Colecho 2ª parte
Pues ahora le toca la segunda parte al tema del colecho, la de mi propia experiencia.
Mi primer hijo nació hace 11 años. Lo primero que hice fue poner la cuna en mi habitación, en mi lado de la cama. Cada vez que lo soltaba………buahhh, a llorar. Metía la mano por los barrotes y le acariciaba, le decía palabras tranquilizadoras, pero nada, no había manera. Así me pasaba las noches en vela, entre darle la teta y luego intentar que se quedara dormido en su cuna yo no conseguía pegar ojo. Una noche, sentada en la cama apoyada en la almohada mientras le daba de mamar, casi me quedo dormida y me asusté pensando que se me podía haber caído de los brazos. Así que empecé a darle la teta tumbada y como así estaba más relajada, me quedaba dormida, y él también, claro. Nos despertábamos, a veces le intentaba pasar a su cuna, pero quería teta otra vez, así que a tumbarse y dormir. Y sin nadie que me dijera nada ni ningún libro para informarme, pensé que era la manera más cómoda para darle la teta y poder descansar, que durmiera pegadito a mí. Él también dormía mejor, porque no lloraba, ya que me tenía cerca.
Cuando el príncipe tenía 6 meses, me divorcié y me tuve que ir a vivir a casa de mis padres. Todo el mundo me decía que el niño dormía muy mal, que se despertaba mucho, que tenía que enseñarle a dormir, bla, bla, bla, y yo, sensible como estaba con la separación, pues les dejaba hablar. Alguien me prestó un libro que no quiero recordar (si, ese tan horrible en el que todos estáis pensando) para enseñarle a dormir, y yo, tonta de mí, guiada por presiones, lo intenté. Varias noches dejando llorar a la criatura, se me partía el corazón. Por suerte para todos, mi abuela vino a vivir también a casa de mis padres y el príncipe y yo tuvimos que volver a compartir habitación, así que dejarle llorar no tenía sentido, porque estiraba el brazo y me tocaba. Y volvió a dormir bien, porque tenía a mami al lado. Con los meses, compramos una cama supletoria, que juntábamos todas las noches para hacer una cama gigante y allí, juntitos, dormíamos los dos. Y como no nos quedaba otra, nadie no podía criticar ni decir eso de “se va a acostumbrar, luego no va a querer dormir solo…”
Cuando tenía casi 3 años, por fin pudimos irnos a nuestra propia casa los dos solos. Y allí, con una habitación nueva para él solito, no hubo mayor problema en que durmiera en su cama y en su habitación. Ahora, con 11 años, es un niño muy sensible y cariñoso, tiene un corazón enorme, es empático, ayuda a todo el que lo necesita…. No sé si tendrá algo que ver el haber compartido cama conmigo durante esos primeros años. Pero no se acostumbró a nada malo, al contrario.
Y llegamos a la princesa, que ahora tiene 13 meses. Con ella sí que leí, sí que me informé, pregunté, busqué, comparé información…..y con ella sí tenía claro que quería que durmiera en la cama con nosotros. Por todos los beneficios que le aporta, que ya comenté en el post anterior. Y por la comodidad.
Tenemos la cuna sin barrotes pegada al mi lado de la cama. Los primeros días, fueron un poco más incómodos, porque ella era muy chiquitina y dormíamos con el miedo a aplastarla. Es increíble cómo te acuestas sabiendo que ella está allí, y ni te mueves, oye. Al principio, a veces adoptábamos alguna postura rara y por la mañana nos dolía todo, pero enseguida, aprendes a colocarte y a dormir bien.
Y cómo me alegro de haber dormido con ella desde el primer día. Porque nos pegamos un susto enorme, y creo que gracias a dormir así, juntas, no pasó nada malo. Ella tenía sólo 4 o 5 días y llevaba todo el día con una especie de arcada, que le pasaba de vez en cuando. Algo se le removía, le subía a la boca y al fin, vomitaba un poquito y se quedaba tranquila. Pero esa noche, le volvió a pasar, sólo que no salía. Y nos despertamos, más que con el ruido que hacía de las arcadas, con los movimientos. ¡Y estaba azul, morada, no podía respirar! No consigo quitarme de la cabeza esa imagen, mi chiquitina, tan pequeña, con un tono nada saludable, con ojos de pánico, me miraba desesperada, con arcadas que no iban a ningún sitio y no la dejaban respirar (uf, se me han saltado las lágrimas de recordarlo), intentaba llorar pero no podía, daba manotazos al aire y movía las piernas descontroladamente. Rápidamente, la puse boca abajo, apoyada en mi antebrazo, con la cabeza bastante más abajo que el culete y le di unos golpecitos en la espalda y de su boca salió una bola amarilla y pegajosa, espesa, moco, mezclado con líquido amniótico y calostro (supongo). Ahí rompió a llorar desconsoladamente y ya recuperó su color natural. Por cierto, os recomiendo hacer un curso de primeros auxilios, o por lo menos tener unas nociones básicas, ya haré un post al respecto. Yo actué muy bien pero el padre de la princesa daba vueltas por la habitación, con las manos en la cabeza diciendo, “hay dios mío, hay dios mío”. Después de ese día, tuvimos más claro todavía que queríamos dormir con la niña.
A parte de este incidente horrible, y que creo que solucionamos a tiempo por estar durmiendo juntos, el colecho nos ha traído muchos beneficios, y alguna que otra molestia, todo hay que decirlo.
Como beneficio principal, el descanso. Dormimos juntas, por lo que ella casi nunca se despierta del todo, si quiere mamar, hace ruiditos, la pongo a la teta y sigue durmiendo, sin llegar a despertarse. Y yo sigo durmiendo también. Me imagino si tuviera que sentarme, darle la teta y esperar a que estuviera dormida del todo para volver a soltarla, la de horas de sueño que habría perdido. Y no quiero ni pensar en los niños a los que sacan de la habitación con pocos meses, la de paseos que se deben de dar las mamis por la casa a oscuras, y en invierno……..nosotras, tan calentitas en la cama.
¡Despertarse por las mañanas con su sonrisa, sus grandes ojos mirándome, sus manitas tocándome, no tiene precio!
Al principio, hablar de dormir con ella en la cama, no despertaba muchos comentarios, porque era muy pequeña y la gente entendía que nos ayudaba en la lactancia nocturna. Pero ahora que tiene l13 meses, ya empiezan a hacerme comentarios de que debería sacarla de mi cama y de la habitación. Y evidentemente, hago oídos sordos. Antes intentaba explicar a la gente porque lo había, ahora ya paso, simplemente, asiento con la cabeza, o mejor aún, ya no comento este tema con nadie. Cuando me preguntan qué tal duerme la niña, siempre digo que muy bien y cambio de tema (tampoco suelen entender que los niños de teta se despiertan varias veces a mamar y que es totalmente normal).
Y como inconveniente, tengo que decir que de vez en cuando se mueve mucho, así que a veces me despierta un pie en la cara o directamente, ella se tumba encima de mí.
Os dejo esta ilustración, de las formas de dormir que hemos tenido, creo que las hemos probado casi todas, jejeje.














