegué antes, a pesar de aparcar a la vez. Dejamos a nuestros bebés y yo me fui al coche mientras ella se quedaba sujetando su sillita a la valla, para que no se la robaran. Si por las mañanas vamos corriendo para llegar al trabajo, mi opción es mucho más rápida. Pero, la cosa no terminó ahí. Porque, 2 horas después, fuimos a recoger a los peques y volvimos a coincidir. Tanto su hijo como la mía, salieron llorando. Yo la cogí rápidamente en brazos, la puse pegadita a mí en el portabebé y nos fuimos hacia el coche, con muchos, muchos mimos. Ella en cambio, abrazó su bebé un momento y lo sentó en la silla, donde el pobre siguió llorando, porque tenían que llegar hasta el coche. Cuando yo ya me iba, ella estaba haciendo el proceso contrario de cerrar la silla y meterla al maletero. En esta ocasión, no sólo me he ahorrado tiempo, en esta ocasión, mi pequeña ha recibido más consuelo por mi parte en solo 50 metros.

Resumiendo, estas son las ventajas que le veo a usar portabebé ergonómico versus silla de paseo en la escuela infantil:
1. Ahorro de tiempo al meter y sacar la silla del coche.
2. Riesgo de que te roben el carro por dejarlo en la escuela aparcado.
3. Mi portabebé no se moja con la lluvia ni se mancha de arena por dejarlo en el patio.
4. Comodidad para la escuela, y por ende, para los niños, que tienen más trozo de patio libre para jugar.
5. Y el que considero más importante, la posibilidad de brindarles a nuestros bebés, que están viviendo unos días duros por la separación, abrazos, besos, cariño y palabras de amor, a unos solos centímetros de distancia.

¿Vosotros que opináis?

Hoy es sábado, SDS para ser más exactos. Muchos sábados tengo que faltar a esta sensacional propuesta de Bea mamá de dos, porque ando sin tiempo ninguno. Pero hoy, he sacado un momentillo de debajo de una piedra, jejeje, para enseñaros unas fotos que me transmiten mucho.

Sonrisas – Esta es de hace 4 años, mi príncipe enseñando los dientes, o la ausencia de ellos, y me encanta la cara de felicidad que tenemos los dos. Mira que me parecen guapos los niños cuando se les empiezan a caer los dientes, me transmiten tanta ternura…

Dientes

Urbana – Sí, las vacas cruzando la carretera un invierno en Soria.

Soria 1

Una semana más, os traigo mi aportación al diccionario de la maternidad, diccionario ideado por Vero trimadre/trigenia y que cada semana tiene más adeptos.

embarazada silla2 Pues resulta que en mi caso, las uñas tienen muuucho que ver con la maternidad, con la mía, y con la de mi madre. Ya veréis.

Era yo una tierna niña de solo dos años y medio cuando mi hermana llegó al mundo. Imagino que todos se desvivían por el bebé nuevo, porque yo la verdad, no me acuerdo, y eso, en mi mente infantil, provocó los temidos celos de hermanos, supongo. El caso es que empecé a morderme las uñas por aquella época. Nosotras crecimos, pero mi hermana siempre tenía que ser el centro de atención, la única, la mejor, la inigualable, la caprichosa, la egoísta, la que dejaba de respirar si no conseguía lo que quería…. Y mis padres se sometían a todas sus exigencias, y lo siguen haciendo treinta y muchos años después, con lo que seguían olvidándose de mí. Como para dejar de morderme las uñas. Es más, a eso le sumé hacerme pis en la cama, pero eso da para otra entrada. Con el tiempo, aprendí a no esperar nada, a no pedir nada, pero las uñas eran lo único que me consolaban, eran mi tranquilizante favorito en momentos de estrés.

Pasaron los años, crecí y nació mi príncipe. Me divorcié y en ese momento, sin casa, sin trabajo, sola, con un hijo, decidí dejar de morderme las uñas ¡ole mis narices! Y lo conseguí, vaya que sí. Estuve unos años que me las pintaba, más por tapar lo feas que eran que por modas, todo hay que decirlo. Peroooo, como buen vicio, que es de los que creo que no hacen daño, más que a la forma porreta de mis dedos, no pude evitarlo y volví a las andadas, y así sigo, mordiéndome las uñas día tras día, a veces me las devoro, por los nervios, y otras, consigo dejármelas dos o tres días sin morder, por el placer de morder unas uñas un poco más largas (soy rarita, lo sé, os dejo decirlo).

Pero, también os he comentado que mi maternidad tiene que ver con las uñas y esta historia, ya venía de mi más tierna infancia. Pues sí, aquí está la segunda parte. Mi segunda maternidad.

Cuando nació la pequeña, el mayor acababa de cumplir 10 años. Estaba preparado para todo, para dejar de ser el centro de atención, para ayudar, sabía que la pequeña iba a necesitar atención 24 horas del día y que algunas cosas iban a cambiar…. Sí, muy bonito, él conocía toda la teoría, pero en la práctica, todos los hermanos mayores, de un modo u otro, sienten que el hermano pequeño ha llegado para alterar su mundo. Y, casi sin darnos cuenta, empezó a morderse las uñas. Empezó a tocárselas mucho, luego a arrancarse trocitos con los dedos y ahora, casi no tiene uñas, de lo mordidas que las tiene. Viéndolo desde la perspectiva de madre, entiendo cómo se ponía la mía de nerviosa cuando me veía a mí con los dedos en la boca. Hay veces que le veo, como muerde y mira y busca y rebusca, a ver de dónde saca otro trocito y me pongo nerviosa, le digo que no lo haga, que se le están quedando los dedos feos….y se lo digo mientras yo misma me estoy mordiendo las mías. Suena un poco hipócrita ¿no?

Ains, la maternidad que ha destrozado las uñas de mi familia. Pero prefiero tener los dedos feos y los hijos que tengo y a los que adoro que lucir uñas preciosas y no disfrutar de mis tesoros.

Ha llegado el día. La vuelta al curro. Ese día tan temido. El día en el que tengo que dejar a mi 2 hijos, uno en el cole, contento y feliz, y a la otra en la guarde, triste y asustada.

Cuando sonó el despertador no podía ni abrir los ojos. Es increíble como funciona nuestra mente. Muchos días me he despertado a las 7, porque la peque se despertaba. Cuando conseguía que se volviera a dormir, yo ya no podía conciliar el sueño y me levantaba, fresca como una lechuga, a hacer cosas. En cambio, hoy, maldito despertador, he ha dejado el cuerpo fatal…. Una hora y media después hemos salido de casa, preparados para afrontar el primer día de trabajo. En el coche, la peque ya iba diciendo «cole, nene, no» y yo con la sonrisa forzada, tanto en la cara como en la voz, hablándole de lo bien que lo iba a pasar, que iba a jugar, a bailar, a pintar…. A dado lo mismo, cuando nos acercábamos, me ha abrazado fuerte y ha empezado a llorar. Y así la he tenido que dejar, llorando angustiada. Me he ido con un nudo en el estómago y con una angustia….

Luego, en el trabajo, y como adulta que soy, he manejado muy bien mis sentimientos. He visto a un montón de compañeros a los que no veía hacia tiempo, me he puesto al día, he arreglado papeles y he trabajado, evidentemente. Acordándome de mi peque cada dos por tres, pero al estar entretenida, y sobre todo, sabiendo que era poco rato,  se me ha pasado bastante rápida la mañana. Como me he pedido reducción de jornada, antes de la 1 estaba montada en el coche, deseado ir a por mis peques.

Ir a por Sara ha sido más duro que otros días. Se ha puesto a llorar en cuanto me ha visto y así ha seguido mucho rato después. La profe dice que cuando ella tiene que salir a algo, ir a por otros bebes que llegan, cambiar pañales, preparar desayunos, Sara se angustia y se pone a llorar. Solo se tranquiliza cuando esta con ella, pero no le puede prestar dedicación absoluta, claro, lo entiendo, pero me resulta tan doloroso imaginarme a mi niña pequeña en mitad del aula, sintiéndose perdida y asustada, llamado a su mamá y sin nadie que la consuele…..

El caso, la he recogido y se ha abrazado a mí, fuerte, pero sin mirarme. La he llenado de besos y dulces palabras pero no me hacía ni caso. Eso sí, no quería soltarme tampoco. Como venía en coche, la tenía que poner en su silla, pero ella no quería. 25 minutos intentando convencerla, que teníamos que ir a por el hermano, a casa a comer y dormir, pero nada, intentarlo era como si la silla diera calambre. Y yo, con mi paciencia y mi ternura infinita, sabiendo que estaba triste y solo quería estar conmigo….y pensando que el mayor salía del cole y yo no estaba. Al final, la he tenido que sentar a la fuerza y me he sentido fatal, porque ha ido con un berrinche todo el camino. Y mi pobre mayor, en el portal de casa esperándome desde hacía un rato.

En casa las cosas no han mejorado nada. Ni soltar el bolso he podido, vestida de calle, con ella en la bandolera, he calentado la comida, he puesto la mesa y he medio comido, porque no quería ni oír hablar de la trona, solo quería teta de mamá. La he soltado un segundo para levantar la mesa y se ha tirado al suelo de espaldas, con cabezazo y pataleo incluido. Cuando hemos ido a dormir la siesta, pensaba que caería rendida en el acto, pero noooo, también ha habido sesión extra de llantos, tortazos, patadas, gritos…. No quería que la cogiera ni la tocara, pero tampoco quería que la dejara sola y me fuera. ¿Qué le ha pasado? ¡Nunca la he visto así, tan exageradamente enfadada! Al final, sin camiseta, haciendo piel con piel y paseando en la mochila, he conseguido que se durmiera. Un rato. Mucho menos de lo acostumbrado.

Evidentemente se ha despertado llorando, pero no triste, parece enfadada porque me pega. Claro, cuando le digo que no se pega, se pone a llorar otra vez, ahora triste y desconsolada. Vaya tarde. Solo ha tenido un par de ratos buenos comiendo chocolate y gusanitos y luego, a la hora del baño.

¿Todo esto es por la guardería? ¿Por qué iba a ser sino? Lleva una semana bastante tristona, se enfada por nada, está más demandante, pero hoy ha sido exagerado. Hoy ha sido el primer día que se ha quedado más rato en la guarde. Y aunque ella no entienda de horas ni relojes, seguro que más o menos, ya sabía cuando iba a entrar yo por la puerta a buscarla. Y hoy no he ido cuando me esperaba.

Delante de ella intento estar alegre, contenta, relajada, pero he tenido unos ratos en los que he terminado llorando, de la impotencia, de no saber cómo calmarla, de verla tan desolada. No sé cuánto tiempo voy a poder con esto. Se acostumbrará….pero ¿¿a qué precio??
Mi príncipe querido me abrazaba y decía:» mamá, no llores, tu no la abandonas, es por nuestro bien, tienes que trabajar para poder darnos de comer» y a mí se me cae el alma a los pies… ¡Porque tiene tanta razón! Porque yo lo entiendo y él, como niño de 11 años, también. Pero ¿y la peque? La peque no entiende nada de lo que está pasando, nadie le puede explicar que esto es necesario y que, a fin de cuentas, es por su bien. Ella lo está pasando fatal y yo con ella.
Para colmo, ya están las voces sabias. Mi madre que me dice que la niña no debe portarse así, que me está tomando el pelo y que no se lo debo consentir. ¿Pero, por favor, que quiere que haga? Encima que está triste y enfadada, ¿la tengo que regañar?

Mañana le voy a llevar un juguete de casa, para que tenga algo que sea suyo en la guarde. El problema es que ella no tiene ningún juguete favorito, la verdad es que casi no hace caso a ninguno, peor aun así, lo intentaré.

Ahora que ya está dormida, espero que por lo menos tenga dulces sueños y no duerma pensando en mañana. Que será lo que yo sí voy a hacer seguro…

Uf, últimamente, parece que uso el blog solo para contar penas y desahogarme. Perdonadme todas las personas que me leéis, la mayoría entiende perfectamente lo que estoy pasando. Gracias por dejarme palabras de ánimos. Y espero poder en unos días contar más buenas noticias.

El sábado 7 de Septiembre, tuvimos una quedada familiar en el Retiro, organizada por  Joha, de Mimitos de mamá y Pilar, de Aprendiendo a ser madre. Fue un día genial y nos lo pasamos en grande.

Quitando un pequeño contratiempo para encontrar el punto de reunión, todo fue sobre ruedas. Entramos al parque por un puerta diferente a la indicada, porque la mitad de los alrededores del parque estaban cortados por la fiesta prevista por Madrid 2020. Y yo, ilusa de mí, que me oriento fatal, decidí que sabía llegar, “callejeando” por el parque. Evidentemente, nos perdimos y  aparecimos casi en la punta contraria, vaya paseíto, cargados con bolsas y maletas.

Nos juntamos un montón de familias, creo que éramos 35, que se dice pronto, algunas caras conocidas y otras nuevas.

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Felizenbrazos, Creativa y estimula, Mamifit, Mimitos de mamá, Peque en familia y Aprendiendo a ser madre

quedada 7s-2Hemos tenido de todo. Un ratito de bailes; una clase muy instructiva de masajes para bebés; una clase de gimnasia para mamás con bebés, que ha sido muy divertida; mi charla exprés de portabebés; psicomotricidad para bebés; y pintacaras y globoflexia para finalizar. Todo esto, amenizado con un montón de sorteos y regalitos que han cedido algunas marcas amablemente, y que las manos inocentes de los peques allí presentes se encargaban de extraer. Y un fotógrafo profesional, que nos hizo un montón de fotos y que estoy deseando enseñaros en cuanto nos las manden, que seguro que son mil veces mejores que las mías. Las fotos son impresionantes, y están especializados en foto familiar. La última foto, la de Sara dormida, es de Jorge y  El estudio de Blanca

A media mañana hicimos una pausa para comer y conversar con la gente allí presente, intercambiar opiniones y contactos. Y también para intercambiar comida. quedada 7sAquí voy a hacer un inciso para hablaros de alguien, que nos dejó un buen sabor de boca. Se trata de ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Enos, que es cocinero de profesión y tiene una empresa de catering, Cocino para ti.  Preparó un salmorejo para chuparse los dedos, que muchos de los presentes pudimos degustar, hasta mi princesa se relamía. Y la tortilla de patatas….vamos, si lo sé no me llevo comida de casa, jajaja. Además en el catering, tiene un servicio que me ha parecido genial. Prepara cenas románticas a domicilio. Si quieres sorprender a tu pareja, en un aniversario o un día especial y no tienes tiempo, esta idea te va a encantar. Dos platos, un postre, flores y velas, todo servido en tu casa, con la comodidad de tener a los niños durmiendo y a un precio espectacular. Este año, puedes sorprender a tu pareja. Mirad toda la información aquí.

Después de la comida, llegó la hora de mi taller de porteo. Fue una charla muy rápida, porque en media hora, casi no me dio tiempo a decir gran cosa. Hablé de los beneficios de llevar a los bebés en brazos, que son muchos y variados, de la prevención de la displasia de cadera y de la prevención de la plagiocefalia, y luego, enseñé una pequeña muestra de portabebés. Como todo era en directo, y después de la comida, el sueño hizo su aparición en mi pequeña princesa, que estaba con Lorena, pero no dejaba de llorar. Así que la cogí para enseñar una mochila ergonómica…….y se quedó dormida, un claro ejemplo del efecto somnífero de los portabebés.quedada 7s-3

Una siestecilla en la manta y un ratito más de diversión después, y ya empezamos a recoger para irnos a casa. Un día agotador y encantador. Deseando repetir de nuevo. Muchas gracias a Joha y Pilar por organizarlo, a todas las personas que han colaborado para hacerlo posible, y en especial, a todas las familias que habéis acudido y a las que he tenido oportunidad de conocer.

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Ya se ha terminado prácticamente el verano, y volvemos a las rutinas y las costumbres, volvemos a las cosas conocidas, unas buenas y otras no tanto… Una de las cosas que sí me gustan, es el Diccionario de la Maternidad, de Vero y que semana a semana, vamos completando, a veces, solo a veces, cuando podemos, porque, por querer, siempre querríamos.

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Esta semana he estado desconectada total, ya sabéis muchos lo que estoy pasando. Confieso que ni me había enterado de que esta semana volvía el súper diccionario, me he enterado hace un ratillo. A lo largo del mes de Agosto, he esbozado unas entradas para mi diccionario, que pensaba terminar de pulir para publicarlas cuando llegase el momento. Pero, ahora que ha llegado el momento, no me sale terminar ninguna de ellas, porque no son acordes al momento que estoy pasando. Así pues, y aún a riesgo de repetirme y de resultar cansina, he decidido hacer caso de lo que me dice mi corazón ahora mismo, y escribir sobre el sentimiento que esta semana me inunda.

S de Separación

A lo largo de nuestra vida, nos separamos de un montón de personas, de objetos y hasta de animales. Unas separaciones son forzosas, otras nos vienen impuestas; unas cuestan más que otras de asimilar. E incluso, en algunos momentos, hasta resultan beneficiosas. Pero hoy quiero hablar de la separación de los hijos.

Cuando nos convertimos en madres, no estamos preparados para la cantidad de separaciones que vamos a tener que vivir junto a ellos. Creo que pensamos en los duros momentos que tendremos que pasar al separarnos. Y según van pasando los años, a veces nos adaptamos, pero siempre nos duele.

Con el mayor, que tiene 11 años, he vivido infinidad de momentos de separación, todos duros y difíciles a su manera. Cuando empezó a ir a la escuela infantil; cuando empezó el colegio; cuando durmió por primera vez en casa de los abuelos; cuando se fue el primer fin de semana a casa de su padre; las primeras vacaciones alejado de mí; el primer día en casa de un amigo……… Y así, infinidad de ocasiones en las que, como ya digo, aunque nos vayamos acostumbrando, nos sigue costando, saber que nuestro niño va a estar alejado de nosotros. Esos momentos de separación, también son duros para ellos, evidentemente.

Hoy, hace justo 18 meses que mi princesa preciosa decidió venir a llenar mi vida de alegría. 18 meses que hemos compartido juntas, sin separarnos más que unas pocas ocasiones. Decidí dejarlo todo por ella, por vivir cada instante de su vida, por no perderme nada. El tiempo pasa muy deprisa, y un día te das cuenta de lo rápido que han crecido, de las cosas que ya no volverán. Te acuerdas de cómo con el mayor te perdiste sus primeros pasos, su primer pipí en el orinal o su primer dibujo con pintura de dedos, porque esas primeras cosas las hizo en la escuela infantil, y aunque luego lo seguía haciendo en casa, sentía que había perdido algo. Ahora, con la niña, no quería que me pasara eso. Y estos 18 meses han sido los más completos de mi vida.

Pero, inevitablemente, llega un día en el que tienes que separarte, aunque no te guste. Yo nunca lo he hecho por gusto, no he querido ir a “disfrutar” de algo sin ella, aunque mucha gente me decía que estaba bien hacer cosas sin los hijos, tener un ratito de libertad, tener tiempo para mí, me criticaban por estar tanto con ella, bla, bla, bla. Yo no he sentido esa necesidad de separación. Pero como digo, todo llega.

Y llegó el primer sábado por la tarde, en el que se fue con su padre y su hermano, a pasar el día con los tíos y los abuelos. Y me quedé triste  y sola. Y la casa se me hacía muy grande. Pero sabía que estaba bien, que ella se había ido feliz y contenta. Y así, cada fin de semana, se iba unas horas y nos separábamos, pero sin pena ni angustias.

Y llegó Septiembre. Y con él, la SEPARACIÓN obligatoria. Porque no me ha quedado más remedio que incorporarme a trabajar fuera de casa. No lo voy a volver a contar, está todo aquí. Y esa es la separación de la que quiero hablaros. La que nos causa una profunda angustia a las dos.

Ha comenzado la escuela infantil. El primer día estaba contenta, no sabía muy bien donde iba. Se quedó allí extrañada, y yo me fui sintiéndome rara y vacía. Con un nudo en el estómago. Las dos horas del periodo de adaptación pasaron lentas y antes de que llegase el momento, ya estaba allí para recogerla. Entonces, salió triste. La cogí en brazos, se apoyó en mí y no me soltaba, enganchada a la teta, me senté un rato antes de poder bajarla de la bandolera, porque no quería soltarme. Y tampoco quería hablarme. No decía nada, solo estaba allí, cerca de mí. Unas horas después, volvía a estar risueña, aunque esa noche, durmió fatal, llorando y nerviosa.

Pero lo peor han sido los días siguientes. Porque al llegar a la escuela, ella ya sabía que la iba a abandonar, que la iba a dejar en un sitio raro, con desconocidos, que iba a estar sin mí. Se quedaba llorando y salía llorando igual. Su conducta el resto del día ha sido bastante diferente de lo habitual. A parte de estar triste durante varias horas, llora con mucha más frecuencia que de costumbre, se enfada sin motivo, sólo quiere estar conmigo. Tiene angustia de separación. La misma que tengo yo por tener que dejarla. Cuando la recojo, intento estar el máximo tiempo posible con ella, recuperar esas dos horas que hemos perdido. Dormimos la siesta muy juntas. Y hasta cenamos juntas, porque no quiere sentarse en su silla. Está desconfiada, teme que la vuelva a dejar. Y me encantaría decirle que no va a pasar, que no me voy a ir. Pero no es así. Mañana por la mañana nos separaremos otra vez. Y al otro. Y al otro. Y nos adaptaremos, porque siempre lo hacemos. Pero eso no quiere decir que nos guste la separación. Ella aprenderá a la fuerza, que aunque llore, el rato que está en la escuela, yo no voy a aparecer para consolarla. Y poco a poco, dejará de llorar y se acostumbrará, incluso jugará y se divertirá. Pero cuando yo vuelva, una parte de ella estará enfadada conmigo, porque nos hemos separado. No lo entiende, por más que se lo explique, por más que se lo adorne, porque es muy pequeña.

¿Y yo? ¿Entiendo yo la separación? Pues tampoco. La tolero, porque soy adulta y sé que es lo que hay, que es lo que toca. Pero no la entiendo. No la quiero. No quiero separarme de mi pequeña, no quiero que la cuide otra persona. Quiero estar con ella las 24 horas del día, porque es mi hija, porque es lo que necesito, porque mis entrañas me gritan que quiero estar con ella. Porque ya tendremos tiempo de estar separadas, de que ella busque su espacio. Pero ahora me parece tan pequeña….

Separación, que palabra más dolorosa, que palabra más angustiosa.

El temido día llegó, ese día que tanto deseaba que no llegase. El día en el que tendría que dejar a mi pequeña al cuidado de unos desconocidos. Sí, inevitablemente, los días pasan inexorables y el día ha llegado. Ayer, mi pequeña empezó la escuela infantil.

La noche previa fue muy mala. Estaba nerviosa, no dejaba de pensar en que por la mañana, la peque se iba a quedar dos horas sin mí, en un sitio que no conoce y con gente a la que no ha visto nunca. No era capaz de dormir, no podía dejar de mirarla, tumbada a mi lado, con su cara de felicidad, sin saber lo que se le avecinaba. Imposible relajarme. Esa sensación de culpabilidad, de no haber hecho todo lo que estaba en mi mano, esa sensación de abandono…. A las dos de la madrugada seguía dando vueltas, buscando a algún alma insomne que compartiera mis penas por whatsapp, pero normal, todo el mundo estaba dormido…. Al final, conseguí dormirme, pero soñé que la princesa, cuando era mayor, me decía que la había abandonado…. Lo que hacen las cabezas pensantes. Vaya noche de pesadilla. Y para colmo, a las 7,15 de la mañana, se despertó y no se volvía a dormir. Bueno, no en ese momento, porque empezó a cerrar los ojillos justo 5 minutos antes de que sonase el despertador….

Esta primera semana es de adaptación. Nos tocaba empezar 2 horas al día. En cada centro, hacen las cosas de una manera, por lo que he podido observar. En casa no me di excesiva prisa con los desayunos ni nada, así que llegamos al centro a las 10.15. Como había más padres dejando a los niños, alargamos el momento de la separación otros 5 minutillos. Al llegar, la peque estuvo contenta y distraída, correteando por el patio de la mano de su hermano, subiendo a un tobogán… Pero en el momento en que su profe salió a buscarla, ya cambiaron un poco las tornas. Se subió a mis brazos y no se quería ir con ella. Al final, se fue, con cara extrañada, pero sin protestar, y hasta nos dijo adiós con la mano. En ese momento, cuando se la llevaron y dejó de verme, empecé a llorar. No lo podía evitar. Que nudo en el estómago, que congoja. Qué recuerdos, de pronto, todos acudiendo en tropel, de cuando pasé por la misma situación hace 11 años con el mayor. Pueden cambiar muchas circunstancias de la vida, pero la sensación de separación de tus hijos, esa no cambia por más tiempo que pase.

Me repito una y otra vez que no debo sentirme culpable, que ella va a estar genial, que va a aprender, que va a conocer a niños, que va a hacer cosas que en casa no hacíamos……. Me repito que es esta sociedad que vivimos la que nos “obliga” a incorporarnos al mundo laboral y dejar a nuestros hijos al cuidado de otras personas. Me repito la suerte que tengo, de haber podido dedicarle 24 horas al día durante 18 meses. Me repito que estoy casi en la ruina, por haber emprendido mi negocio, pero que no me importa, porque lo he hecho por ella y eso nos ha dado un montón de meses extras. Y también me repito que por ese motivo, tengo que volver a trabajar, para tener dinero para llegar a fin de mes y poder cuidar bien de mis dos hijos. Pero a pesar de repetirme todo eso, me sigo sintiendo mal. Con el tiempo, las cosas pasarán. Pero con el tiempo, espero también que el negocio despegue y pueda volver a pedirme una excedencia.

Uy, ya me he enrollado, que esto era un resumen del primer día de escuela.

Bueno, pues en esas 2 horas que tenía (menos, en realidad, jejeje), hice alguna cosilla y nos fuimos pronto a buscarla, 10 minutos antes de la hora estábamos allí, vamos, que en realidad ha estado 90 minutos de adaptación. No sé quién tenía más ganas de verla, si yo o su hermano, que se ha metido dentro, a ver si la veía en clase. Y sí, la vio, estaba tranquila, pero en cuanto ella le vio a él, se puso a llorar y se tiró a sus brazos. Y en cuanto me vio a mí, se lanzó a que la cogiera y a su adorada teta. Me dijeron que al entrar en clase lloró un poquito, pero que luego estuvo jugando e investigando por allí y estuvo genial. Nos han dado una agenda, que tenemos que llevar cada día. Primer día superado.

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El camino de vuelta a casa, no habló nada, con lo charlatana que está últimamente, sólo quería estar con su teta y apoyada en mí. Luego, parece que ya se relajó un poco y volvió a salir mi pequeña risueña de siempre. Aunque estaba bastante cansada del madrugón y nos echamos una pedazo de siesta las dos juntitas.

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Esta noche ha sido bastante movidita. Se ha revuelto más que de costumbre y se ha despertado un montón de veces llorando y diciendo «no, no, no». ¿Estaría pensando en la escuela?…. Y ahora queda esperar que los siguientes días sean, por lo menos, tan buenos como el primero. Pienso que dentro de un rato, cuando la lleve, le va a costar más, porque ya sabe que la voy a dejar allí y lo que le espera. Puffff, ya os contaré que tal nos vamos adaptando las dos. Porque esta semana es el periodo de adaptación, pero no sólo de la escuela infantil, también el periodo de las madres que sienten la angustia de separación de sus hijos.

 ¿Qué tal la adaptación a la escuela de los vuestros?

Quedada familiar

El sábado 7 de Septiembre, y aprovechando que aún hace buen tiempo, voy a asistir a una quedada familiar. ¡Y que ganas tengo!

Joha, de Mimitos de mamá y a la que tuve la suerte de conocer en persona el famoso 8J, ha organizado el encuentro y ha lanzado la convocatoria a través de las redes sociales. Lo mejor de todo, es que ella ha pensado en mí, para que ese día, haga un taller sobre los beneficios de llevar a los bebés en brazos y el uso respetuoso de los portabebés. Y claro, con lo que me gustan a mí estas cosas, no puedo, ni quiero, decir que no. Es más, estoy encantada y emocionada.

Tengo que decir que Joha fue la primera persona que me ayudó cuando empecé mi andadura en esto de lanzarme al mundo emprendedor. Junto con ella, pusimos en marcha un sorteo en su página y así, la gente empezó a conocerme. Y a día de hoy, cuando una mamá de su grupo tiene alguna duda sobre porteo, la remite a mí para que le dé consejo. 🙂

Bueno, pues os cuento de qué va esto de la quedada familiar. La idea es pasar un día muchas familias juntas, conocernos, intercambiar opiniones y pasar un buen día. Algunas somos bloggeras, otras, son mamás que nos conocen por las redes sociales, y de ese modo, podemos ponernos caras unas a otras, que ya lo estoy deseando.

Se va a hacer un picnic, ¡¡así que llevad la manta y la tortilla de patatas!! Se van a realizar actividades y juegos para los niños, charlas y talleres.  Y hasta va a haber un fotógrafo para inmortalizar los geniales momentos que vamos a pasar juntos.

Aquí van los datos del picnic: Sábado, 7 de Septiembre 2013, 11.30 horas, Parque del Retiro de Madrid, Puerta del Ángel Caído.

Desde el blog aprendiendo a ser madre hay un mapa con las indicaciones. De todos modos, si alguien tiene alguna duda de cómo llegar, podéis comentármelo y quedamos a través de los teléfonos móviles.

Pues espero veros a muchas por allí, para compartir un estupendo día de sábado. Qué me dices, ¿te apuntas?

Ya ha llegado la cajita Nonabox del mes de Agosto. Y como siempre, es una sorpresa recibirla. La Nonabox es una caja especial para embarazadas y bebés hasta 2 años de edad, que cada mes tiene entre 6 y 9 productos para ambos de grandes marcas. Si aún no la conoces, puedes enterarte de todo pinchando aquí.

Y como cada mes, abrir la caja supone un momento mágico para los 3, porque los dos niños se ponen nerviosos alrededor de ella.No

Esto es lo que contiene este mes:

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Jumbo crayons Crayola– 8 Ceras de colores, de tamaño grandes, para que las puedan coger las manitas de los pequeños. Recomendadas a partir de 12 meses. La princesa ya las ha probado también, cuando ve un lápiz o un boli, se pone loca de contenta, y con esto, no iba a ser menos, ya nos ha dejado sus primeros garabatos en papel (y alguno también por las paredes…)

Anuario Guía del niño 2013– Una revista muy completa, con información sobre el embarazo, el parto, el bebé, su alimentación y una guía de compras sobre cosas útiles. Bueno, le he echado un ojo por encima, no he tenido tiempo de leerla entera. Me chocó mucho ver en la portada una mujer porteando. Así que eso fue lo primero que miré. Siento decir que la foto de la portada no es la más adecuada, porque la mujer usa un fular elástico, pero tiene al niño en una postura nada ergonómica. Una vez en el artículo, me he topado de bruces con fotos de colgonas, a la vez que con buenos consejos, lo que me ha chocado aún más. Espero que el resto de la revista no esté llena de información contradictoria.

Babero para personalizar Un gracioso baberito blanco, ideal para bordar o estampar al gusto. Me ha parecido un detalle gracioso para regalarle a alguien, con el nombre del bebé. Como a la princesa este tamaño también le queda pequeño, estamos buscando dueño.

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Gusanitos Risi– Ni que decir tiene que ya no queda ni uno. Es que mira que están ricos… De siempre me han gustado los gusanitos, tienen algo, esa facilidad para comérselos… Y claro, los niños no iban a ser menos. Esta marca en concreto, es de las que más me gustan, tienen un sabor más natural. Los dos príncipes se la zamparon en seguida, aunque yo les he ayudado un poquito.

My cup tigex- Un vasito de aprendizaje, con asas ergonómicas y protector de la boquilla integrado, para que no se manche. Está realizada en un material irrompible y libre de BPA (Bisphenol A). Bueno, en este caso, el vasito va a buscar otro dueño, porque mi princesa bebe en vaso normal. Pero ya tenemos a quien regalársela, que seguro que lo aprovecha de maravilla.

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Inex jabón pediculicida– Un champú con aceite del árbol de té, conocido por sus propiedades para terminar con los molestos piojos y las liendres. Ya sabemos que todos los años hay brotes de piojos en los colegios, es normal. De momento, en casa nos hemos salvado todos los años, el príncipe nunca los ha cogido. Pero… no está de más tenerlo, por si algún día, esperemos que no, nos haga falta.

Toallitas higienizantes de manos Moltex- Envase ideal, para llevar en el bolso, y limpiar las manos de la princesa cada vez que terminamos de jugar en el parque, que termina llena de arena.

Pues eso ha sido todo por este mes. Si te interesan las cajitas Nonabox, aquí está la dirección de la página con todos los datos y con ejemplos de cosas que puedes recibir. Las cajas se personalizan en función de la etapa por la que estés, embarazada o según la edad del bebé, para que no te lleguen cosas que no te sirven.

Antes de finalizar, recordaros que hay un concurso activo con Felizenbrazos y Nonabox, y que está a punto de finalizar. Sólo por ponerle nota a mi blog, puedes ganar una estupenda caja especial vuelta al cole. Vamos, a que esperas, toda la mecánica del concurso está AQUÍ