No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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Lactancia, medicamentos y hospitalización

¿Alguna vez os habéis planteado que pasaría si os tuvieran que ingresar en un hospital, siendo madre lactante? Imagino que sí lo habéis hecho, como todas, pero creo que no hemos pensado en todas las consecuencias.

Cuando nació la princesa, esa idea se me pasó por la cabeza varias veces, incluso lo hablábamos en mi grupo de Mamás de Marzo. Al cumplir el mes o así, empecé a extraerme leche y congelarla en bolsitas, por si, algún día me pasaba algo, que la niña no se quedase sin comer. La verdad es que tuve suerte, y nunca me hizo falta. Pero no llegué a pensar en todas las implicaciones. No, porque la niña era muy pequeña y yo no pensaba más allá de la teta como alimento. Y ni siquiera pensé que eso me pudiera pasar a mí.

Pero va pasando el tiempo. Y vas viendo como la teta es mucho más que comida. Que la teta es el lugar seguro que tienen nuestros hijos, el lugar en el que se refugian cuando tienen miedo, cuando están cansados, cuando están tristes… Es su manera de dormir, de querernos, de decir que nos echan de menos; es su diversión y su consuelo. La teta es mucho más que comida. Y entonces, de nuevo te planteas que pasaría si tuvieras que estar ingresada en un hospital, porque, aunque tengas muchas bolsas de leche congeladas, ¿quién le va a dar la teta?

Últimamente he leído varios casos de mamás que han pasado por situaciones de este tipo. Mamás que han tenido que pasar horas en urgencias, atendidas por personal que no tiene ni idea de lactancia. Y mamás que han tenido que ser ingresadas varios días, encontrándose con muchísimos problemas de todo tipo.

Ya hemos hablado muchísimas veces de que la lactancia materna es una gran desconocida en el ámbito sanitario. Como enfermera, puedo aseguraros que durante los 3 años que estudié, todo lo que aprendí de lactancia fueron unas cuantas cosas en la asignatura de obstetricia. Y ya. Nadie nos habló de las recomendaciones de la OMS. Nadie nos explicó todos los beneficios que tiene la lactancia. Nadie nos contó la cantidad de nutrientes que tiene la leche. Y, por supuesto, nadie nunca nos dijo que la teta era mucho más. Y al igual que yo, el resto del personal sanitario (médicos, enfermeras, auxiliares) no tienen ni idea de lactancia. Aquí es donde entran las ganas de cada uno de aprender. En mi caso, he hecho cursos relacionados con la lactancia. Y como eso me sabía a poco, he leído muchísimo, he comparado información y sobre todo, me he dejado llevar por mi instinto. Me encantaría seguir formándome y ser asesora de lactancia, pero de momento, económicamente, se escapa de mis posibilidades. Pero bueno, no siempre creo que haga falta un título para ser casi una “experta”.

A lo que iba. El personal sanitario tenemos en nuestras manos la posibilidad de saber más sobre lactancia. Y, en caso de no saber, deberíamos tener la decencia de delegar el cuidado de las madres lactantes a otras personas que sí sepan. Porque, es en estos casos, en el del desconocimiento, en el que muchos médicos y/o enfermeras, se cargan lactancias.

La mayoría de las madres, sobre todo, si son primerizas, tienen una confianza ciega en los pediatras (y en todos los médicos en general). Y si a una madre, le dicen que tiene que dejar el pecho, pues muchas, pensando que el médico tiene razón, lo harán. Y bruscamente. Ya comenté en este post, como la pediatra había “prescrito” a la madre que le quitara la teta de golpe al niño.

¿Y qué pasa, por ejemplo, si te tienen que ingresar? Pues pasan cosas horribles.

Una mamá, al poco de dar a luz, tuvo un problema y tenía que someterse a una cirugía. El cirujano (¿qué leche sabía ese hombre de lactancia?), le dijo que tenía que suspender la lactancia porque la anestesia pasaba a través de la leche. Y los medicamentos que iba a tener que tomar. Esa madre, con todo el dolor de su corazón, y pensando que el médico era el experto y tenía razón, destetó a su hija. Lo que resultó un trauma para todos. Porque la pequeña no entendía que de pronto no tuviera su teta. Y le metieran en la boca una tetina de goma. Y le dieran leche de fórmula que no sabía a mamá. Y le quitasen el contacto con su madre. Pasaron unos días realmente malos. Y la verdad, sin ninguna necesidad. La anestesia general tiene una vida media muy corta, es decir, se elimina rápidamente. Una vez que la madre se hubiera despertado de la anestesia, podría haberle dado el pecho a su hija, puesto que ya casi no había anestesia en su organismo. Y con respecto a los medicamentos que tenía que tomar, la mayoría de los medicamentos son compatibles con la lactancia, sobre todo, medicamentos generales como analgésicos y antibióticos. Y ante la duda, hay una web utilísima y que todos los médicos, en caso de duda, deberían consultar. E-lactancia

Otra madre, tuvo que acudir a urgencias en mitad de la noche, por una reacción alérgica. Antes de que le pusieran medicación, ella dijo que estaba lactando y que necesitaba medicamentos compatibles con la lactancia. La tacharon de loca, de inconsciente, le dijeron que su hijo ya era muy grande, que su leche no alimentaba…. La miraron mal y la trataron peor. Ella les habló de e-lactancia, pero los médicos no eran capaces de admitir su desconocimiento y al final, se fue a casa con medicamentos compatibles “bajo su responsabilidad”.

El último y más vergonzoso caso que conozco es este, donde podéis leer como trataron a una madre lactante en el hospital Can Misses de Ibiza. Esta madre sí ha tenido problemas, problemas de verdad, por la medicación, pero sobre todo, porque no querían dejar que su hijo estuviera con ella. La historia es un poco larga, pero merece la pena leerla.

Si a mí me ingresaran, ¿de qué me serviría la leche congelada? Posiblemente a estas alturas, La princesa podría pasar unos días sin el aporte calórico de mi leche, ella come mucho y de todo, así que tampoco sería un problema. Pero no es esa la cuestión. La cuestión es que mi hija me necesita para dormir (y a mí me encanta, y no me importa, aunque haya gente que no lo entienda). Mi hija necesita estar conmigo. Ella es un bebé, y separar a un bebé de su madre durante varios días, no es una opción. Un bebé debería poder ingresar con su madre, estar con ella. Se escudan en que los niños no pueden estar en el hospital por el riesgo de contraer infecciones. Pero todos los días nacen niños en los hospitales. Y todos los días hay niños ingresados y no por ello contraen infecciones nuevas. Un bebé sano puede estar en un hospital con su madre. Evidentemente, si la madre está en estado crítico o aislada por una infección, habrá que restringir las visitas. Pero sólo en casos puntuales. En el resto de los ingresos, se debería permitir estar a los bebés con sus madres, tanto rato como el estado físico de la madre le deje. Porque, siendo realistas, una madre a la que le prohíben ver a su bebé durante varios días, va a estar mucho más angustiada (y la recuperación será peor) que una madre a la que le dejan estar con su hijo, que estará más tranquila y relajada y se recuperará antes.

Es vergonzoso que pasen cosas como estas, que las madres y sus hijos tengan que sufrir destetes forzosos, malos tratos psicológicos y todo tipo de comentarios sólo por necesitar querer estar juntos.

En caso de tener que vernos en alguna de estas situaciones, es importante que sepamos que tenemos derechos. Que no nos pueden tratar mal por dar el pecho a nuestros hijos, tengan la edad que tengan; que deberían buscar alternativas a la medicación en caso de que no fuera compatible con la lactancia; y que deben dejarnos estar con nuestros hijos durante una hospitalización el mayor tiempo posible. En caso de que esto no se cumpla, debemos poner una reclamación, hablar con la persona responsable del hospital e incluso, hablar con los medios, si llega el caso. Y nunca, nunca, suspender una lactancia de golpe, sólo porque lo diga un médico. Por favor, en caso de duda, es mejor contactar con un grupo de apoyo a la lactancia o con alguna mamá experta, para poder seguir con nuestra lactancia.

Colecho 2ª parte

Pues ahora le toca la segunda parte al tema del colecho, la de mi propia experiencia.

Mi primer hijo nació hace 11 años. Lo primero que hice fue poner la cuna en mi habitación, en mi lado de la cama. Cada vez que lo soltaba………buahhh, a llorar. Metía la mano por los barrotes y le acariciaba, le decía palabras tranquilizadoras, pero nada, no había manera. Así me pasaba las noches en vela, entre darle la teta y luego intentar que se quedara dormido en su cuna yo no conseguía pegar ojo. Una noche, sentada en la cama apoyada en la almohada mientras le daba de mamar, casi me quedo dormida y me asusté pensando que se me podía haber caído de los brazos. Así que empecé a darle la teta tumbada y como así estaba más relajada, me quedaba dormida, y él también, claro. Nos despertábamos, a veces le intentaba pasar a su cuna, pero quería teta otra vez, así que a tumbarse y dormir. Y sin nadie que me dijera nada ni ningún libro para informarme, pensé que era la manera más cómoda para darle la teta y poder descansar, que durmiera pegadito a mí. Él también dormía mejor, porque no lloraba, ya que me tenía cerca.

Cuando el príncipe tenía 6 meses, me divorcié  y me tuve que ir a vivir a casa de mis padres.  Todo el mundo me decía que el niño dormía muy mal, que se despertaba mucho, que tenía que enseñarle a dormir, bla, bla, bla, y yo, sensible como estaba con la separación, pues les dejaba hablar. Alguien me prestó un libro que no quiero recordar (si, ese tan horrible en el que todos estáis pensando) para enseñarle a dormir, y yo, tonta de mí, guiada por presiones, lo intenté. Varias noches dejando llorar a la criatura, se me partía el corazón. Por suerte para todos, mi abuela vino a vivir también a casa de mis padres y el príncipe y yo tuvimos que volver a compartir habitación, así que dejarle llorar no tenía sentido, porque estiraba el brazo y me tocaba. Y volvió a dormir bien, porque tenía a mami al lado. Con los meses, compramos una cama supletoria, que juntábamos todas las noches para hacer una cama gigante y allí, juntitos, dormíamos los dos. Y como no nos quedaba otra, nadie no podía criticar ni decir eso de “se va a acostumbrar, luego no va a querer dormir solo…”

Cuando tenía casi 3 años, por fin pudimos irnos a nuestra propia casa los dos solos. Y allí, con una habitación nueva para él solito, no hubo mayor problema en que durmiera en su cama y en su habitación. Ahora, con 11 años, es un niño muy sensible y cariñoso, tiene un corazón enorme, es empático, ayuda a todo el que lo necesita…. No sé si tendrá algo que ver el haber compartido cama conmigo durante esos primeros años. Pero no se acostumbró a nada malo, al contrario.

Y llegamos a la princesa, que ahora tiene 13 meses. Con ella sí que leí, sí que me informé, pregunté, busqué, comparé información…..y con ella sí tenía claro que quería que durmiera en la cama con nosotros. Por todos los beneficios que le aporta, que ya comenté en el post anterior. Y por la comodidad.

Tenemos la cuna sin barrotes pegada al mi lado de la cama. Los primeros días, fueron un poco más incómodos, porque ella era muy chiquitina y dormíamos con el miedo a aplastarla. Es increíble cómo te acuestas sabiendo que ella está allí, y ni te mueves, oye. Al principio, a veces adoptábamos alguna postura rara y por la mañana nos dolía todo, pero enseguida, aprendes a colocarte y a dormir bien.

Y cómo me alegro de haber dormido con ella desde el primer día. Porque nos pegamos un susto enorme, y creo que gracias a dormir así, juntas, no pasó nada malo. Ella tenía sólo 4 o 5 días y llevaba todo el día con una especie de arcada, que le pasaba de vez en cuando. Algo se le removía, le subía a la boca y al fin, vomitaba un poquito y se quedaba tranquila. Pero esa noche, le volvió a pasar, sólo que no salía. Y nos despertamos, más que con el ruido que hacía de las arcadas, con los movimientos. ¡Y estaba azul, morada, no podía respirar! No consigo quitarme de la cabeza esa imagen, mi chiquitina, tan pequeña, con un tono nada saludable, con ojos de pánico, me miraba desesperada, con arcadas que no iban a ningún sitio y no la dejaban respirar (uf, se me han saltado las lágrimas de recordarlo), intentaba llorar pero no podía, daba manotazos al aire y movía las piernas descontroladamente. Rápidamente, la puse boca abajo, apoyada en mi antebrazo, con la cabeza bastante más abajo que el culete y le di unos golpecitos en la espalda y de su boca salió una bola amarilla y pegajosa, espesa, moco, mezclado con líquido amniótico y calostro (supongo). Ahí rompió a llorar desconsoladamente y ya recuperó su color natural. Por cierto, os recomiendo hacer un curso de primeros auxilios, o por lo menos tener unas nociones básicas, ya haré un post al respecto. Yo actué muy bien pero el padre de la princesa daba vueltas por la habitación, con las manos en la cabeza diciendo, “hay dios mío, hay dios mío”. Después de ese día, tuvimos más claro todavía que queríamos dormir con la niña.

A parte de este incidente horrible, y que creo que solucionamos a tiempo por estar durmiendo juntos, el colecho nos ha traído muchos beneficios, y alguna que otra molestia, todo hay que decirlo.

Como beneficio principal, el descanso. Dormimos juntas, por lo que ella casi nunca se despierta del todo, si quiere mamar, hace ruiditos, la pongo a la teta y sigue durmiendo, sin llegar a despertarse. Y yo sigo durmiendo también. Me imagino si tuviera que sentarme, darle la teta y esperar a que estuviera dormida del todo para volver a soltarla, la de horas de sueño que habría perdido. Y no quiero ni pensar en los niños a los que sacan de la habitación con pocos meses, la de paseos que se deben de dar las mamis por la casa a oscuras, y en invierno……..nosotras, tan calentitas en la cama.

¡Despertarse por las mañanas con su sonrisa, sus grandes ojos mirándome, sus manitas tocándome, no tiene precio!

Al principio, hablar de dormir con ella en la cama, no despertaba muchos comentarios, porque era muy pequeña y la gente entendía que nos ayudaba en la lactancia nocturna. Pero ahora que tiene l13 meses, ya empiezan a hacerme comentarios de que debería sacarla de mi cama y de la habitación. Y evidentemente, hago oídos sordos. Antes intentaba explicar a la gente porque lo había, ahora ya paso, simplemente, asiento con la cabeza, o mejor aún, ya no comento este tema con nadie. Cuando me preguntan qué tal duerme la niña, siempre digo que muy bien y cambio de tema (tampoco suelen entender que los niños de teta se despiertan varias veces a mamar y que es totalmente normal).

Y como inconveniente, tengo que decir que de vez en cuando se mueve mucho, así que a veces me despierta un pie en la cara o directamente, ella se tumba encima de mí.

Os dejo esta ilustración, de las formas de dormir que hemos tenido, creo que las hemos probado casi todas, jejeje.

 Colecho

Colecho 1ª parte

Hoy voy a hablar del colecho. De la parte teórica, pero también, de mi experiencia, que creo que además de la teoría, siempre viene bien un punto de vista personal. Como me pasa cada vez que me pongo a escribir, me lío y me lío y al final me queda muy largo, así que lo voy a dividir en dos parte, primero la teoría y mañana la experiencia. 🙂

Últimamente, mucho se habla sobre esta práctica, o no tanto, porque en muchos casos, es una práctica “oculta”. Muchas familias duermen con sus hijos, pero no lo dicen, por miedo a las críticas. Como en todos los temas relacionados con la maternidad, parece que todo el mundo tiene derecho a opinar. Y si dices que duermes con tus hijos, te espera una crítica segura; que si le vas a aplastar; que si le estás mal acostumbrando; que si luego no lo sacas nunca de tu cama….

El colecho es dormir con los hijos. Para ello, se puede dormir en la misma cama o adosar una cuna u otra cama a la cama familiar, dependiendo del tamaño de la habitación, de la edad y del número de los hijos. Esta es una práctica normal en muchas partes de mundo, pero no en nuestra sociedad. Y a lo largo de la historia, el colecho también ha sido una práctica habitual, donde las casas eran pequeñas y tenían un solo cuarto en el que dormían todos juntos. Es en la época moderna, cuando las casas empiezan a tener más habitaciones, cuando se empieza a separar a los hijos a otros cuartos.

El colecho tiene bastantes ventajas. Y también algún pequeño inconveniente. Y hay, como en todo, firmes defensores y multitud de opositores. Si buscamos información sobre el tema, podemos encontrar de todo. Como yo digo siempre, la información es poder, así que creo que todo el mundo debería tener la opción de conocer todas las informaciones y después, decidir en función de sus gustos u opiniones.

Aquí, lo que plasmo es mi propia opinión y mi propia experiencia, que es totalmente a favor del colecho.

Primero, vamos con las desventajas, o más bien, con los inconvenientes:

Una desventaja es el peligro de aplastar o ahogar al bebé con nuestro cuerpo. El peligro existe, es cierto, aunque pensándolo bien, es bastante difícil que esto ocurra. Por lo general, una vez dormidos, no nos caemos de la cama, y del mismo modo, sería casi imposible que nos moviéramos y aplastáramos a nuestro bebé. Pero siempre hay que tener en cuenta que esto es en condiciones normales. En caso de haber ingerido drogas, alcohol o somníferos, sí que sería mejor, por precaución, no compartir la cama con un bebé. También recomiendan no colechar si se está muy obeso. En el resto de los casos, no hay mayor peligro de aplastar al bebé.

Hay que tener en cuenta una serie de normas para que el colecho sea seguro:

• No ingerir drogas, alcohol ni somníferos. • Dormir en una superficie firme, sin almohadas, sin huecos entre la pared y el colchón donde pueda meterse el bebé. • No fumar en la habitación. Los padres no deberían fumar, las primeras semanas de vida, los riesgos de síndrome de muerte súbita aumentan en caso de padres fumadores, por lo que en este caso, no se debería compartir la cama. • El bebé siempre debe dormir boca arriba. • No abrigar demasiado al bebé ni tener la habitación demasiado caliente. • La decisión de dormir con el bebé debe ser respetada por ambos padres, y ambos tienen que respetar las mismas normas de seguridad. • Los primeros días, es mejor que el bebé duerme entre la madre y la pared o la cuna, hasta que el padre sea consciente de la presencia del bebé. • Poner barreras en la cama cuando el bebé empiece a moverse, para evitar caídas fortuitas.

Como ventajas encontramos: • Dormir con el bebé, ayuda a la lactancia materna. Los bebés tienen acceso más fácilmente al pecho materno, lo que ayuda a un buen establecimiento de la lactancia. Los bebés que duermen con la madre maman muchas más veces y durante más tiempo que lo que duermen en otra habitación. • Dormir con los padres ayuda a regular la respiración de los bebés, la respiración se sincroniza con la de la madre. Hay estudios que defienden que el colecho previene la muerte súbita del lactante, porque dormir de cara a la madre, hace que el dióxido de carbono que exhala la madre en cada respiración, estimule la respiración del bebé. (James Mckenna) • También hay estudios que indican que el colecho mejora el ritmo cardíaco y la presión sanguínea. (James McKenna) • El colecho refuerza el vínculo padres-hijos. • El colecho, ayuda a atender las necesidades del bebé más rápidamente. El niño no necesita llorar para avisar a su madre de que necesita algo. Esto hace que los bebés sean más seguros. • En caso de algún peligro o problema, como vómitos, fiebre, mal estar, dormir con el bebé hace que los padres se den cuenta mucho antes de estos problemas que si el bebé durmiera en otra habitación. • Para los padres, es mucho menos cansado dormir con los bebés, porque no hay que levantarse para atenderlos, con lo que se descansa mejor.

«¡Por supuesto que los niños no quieren dormir solos! No quieren, ni deben. Los bebés recién nacidos no están preparados para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta separación del cuerpo de la madre causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sinsentido en el vínculo madre-niño.» Laura Gutman

Y mañana, mi propia experiencia con mis dos hijos.

La importancia del silencio

Aquí os dejo la reflexión semanal de mi querida una mamá muy feliz

¿Sabéis lo importante que es el silencio? si, ¿verdad? ¡Por la cuenta que nos trae!….

En mi vida siempre ha sido muy importante, aunque de diferente manera; atrás quedó el tiempo en el que solo podía dormir en la cama, a oscuras y por supuesto en silencio… Ahora a veces me sorprendo durmiéndome apoyada en la barandilla de la cuna, esperando a que el incansable de mi bebé se duerma…es lo único que importa, que él duerma. Ahora es para lo que necesito el silencio.
Pero no es tan fácil…. ¿¿cómo pueden tener un oído tan fino?? Lógico, lo están perfeccionando desde el vientre materno. Pero vamos, es que es increíble, es salir por la puerta del dormitorio, después de dos horas durmiéndolo y… ala, vuelta a empezar…¡¡se despertó!! ¡¡Pero si apenas respiro!! Y el día que no se despierta, ya me encargo yo de darle un puntapié a la cuna o de tropezar con el armario al tomar la curva demasiado cerrada.

Y digo yo, ¿por qué los papás no tiene el mismo concepto de silencio que nosotras? ¡Qué pesados! Por favor, ¿cómo podemos explicarles que guardar silencio no significa solamente no hablar? Tampoco se tose, se abren y cierran puertas, se tira de la cisterna de madrugada…prohibido hacer pis de madrugada, ¡¡eso son malas costumbres!!…Tengo yo la vejiga del tamaño de una gaita de no levantarme… ¡Pero si el padre hasta estornuda!, eso es un lujo, no he estornudado yo a gusto desde que me quedé embarazada, cualquier día voy a reventar de estornudar “en silencio”.

Chicas yo no se vosotras, pero yo me levanto hasta sin respirar, en bolas y me visto en medio del pasillo… ¡que voy a pillar una pulmonía! Hablando de pulmonías, ¿creéis que si le digo al papi que duerma destapado colará? Es que cada vez que se levanta o se mueve hace un ruidazo con el nórdico… Desde aquí hago un llamamiento a los fabricantes de ropa de cama, para que la hagan más suave. Mi nórdico parece que está “forrao” de papel de aluminio y en lugar de plumas parece relleno de canicas. Así me levanto yo, entumecida y con tortícolis de no moverme en toda la noche; que hace frío, pues me encojo hasta que me doy con las rodillas en la barbilla; que hace calor, pues cual sauna a sudar como un pollo se ha dicho…todo menos mover el nórdico.

Que estrés, cada noche es una aventura… haríamos todo lo posible para garantizar el descanso de nuestros bebés, ¿verdad?, y a veces es imposible… ¿no podríamos meternos en una burbuja, insonorizada, por supuesto?

A pesar de todo, aun llevando sin dormir un año, como siempre digo, soy Una mamá muy feliz.

Cuando las noches no son para dormir

Los bebés nacen con el sueño inmaduro. Esto quiere decir, que no duermen del tirón como los adultos. Vamos, que los adultos tampoco dormimos del tirón, tenemos varios despertares nocturnos, lo que pasa es que no nos enteramos y nos volvemos a dormir sin acordarnos por la mañana. Es en esos despertares cuando cambiamos de postura, nos destapamos…….

Pues los bebés hacen exactamente lo mismo. Con la diferencia de que ellos no saben volver a dormirse solos. No es nada extraño, es lo normal.

Hartos estamos de oír consejos de todo el mundo sobre lo que hay que hacer para que un bebé duerma bien. Otro de los temas en los que parece que hasta la señora de la limpieza, sin faltar a su profesión, ni mucho menos, está capacitada para decirnos como debería dormir nuestro retoño.

Pero aquí no voy a entrar en las particularidades del sueño, puesto que yo no soy ninguna experta, aunque reconozco que he leído mucho. Pero hay páginas y blogs donde realmente pueden dar explicaciones científicas sobre el tema del sueño de los bebés.

Ahora voy a lo que a mí me concierne. Mi princesa y las noches.

Nunca he pretendido que durmiera toda la noche del tirón, primero, porque ya sabemos que eso no es lo normal (¡aunque si un bebé duerme toda la noche, no es que sea anormal, para nada!). Y segundo, porque mi princesa mama, quiere teta varias veces, y sabido es que las tomas nocturnas son muy importantes para mantener una buena producción de leche. “La secreción de prolactina tiene un ritmo circadiano que se incrementa durante el sueño”.

Pues así llevamos 12 meses. Las primeras semanas despertándose muy a menudo y durmiéndose en la teta. Y según fue creciendo, las tomas se espaciaban un poco más, aunque nunca más de 3-4 horas. Nosotros colechamos, así que ella tiene libre acceso al pezón y muchas veces, se gira, mama y casi no me entero. Por lo general, no llega a despertarse del todo, si encuentra la teta, se queda frita y sino, pues protesta un poco, yo la coloco y a dormir otra vez.

Pero hoy……..esta noche no ha sido para dormir, ¡no señor!

Se despertó a la 1, después de 3 horas de sueño reparador (el suyo, porque yo llevaba sólo una hora dormida), pero en vez de dormirse, empezó a lloriquear y no le servía la teta, me tocó mecerla un poco. Cuando parecía que estaba dormida, intenté soltarla y vuelta a empezar. En el segundo intento, la mecí durante más rato, y conseguí soltarla sin que se despertara, o eso pensaba yo, porque empezó a moverse para todos los lados, con los ojos cerrados, vuelta para un lado, vuelta para otro, ahora me siento, ahora me tumbo encima de mamá, ahora doy una patada a papá, ahora me pongo de rodillas, ahora me dejo caer de golpe……… Al final, hemos terminado poniéndola en la mochila, pero hoy no había manera, así lloraba, y claro, paso totalmente de ver como llora la princesa. Me he puesto a pasear con ella por la habitación, hasta casi hacer un surco… Y con todo este trajín, nos han dado poco más de las 4 de la mañana.

Ya por fin, profundamente dormida, me dispongo a soñar hasta que suene el despertador, pero noooo, a las 5.30 y a las 6.30 ha vuelto a la carga. Y a las 7.45 el despertador que suena.

No sé qué habrá pasado esta noche, no encuentro explicación para tanto jaleo. Sólo sé que estoy hecha polvo, que tengo cara de zombi y que la princesa está ahora plácidamente tumbada, dormida a la teta mientras yo uso el ordenador.

Esta noche, a las 22h. a la cama, fijo.
dormida trabajando

El efecto somnífero de los portabebés

Hace un par de meses, tuvimos una desgracia en la familia. Mi tía falleció de pronto. Era sábado, mi madre estaba trabajando en el hospital y mi padre se había ido a ver el fútbol  sin el móvil, ¡qué raro! Así que me tocó salir corriendo a buscar a mi madre al trabajo y darle la noticia, para luego ir a acompañar a mis primas.

El caso, es que era la primera vez que el papá de la princesa se iba a quedar sólo con ella y con el príncipe. Y era casi la hora de cenar, con lo que seguramente me pillaría la hora de acostarla fuera de casa.

Como ya comenté en otro post aquí, la princesa solo se duerme conmigo a la teta. No hay excusa. Alguna vez que el papá ha intentado dormirla, se pone a llorar histérica. Así que entenderéis mi agobio, porque sumaba el mal momento que estábamos pasando con la angustia de imaginarme a la pequeña llorando hasta caer rendida (no soporto ver a nadie llorar, mucho menos a mi hija).
Cada poco rato, nos comunicábamos por mensajes, que si está contenta, que si está jugando, que si ha cenado genial, que si es la hora de dormir…. Y se nos ocurrió la idea de usar la mochila ergonómica para que intentara dormirla así.

¡Oh invento maravilloso!

La princesa se ha dormido muchas veces siendo porteada, pero siempre fuera de casa, incluso con su padre. Aunque nunca habíamos usado la mochila para dormirla en casa. Pero funcionó, vaya si funcionó.

El papá se puso la mochila y la princesa no protestó en absoluto, imagino que ella no lo vivió como que su padre la iba a dormir, sino que lo vio como un momento de estrecho contacto con su padre, de esos de los que disfruta tanto. Y pasillo arriba, pasillo abajo, con las luces tenues, se le fueron cerrando los ojillos y se quedó profundamente dormida. Yo me quedé bastante más tranquila, pude estar con la familia un rato más y cuando por fin llegué a casa, la princesa seguía plácidamente dormida en la mochila. La saqué con cuidado y la dejé en la cama. ¡Prueba superada!

Desde entonces, la hora de dormir por la noche sigue siendo un momento especial de nosotras dos, no cambiamos el ritual por nada del mundo. Pero algunas tardes, algunas siestas, el papi se coge un portabebé, y pasillo arriba, pasillo abajo, la princesa entra feliz en el mundo de los sueños.
durmiendo

Vomitus continius

Vaya noche hemos pasado.
El pobre príncipe se acostó con dolor de estómago. A eso de la 1, nos llamó porque le dolía mas, y papá le hizo una manzanilla mientras la princesa estaba enganchada a la teta en una de sus tomas nocturnas. Un rato después, volvíamos a intentar dormir, yo con una oreja levantada, como lo perros….y entonces, lo oí.
Oí una arcada y un sonido líquido. Me levanté tan rápido como podía sin despertar a la princesa y me encontré al príncipe de pie en su habitación, agarrado a una pared, vomitando cantidades descomunales que no entiendo como podían estar alojadas en su estómago.
Nos separaba un charco con cositas. Conseguí sortearlo y ayudar al pobre, que una vez que hubo vomitado, se encontraba mucho mejor. Se cambió el pijama y se tumbó en mi cama con la princesa, mientras a mi me quedaba la tarea de recoger el vómito.
Porque, mira por donde, decidieron que lo tenía que quitar yo, porque soy enfermera. Y aquí fue donde me pregunté que parte de la carrera de enfermería te capacita para tan ardua tarea.
Voy a obviar los detalles de mis arcadas y del vómito por las paredes. Una hora después, había terminado de recogerlo todo.
Papá se fue a dormir al sofá, y yo a compartir la cama con los dos príncipes. Eran las 3 de la madrugada. Y entre las mamadas de una y las patadas del otro, he dormido nada y menos.
Así que, con vuestro permiso, hoy voy a terminar pronto y en breve me voy a dormir, no sea que esta noche tenga algo emocionante preparado para mi.
Por cierto, el príncipe ya está bien, gracias por preguntar.

Ritual nocturno

Es la hora de dormir. Hoy se nos ha hecho un poco más tarde de los normal, porque hemos tenido visita. Pero, el ritual es el mismo, sea la hora que sea. Hace unas noches que no hace falta dar paseos para que se quede tranquila.

Simplemente, me siento en la cama, apoyada en dos cojines y la abrazo. Ella busca el pezón, con la mano que le queda por debajo, busca la tela del pijama y la sujeta fuerte. Y la mano de arriba me acaricia. Posa suavemente su manita en mi pecho y la mueve, me hace cosquillas suaves, hace círculos. Y canta. Hace ruiditos mientas mama, pienso que es su canción para dormir. Desde que nació, siempre le canto la misma canción por la noches, Pimpón. Y ahora, ella también la canta, a su manera, me acompaña.

Todo a la vez. La mano que sujeta la el pijama, la mano que me acaricia, su canción y sus grandes ojos, que me miran fijos. Y mientras yo voy cantando bajito y acariciándole el pelo, ella va cerrando sus preciosos ojos.

Ya se ha dormido, respira lenta y profundamente, hace un rato que dejó de cantar y su mano reposa quieta en mi pecho. Sus labios siguen rodeando mi pezón. Pero me quedo aquí un rato más. Este momento tan tierno que vivimos cada noche.

Sigo aquí, sentada, esperando hasta que esté profundamente dormida. Ahora aprovecho para escribir, contestar mails, y organizar en mi cabeza lo que vamos a hacer mañana. En un ratito la soltaré en la cama. Siempre abre los ojos cuando la suelto, me mira, ve que todo está correcto y los vuelve a cerrar.

Y así seguirá dormida, hasta dentro de unas horas (a veces dos, a veces cinco), en que busque de nuevo mi pezón. Pero en esos momentos, ya no necesitamos canciones, solo con la teta, nos quedamos las dos dormidas en un tierno abrazo.

Que tengáis dulces sueños.

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