No hay mejor lugar que los brazos de mamá

Hoy nos ha sobrado la barra de pan casi entera. Y aprovechando que es sábado y tengo más tiempo, vamos a usarla para hacer la cena y que me ayude el príncipe.

Hoy tocan paninis caseros. Para ello, vamos a usar cosas que encontremos por la nevera. Estos ingredientes se pueden cambiar por otros que se adapten más a vuestros gustos, ¡improvisación al poder!

Para los paninis necesitamos:

  • 1 barra de pan
  • Tomate frito y salsa barbacoa
  • Queso mozzarella y en su defecto, queso fundido
  • Jamón york, bacon, chorizo, tomate natural, cebolla, piña, aceitunas, pimiento verde…
  • Orégano

panini3

 Encendemos el horno para que se vaya calentando, a 180º.

Cortamos los trozos de pan al tamaño que quiera cada uno y los abrimos por la mitad. Los ponemos en la bandeja del horno y vamos poniendo los ingredientes. A nosotros, nos encanta hacer cada mitad más o menos de un sabor. Un trozo con tomate frito y otro con salsa barbacoa y alternamos los ingredientes.

panini4

Una vez montados, los horneamos durante 10-15 minutos, dependiendo del horno.

panini5

Hemos hecho un trozo pequeño para la princesa también, y así lo ha disfrutado.

panini6

¡Fácil verdad!

sds

Hoy me uno a este carnaval fotográfico, ideado por Bea, mamá de dos, en colaboración con La morada de Nieves, para recoger esos momentos fotográficos que nos encantan. Hace 15 días, que fue la primera entrega, no pude participar, pero hoy no me lo pierdo.

Tengo que reconocer, que a mi, esto de la fotografía, no se me da bien, vamos, que soy de las que coge el móvil, apunta y zas, así que no suelo hacer grandes fotos. Eso sí, capturo algunos momentos chulos, con eso de no pararme ni a pensar.

Así que, aquí van mis imágenes:

SABORES

IMG_6213

URBANA

aLICANTE

Sábado de Sensaciones en una exposición fotográfica virtual de carácter quincenal ideada por Bea Mamadedos y alentada por La Morada de Nieves. Para participar solo tienes que publicar de 1 a 3 fotos en tu blog y etiquetarlas en las siguientes categorías: Urbana, Naturaleza, Gentes, Instantes, Sabores y Sonrisas. Las fotos pueden ser tomadas con cámaras convencionales tipo reflex, compactas digitales o móviles. Más adelante se organizará una gran exposición con las fotos de todos los participantes.

Recuerda que debes hacer una referencia al carnaval en el título de la entrada, copiar al final del post este código e incluirte en la lista de participantes (no hay que enlazar la página principal de tu blog, sino el post del Sábado de Sensaciones).

Para conocer cómo surgió la idea del Sábado de Sensaciones y sus reglas puedes visitar el blog de Bea Mamadedos o el de La Morada de Nieves

Son las 4 de la madrugada. Y llevo despierta 1 hora. Otra vez me ha vuelto a pasar. La princesa quiere teta, mama feliz y se da la vuelta. Pero, en vez de hacer yo lo mismo, algo pasa por mi cabeza, algo que ahora no tendría que estar aquí. Y me desvelo.

Ya no consigo dejar de dar vueltas a las cosas. Cada vez que me pasa, es por alguna tontería, algún pensamiento, que enciende la mecha y ¡Boom!, todo en mi cabeza explota y ya no puedo dormir, ni dejar de pensar, de hacer planes, de tener ideas, pero, sobre todo, de tener miedo.

Todo se resume en lo mismo. El miedo. El pánico a estar equivocándome. A no estar haciendo las cosas bien. Miedo al fracaso, y mucho, mucho miedo, al «ya te lo advertí».

Cuando nació la princesa, hace 15 meses, mi vida cambió totalmente, mis conceptos, la forma de ver las cosas, las prioridades. El trabajo dejó de ser importante, lo importante era ella, su crianza, su educación, no me importaba lo que la sociedad actual pensara, sólo pensaba que ella tenía que estar conmigo, una hija con su madre, no «cuidada» por desconocidos, no alimentada con fórmula, no abandonada, aparcada como nos obligan a hacer. Y lo dejé todo por ella.

Dejé el trabajo, invertí el poco dinero que tenía en la tienda de portabebés y me lancé de cabeza a hacer algo que me apasiona(ba) y me permitía estar con ella.

Y no fue nada fácil. No me refiero a lo material ni a lo económico, me refiero psicológicamente hablando. Porque cuando haces algo así, esperas que te apoyen. Las personas que «te quieren», las que están cerca. Pero choqué contra muros. Me encontré malas caras. Y me encontré muy sola.

Claro que ha habido gente que me ha apoyado. Muchísima gente. Gente a la que estoy muy agradecida, que me anima a seguir, gente que casi ni me conoce.

Pero, a las 4 y pico de la mañana, lo que pasa por mi mente no es esa gente. Es la otra. La «familia», los que hacen las cosas por mi bien y solo me echan mierda encima.

Pienso y pienso. Sabía, o creía saber, que montar un negocio de la nada no era fácil. Pero pensaba, o quería pensar, que rápidamente vería sus frutos. Nadie me informó, nadie me advirtió que esto no era fácil. Lo único que escuchaba cada día eran preguntas sobre lo que había vendido y malos augurios.

Ya ha pasado más de medio año. Pero esto no funciona. Imagino que es lo normal, al principio no hay beneficios. Pero ya no tengo un colchón donde apoyarme. El dinero se acaba y mis ideas también. Le estoy dedicando a esto mucho esfuerzo. Mucho más que una jornada laboral normal. Y me compensa. Porque estoy con mi hija, porque comparto con ella cada minuto del día. Porque paso muchas más horas con mi príncipe grande. No paro de hacer cosas, de moverme, de inventarme. Pero ya no se me ocurre que más hacer.

Y esto es lo que me ha desvelado. ¿Y si ya no puedo seguir? ¿Que voy a hacer? ¿Llevar a mi niña a la guardería? ¿Perderme todos los momentos? ¿ Ver la cara de satisfacción de la gente que «me quiere» alegrándose porque sabían que iba a fracasar? ¿He fracasado? ¿Qué más puedo hacer? ¿Está todo perdido?

Y así, entre lágrimas de rabia, miedo e impotencia, otra noche más veo pasar las horas del reloj. Y mañana tengo que poner buena cara, porque la gente que «me quiere» no entiende que pueda estar triste y cansada, me regañan como si fuera pequeña y me estuviera equivocando. ¿Me estoy equivocando? Porque yo creo que no, que nadar a contracorriente no es malo, es bueno, es seguir mi instinto, es querer hacer bien las cosas, aunque no sea del modo que la mayoría creen que se debería hacer.

Y así seguimos, mi cabeza a 100 por hora, como para dormir.

Por lo menos, la veo dormir a ella y me relajo. Es mi punto de apoyo, mi calma en mitad de la tormenta, es por quien tengo que seguir y luchar para conseguir lo que me propongo. Por ella, que duerme conmigo. Y por él, que duerme en la habitación de al lado, y que con sólo 11 años, levanta mi ánimo como nadie sabe hacerlo. Mi otro punto de apoyo.

Son las 5 de la madrugada. 2 horas despierta. No sé si podré volver a dormir. Pero escribir me ha servido para sacar los fantasmas de mi cabeza, ahora por lo menos, estoy más tranquila.

Ya sabéis que los jueves, Una mamá muy feliz se pasa por mi blog, para hacernos reír un rato con uno de sus post. Pues tengo que reconocer que hoy me he reído de lo lindo. Al principio, al empezar a leer, pensé, ¿queso? ¿Y que tiene eso que ver con la maternidad? Porque confieso, no me había fijado mucho en el título. Y seguí leyendo, y entonces, ¡¡¡¡caí en la cuenta!!!!! Si no habla de queso, habla de…..eso!!! Pues ale, que ya os podéis preparar para reír un rato.

Una recomendación: antes de empezar a leer, dejar el café encima de la mesa, que se de alguna que más de una vez, casi se atraganta.

A mi siempre me ha gustado el “queso”, cuando estábamos novios nos hinchábamos de “queso”…aishhhhh la juventud…ese picantón, que va aumentando de sabor conforme vas comiéndotelo y que rasca en la garganta, una mezcla de placer y molestia, dejándonos al final un buen sabor de boca, que incluso comentábamos y nos costaba olvidar.

Antes del embarazo de mi tesoro, a ver tampoco voy a fardar, pero si, comíamos “queso” muy a menudo, además todo tipo de “queso” dependiendo del momento en el que nos apetecía. Y aunque yo siempre he sido más de “queso” para el postre, no puedo negar que en el desayuno tampoco está mal y bueno, ya sabéis, cenar “queso” es todo un clásico. Que alegría para el cuerpo, continuamente comiendo, a cualquier hora “queso”; probando nuevos sabores, nuevos formatos, para que el paladar no se viera afectado por la rutina.

Durante el embarazo, ¡mira que aborrecí cosas! pues no, el “queso” no fue una de ellas, para mi desesperación, porque el que lo aborreció fue el exageradofuturopadre, claramente fue en estos momentos de tensión culinaria en los que se ganó este apelativo, bueno y algunos más. Cachis en los mengues, en ese estado de revolución hormonal, ¡¿me dejas sin “queso”?!. Excusas tontas como que le iba a hacer daño al bebé ¡¿en la frente?!, creo que hay un chiste sobre esto… ¡ayyyyyy el ego masculino! Pues nada, no consintió, ni siquiera de ese blanco desabrío que pasa sin pena ni gloria, ni siquiera en quesitos o pequeñas porciones, vamos ¡ni olerlo me dejaba! que mi barrigón y el “queso” eran incompatibles, ¿pero no te preocupaba hacerle daño en la frente?, bueno que tonterías. Mira que le expliqué que el “queso” no solo no era malo en el embarazo, sino que incluso era recomendable, pues nada de nada, incluso un día leí que favorecía la elasticidad de cierta zona, por lo que facilitaba el parto, ¡qué cosas! ¡¿Quién lo diría del “queso”?!

La verdad es que toda la culpa no la tiene él, a mi me daban unas sueñarreras, que ni “queso” ni “san queso”, ya estaba dando cabezazos en la mesa antes de cenar, ¡como para esperarme al “queso”!. Tenía puesta la esperanza en el revivir del segundo trimestre y si que reviví si, me apetecía “queso” a todas horas, ¡que desesperación por el “queso”! y cuando ya lo tenía medio convencido y para su alivio, me declaran embarazo de riesgo, jo jo jo, mi gozo en un pozo, nunca mejor dicho.

Después del parto, para colmo cesárea, fui yo la que me puse a dieta de “queso”, me cerré completamente (léase textualmente), ¡claro no se favoreció la elasticidad de la zona en su momento…!. Ya sabéis, las hormonas que hacen que las cosas no te sepan igual y algunas incluso al borde del aborrecimiento, todo el día peleando, ¡como para comer “queso”!, y esos kilacos de más, ¿cómo me iba a apetecer “queso” si me quedé hecha una vacorra?

Poco a poco, la cosa ha vuelto a una pseudorrealidad conformista. Comemos “queso”, pues cuando nos deja nuestro tesoro, no es plan de comerlo delante de él y como lo tengo todo el día pegadito a mi y para colmo duerme fatal…En la actualidad me decanto por el queso fresco, no nos queda otra, si, ese que solo le notas el sabor cuando ya se ha acabado y a veces ni eso. Bueno, comerlo a escondidas y deprisa, mmmmmm, bastante deprisa, tan deprisa que a veces mi cerebro ni asimila que lo está comiendo, también tiene su gracia. Lo que yo daría por un buen queso curado y recrearme el paladar sin prisas, saborearlo, mmmmmm.

Chicas no hagáis que la maternidad sea incompatible con el “queso”, dedicarle su tiempo, si no puede ser un Cabrales de intenso sabor pues uno de Burgos, ¡hay que probarlos todos!

Y a las que estéis embarazadas en este momento, un buen piscolabis nunca viene mal, ¡que no os la den con “queso”!

Bueno, creo que me he repetido más que… la morcilla, jajajja.

Y tras el queso, beso…de Una mamá muy feliz.

Una semana más, estoy aquí, dispuesta a contaros algo que cambió en mi vida con la maternidad, una nueva palabra para el diccionario que inició Vero, de Trimadre a los 30 (felicidades por el cumple de ayer) y al que todas estamos aportando algo.

Y, siguiendo con el fregado de los sentidos, esta semana, mi palabra es VISTA.

Como siempre, la RAE tiene un montón de definiciones, si a alguien le interesan todas, están aquí. Yo voy directamente a las mías.

La vista es otro de los órganos de los sentidos, con el que percibimos las cosas, a través de las imágenes que entran por nuestros ojos.

Nunca he tenido una vista muy buena, de hecho, con 6 años me pusieron gafas y en el cole, se metían conmigo, ya sabéis, las típicas frases “gafitas, 4 ojos.”

Cuando empecé a salir con mis amigas, nunca lo hacía con gafas. Conclusión, pasé a ser una antipática. Y os preguntaréis, ¿que tiene que ver el hecho de no ponerme las gafas para salir con ser una antipática?; pues muy sencillo. Como no veía tres en un burro, me cruzaba con gente a la que conocía y no saludaba, ¡¡porque no los veía!! Ahí empecé a forjarme una reputación…. y decidí que había llegado el momento de empezar a ver por donde pisaba, con lo que me pasé a las lentillas. Pero mis ojos, tan finos y delicados como la dueña, nunca acabaron de adaptarse bien, así que se me ponían rojos….

Y llegó mi primera maternidad, que sí, que ya me he enrollado mucho. Y con ella, el no tener tiempo de nada, de arreglarme, de peinarme…. ¡como para ponerme las lentillas! Pasé a ir desarreglada y con las gafas todo el día. Y no es que usar gafas sea algo malo en absoluto, para nada. Pero a mí nunca me han convencido, siempre las llevaba sucias, llenas de huellas de deditos del príncipe. Nueva solución: la cirugía.

Uf, eso sí que me daría para escribir un post entero, la operación y todo lo que le rodeaba. Pero aquí, resumiendo, que me quedaron dos ojos muy chulos y que veían casi al 100%.

Y como sabemos que la maternidad te da súper poderes, te agudiza los sentidos al máximo, el sentido de la vista no iba a ser menos.

Ahora, veo en la oscuridad.  Me manejo de maravilla. Soy capaz de ir al baño por la noche sin encender una sola luz, para no despertar a la pequeña. Soy capaz de estar sentada escribiendo al portátil con la luz apagada, y dejándome los ojos en el teclado, porque no veo un pijo, jejeje, todo, por no despertar a la pequeña. La veo en la oscuridad de la noche, de un vistazo, se donde anda.

En cambio, en otros aspectos, he perdido un poco de vista. Porque ahora, no veo las manchitas del suelo o de la encimera de la cocina. Prefiero no verlas, hago la vista gorda, para aprovechar esos ratos en los que debería estar limpiando para estar con los niños.

También, cuando eres madre, la gente, de pronto, de un solo vistazo, parece darse cuenta de que necesitas consejos y se ponen a hablar y a decir tonterías, de esas que no dejan indiferentes a nadie. Pero vamos a ver, ¿tú me has visto bien? ¿Tengo yo pinta de querer tus consejos, esos que lo único que hacen es intentar tirar mis ideas, mi forma de criar, por los suelos? En este tema no vamos a entrar porque ya está suficientemente bien descrito en otras entradas de la maternidad y porque me encienden… Lo dejaré para otro post, que de esto también tengo mucho que decir.

Otras veces, se me empaña la vista, se me llenan los ojos de lágrimas. Esto pasa, casi siempre, con alguna nueva proeza de mis dos tesoros, con algo que dicen o que hacen, el orgullo de madre que no me cabe dentro. Y, con muchas de las entradas de este pedazo de diccionario, que hacen que se me ponga la piel de gallina, y no pueda apartar la vista de la pantalla del ordenador.

Desde que soy madre, ha cambiado también mi punto de vista. Antes, no entendía algunas cosas que hacía mi madre, como dejar de comerse algo rico para dárnoslo a nosotras. Y ahora, veo porqué lo hacía.  Ahora miro por mis hijos, todo por y para ellos, son lo más importante en este mundo. Y si algo no me cuadra, si alguien se interpone en su camino, ya estoy yo presente para quitar ese estorbo de su camino.

la foto

 

Así duermen los dos

Así duermen los dos

Ya ha pasado 1 año de esta foto…..

Una semana más, vuelvo a mostraros imágenes del uso de portabebés en otras partes de mundo. Esta semana, me he ido a América. La mayor parte de las imágenes pertenecen a América de Sur y también hay algunas de los Inuit, que son los distintos pueblos que habitan las zonas árticas de América y Groenlandia.

Muchas de las imágenes, como siempre, combinan porteo y lactancia.

De nuevo, podemos comprobar como el uso de telas para llevar a los niños pegados al cuerpo no es una cosa “moderna”, como algunos pueden pensar, es algo normal y extendido en todas las culturas.

Disfrutad de las imágenes.

Todas las fotos han sido extraídas de la web

portabebe america

portabebé america

portabebe peru

portabebe

portabebes-américaeskimo portabebe

BWportabebe

bolilvia-portabebe

amazonia portabebe portabebe

Este fin de semana, he estado completamente desconectada de mi vida 2.0. Y podríais pensar que he dedicado todo el tiempo a mis pequeños, pero, no ha sido así. Ha sido un fin de semana, largo, caluroso, agotador, pero provechoso también.

He estado haciendo la segunda parte del curso de instructora de porteo. Ahora ya soy instructora de porteo avanzada,¡¡ya no hay nudo de fular ni situación complicada que se me resista!!! Lo malo son la cantidad de horas y el agotamiento mental. Los dos días, he estado allí metida desde las 9.30 hasta las 20 h. Menos mal que mi gordita pequeña estaba por allí y venía a verme cada vez que quería teta, jejeje, autoservicio. Además, así aprovechaba y practicaba con ella en vez de con el muñeco.

El sábado, al volver a casa, me fui a buscar al príncipe, que se había quedado con los abuelos y me llevé a los dos niños a cenar por ahí, para pasar un ratillo juntos, ya que el domingo tampoco íbamos a vernos mucho. Pero bueno, a pesar de que a última hora ya no veía más que fulares y bandoleras hablándome al oído y susurrando nombres de nudos… (creo que el cansancio estaba haciendo mella en mí), ha sido un fin de semana muy fructífero.

He aprendido muchas cosas más de las que ya sabía, como estructurar bien una consulta, un taller de porteo o una charla, ayudar en casos especiales, nudos nuevos. Vamos, que si antes me sentía segura al dar un taller de portabebés, ahora mucho más. Y estoy deseando poner en práctica todo lo que he aprendido.

Y bueno, una vez en casita, decidí seguir un poco más desconectada del mundo virtual y aprovechar el resto de la tarde con los peques.

Y hubo un momento muy gracioso, uno de esos que una mamá muy feliz explotaría al máximo y que combina a la perfección este post y este otro

La peque y yo nos metimos en la bañera, higiene y juego, todo un momentazo. Cuando estaba a punto de sacarla, vino el príncipe a ayudarme. Y de pronto, la peque se pone de pié y se pone a hacer fuerza. ¡Y aparece flotando un zurullo, así, como salido de la nada! El niño se moría de la risa. Y la peque se puso a llorar, estaba asustada, jajaja, claro, una forma desconocida flotaba a su alrededor. Ahí terminó la relajante hora del baño.

Y llegó la hora de irme a la camita pronto, para recuperarme del cansancio que tenía encima y de la cantidad de horas que había pasado sin los chiquitines. Y allí me estaban esperando los dos, uno a cada lado (el príncipe quería dormir conmigo y no fui capaz de decirle que no a esa carita que me pone…..)

Ahora, me toca ponerme al día de todo lo que se ha cocido por la blogosfera. ¡¡Y a ello voy!!

Hoy os traigo esta canción de la Sonrisa de Julia.

Este grupo se dio a conocer hace 10 años, a raíz de ganar el certamen Rock Villa de Madrid.

Y esta canción me pone los pelos de punta. La voz de Marcos es increíble, me encanta como va subiendo hasta estallar en mis oídos.

Tengo que confesar que yo la he cantado cientos de veces, a voz en grito, literalmente. Cuando la lanzaron, la ponía todas las mañanas en el coche, para ir a trabajar, y deseaba que llegara el momento in crescendo para acompañarle. Evidentemente, a mí me quedaba de culo fatal, porque yo sólo gritaba, pero doy fe de que conseguía mantener el “grito” los mismos segundos que la canción, buenos pulmones los míos.

Y hoy, lo voy a volver a hacer…

Feliz viernes y feliz fin de semana, que ya aprovecho para decir que voy a estar totalmente desconectada, hoy tengo que hacer un examen y el fin de semana completo, tengo un curso de 9.30 a 20 horas los dos días, así que, perdonad que no devuelva las visitas y nos vemos el lunes.

De nuevo jueves, y de nuevo, le cedo el blog a Una mamá muy feliz, para que nos deleite con las cosas humorísticas de la maternidad. Hoy, se meten en el baño.

Mi tesoro cuando me lo dieron estaba pringosillo y aun tenía restos de parto en la cabeza… ¡es lo único sucio que me han dado y no me he quejado por ello! Yo no sabía que no lo bañaban, que solo lo lavaban como los gatos. Me esperaba que me iban a dar a mi rubio liado en esa pedazo toquilla que regalan las abuelas, de las buenas, con ese lazo que mi madre no me dejó arrancar, con su trajecillo blanco inmaculado y oliendo a colonia de bebé… (Música de deja de soñar)… Pues no, me lo dieron liado en una manta con cada pelota, como mi cabeza de gorda y con una camiseta, se supone que blanca en su origen, solo atada al cuello, con una raya verde que antes de ser raya era Junta de Andalucía…¡¡¡que espernibilidad!!!

Baby in a bath tub

Pregunté varias veces-¿Cuándo lo vais a bañar, cuando lo puedo vestir? Y como no soy pesá cuando se me mete algo en la cabeza…por fin lo bañaron al día siguiente y me quedé con las ganas de asistir al maravilloso evento, ¡su primer baño! pero la cesárea y la jeta que me puso la enfermera/o que se lo llevó me lo impidieron.

La misma noche que llegamos a casa bañamos a mi tesoro, estaba ansiosa por hacerlo, además estrenar todo lo que tenía preparado. Desde entonces disfrutamos muchísimo el momento baño.

Siempre intento tenerlo todo listo antes de empezar. Elementos necesarios:

• El bebé: Lógico, es lo que se va a bañar, aunque tras el baño no me queda muy claro que sea lo único que allí se baña.
• La bañera práctica por los cajones: Es donde se deposita al bebé en cuestión…al bebé y el papi y yo de cintura para arriba.
• Productos varios

  • Champú y gel: con la práctica he aprendido a usarlo en mínimas cantidades, ya que no es plan de montarle al bebé un baño de espuma, más que nada, porque después me dejo la vida para aclararlo y lo saco al pobre más arrugado que un garbanzo.
  • Aceite de baño: es necesario ser un bañador profesional para usarlo, yo lo he usado muy pocas veces y tengo que tener un cuidado, es como si me peleara con una trucha para sacarlo, ¡cómo se escurre…! para mi es más práctica y segura la
  • Crema hidratante, también en pequeñas cantidades, al principio dejaba a mi tesoro blanco fluorescente.
  • La esponja: De las naturales, que por lo que cuestan, ya podían ser automáticas y bañar al bebé ellas solitas.

• La toalla: De las buenas, no de las que repelen el agua. Para mi es imprescindible que lleve capucha, que aunque me es casi imposible encajarla en la cabeza de mi tesoro con la bregacina de sacarlo del baño, a mi me ha venido de perlas para sujetar la toalla con los dientes. Diana, jefa en Felizenbrazos, ¿para cuando una mei-toalla fácil de usar, 100% algodón? no se tu, pero yo saco a mi rubio de la bañera con los brazos y me gustaría que el momento fuera feliz… ¿lo pillas? ¿entonces, aceptamos toalla como portabebé? si, si… por favor, a ser posible antes de tener que ponerme un extra de corega ultra a la hora del baño.
• Termómetro: Digo yo como mi madre, modernuras, ¿y si falla? No es plan de pelar a mi tesoro como si de un pollo se tratara, donde se ponga un buen codo ya curtido, ¡eso si que es tecnología punta!
• Calefactor si es invierno: El mío es un “bebé marzo 2012”, así que en los primeros baños no podía faltar. Habitación calentita, que el retoño no pase ni pizca de frío. Los primeros kilos los perdí gracias al calefactor, al efecto sauna que allí se creaba con el agua caliente y al chandalorro feo con ganas, que todas nos ponemos tras dar a luz para estar en casa y si me apuráis, también para salir a la tienda de la esquina. El verano mola más, me convierto en miss camiseta mojada tope sexy (buscador Google frotándose las manos, ¡aquí hay tajo!)
• Papá: En los primeros baños de mi tesoro el papi fue imprescindible. Recuerdo con ternura como cogía al bebé con mucho cuidado, le pasaba la esponja muy despacito mientras le hablaba para que no se asustara. Yo mientras, le iba ayudando y por supuesto grabando la escena; no puedo borrar de mi mente (a partir de aquí imaginación en cámara lenta please) esos brazos musculosos y esos omóplatos al quitarse la camiseta dejando ver los abdominales… ¡lo que hace el calefactor! Ufff, es que fueron tantos meses de embarazo de riesgo, que ya no distinguía la realidad de la ficción.

Hace ya unos meses que nos bañamos juntitos en la bañera grande, con lo de juntitos me quedo corta para describirlo; el asiento de baño de mi tesoro, ¡que derroche de aro!¡que hermosura!, animalitos diversos de goma, todos los botes a modo de barquitos, mi bebé y yo, ¡parecemos sardinas en lata!…Yo que me tengo que echar las piernas al hombro para caber y con el grifo hincado en la espalda, la cual ya tengo contracturada de retorcerme cada vez que le quiero dar al agua. En fin momentos muy felices de Una mamá muy feliz y su bebé.