No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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Y después, llegó el parto

La semana pasada, una mamá muy feliz nos contó la historia de su embarazo aquí. Y hoy nos trae la segunda parte de esa historia.

Siguiendo con la historia del jueves pasado, un día rompí la bolsa. Dicho así, ¡me imagino una explosión…!. Yo siempre me había imaginado romper aguas como en las películas, ¿qué mínimo que hacer un charco en el suelo? y pensaba “¡mira que si me pilla en el banco o comprando!”. Esos días evité ponerme mis botas de ante e iba a optar por unas katiuskas, pero me parecía exagerado y ya sabéis que yo no soy nada exagerada… Preparé muy bien mi cama con empapadores, que no sé por qué, quizá también por las películas, siempre pensé que me pondría de parto de madrugada y casi hago a mi marido acostarse con manguitos y chaleco salvavidas, ¡cualquier noche saldríamos a nado!

Pues eso, solo de película. Llevaba desde el día anterior como que me hacía pis encima, la sensación imagino que sería como cuando las abuelillas se les escapa el punto cuando se ríen, tosen o estornudan…pues así. Yo siempre lo achaqué a la cabeza, ¡no, a la mía no!, a la de mi tesoro que ya la tenía ahí encajada, presionando la vejiga, preparada para asomarse a la vida.

Al día siguiente por la mañana estaba deseando levantarme para comentárselo todo a mis mamis de marzo queridas, a esas alturas, ya muchas de ellas habían dado a luz y me podrían aconsejar. Consejo:

-¡ya estás tardando en irte al hospital!-

¡¡Pero si yo estaba bien!! Menos mal que lo tenía todo preparado, como mandan las madres, un par de meses antes, así que no había motivo para estar nerviosa. Estaba pseudodepilada hacía unos días, me depiló mi cari y en lugar de la silkepil parece que me había depilado a bocaos, pero con muy buena intención. El pelo limpísimo, me lo lavaba todos los días para que no me pillara desprevenida. Solo ducharme y arreglarme, total, solo iba a que me miraran eso de la bolsa.

Esperé a que mi exagerado saliera de trabajar, ¿a ver cómo se lo decía? Lanzándole indirectas;

-pues yo creo que podemos darnos un paseo, hace muy buena tarde, ya estoy de 39 semanas, que malas están saliendo las bolsas, ahí hay una bolsa que dicen que se rompe…creo que la mía ya se ha ro…

Si no me ando rápida me quedo en tierra.

Cuando llegué al hospital me daba risa ir al mostrador y decir que, ¿qué decía? No hizo falta decir nada, me vieron el panzón y rápidamente me pasaron. Con la de horas que me he pasado yo en la sala de espera de urgencias rabiando con algún dolor y ese día… ¡si yo estaba bien!!!!

Como en el anuncio, me hicieron una prueba y el algodón decía que eso no era pis, sino líquido amniótico, me echaron la bronca correspondiente por no haber ido antes y me explicaron que tenía una fisura en la bolsa, -ale pues ya está, solucionado el tema de la bolsa, vámonos para casa- y continuaron diciendo que mi bebé tenía que nacer antes de 12horas…¡¡¡estaba de parto!!!…me cagué, yo no sé lo que pensaba que me iban a decir-“señora bienvenida a nuestro resort, disfrute de su estancia y descanse”

En cuestión de minutos estaba en una cama con monitores, tensiómetro, la temida oxitocina, un marido atacao de los nervios, la bolsa rota…y ¿qué fue del parto lo más natural posible? ¿Qué fue de la libertad de movimiento para soportar lo mejor posible el dolor? ¿Qué fue de “incluso os podéis dar una ducha antes”? ¿Dónde estaban las famosas pelotitas? pero si estaba más atada que el de la naranja mecánica, parecía que iban a experimentar conmigo.

Pues lo siento, me dio por hacer pis, cuando me pongo muy nerviosa me hago pis, no puedo remediarlo, así que la matrona se pasó la noche enchufándome y desenchufándome y aunque era muy agradable, las últimas veces ya le noté yo un tonillo asesino, y a partir de ese momento ya decidí portarme bien; con la persona que te mete la mano en ciertas partes muy a menudo, mejor llevarse bien.

¿Será posible que solo dilatara 1 cm en toda la noche? ¡¡Y cómo duelen las contracciones con oxitocina!!No sabía cómo respirar, ¿ahora eran respiraciones profundas o rápidas? Ya no podía más, no sabía cómo ponerme y con tanto “ataero”, que nervios ¡no me podía mover!…Y el suavón de mi cari preguntándome cada dos por tres -¿te duele mucho?- y el corazoncito de mi tesoro, pompón, pompón, a mil por hora… Al principio es lo que más deseas oír, pero al final te pone para salir loca, y otra vez, -¿te duele mucho?-arggggggg, cállate ya, ¿quieres saber lo que duele? ¡Como te dé una guantá vas a aprovechar hasta el aire!, cállate yaaaaaa…el pobre las pagó todas.

Al final ¡cesárea al canto! y entonces me dio por llorar; ¡jolín yo quería mi parto normal!, que mi cari cortara el cordón, tener a mi tesoro en brazos y que se enganchara a la teta, ¡Jo, llevaba preparándome meses!; masaje perineal con aceite de rosa mosqueta para evitar episiotomía ¡que no es nada fácil, eh!, mis ejercicios de Kegel, me lo había dejado precioso con el rasurado… pero bueno, mi bebé tenía que nacer ya, era lo único que importaba.

Me metieron en quirófano, me tuvo en ascuas hasta el último momento, menos mal que el anestesista me iba retransmitiendo la intervención y me dijo:

-tu hijo en un cuadro flamenco sería el bailarín, porque no llora pero sale moviendo las manos y los pies, tranquila que está bien-

Y en menos de quince minutos le di el primer beso a mi tesoro y él abrió sus ojitos y me lanzó una mirada que me atravesó el alma.

Ya a partir de ese momento no hemos dejado de mirarnos. Me convertí en Una mamá muy feliz

 

Historia de un embarazo cualquiera

El embarazo, según mi querida Una mamá muy feliz

Ufff mi tesoro ya tiene 13 meses, ¡si parece que fue ayer cuando me enteré que estaba embarazada! Fue totalmente premeditado, tanto, como que lo logré a través de una FIV…¡no me lo podía creer cuando vi el resultado de la prueba!, no paraba de repetir “aquí pone embarazada 2-3 semanas”… una y otra vez, no sé qué esperaba que pusiera ¿¿“apta para conducir camiones”??…. ¡y mira que me hice pruebas! Después de no sé cuántas, al final también fui a hacerme una analítica, ¡necesitaba verlo por escrito! Por cierto, ¿por qué se borrará el “embarazada 2-3 semanas” de los clearblue? por lo que cuestan, hasta te lo podían tatuar o incluso que un mensajero te trajera una caja de bombones…

No se vosotras, pero cuando me enteré del nuevo estado, estuve 2 o 3 días como en el limbo; ni embarazada ni no, hasta que fui al médico, ahí ya la cosa cambia; entré tan normal y salí embarazadísima… ¡hasta con barriga! En esos cinco minutos de consulta te dan un curso acelerado de “nociones básicas sobre el embarazo” y te ponen en mono… monotema; ya solo se hablaba de embarazo, veía embarazadas y niños por todas partes, adquirí un vocabulario que antes me sonaban a chino, hasta comprando un cuarto de choped en mi súper de la esquina me regalaban la suscripción a la revista que todas sabemos. Y ¿cuándo se han visto tantos programas de embarazos, partos y bebés en la tele? Nunca, incluso parece que la tele cambia su programación en homenaje al nuevo estado…

Yo no iba a ser menos que la realeza, decidimos no contar nada hasta… y con esto hay que tomar la primera gran decisión.

¿Cómo se cuenta un embarazo, semanas o meses?  Una cosa u otra, pero jamás mezclar porque nunca cuadra; si un embarazo son cuarenta semanas jamás podrán ser nueve meses, eh eh, que me llevó lo mío hacer mis cálculos y llegué a la conclusión de que el último mes es un 2X1, como en el Carrefour, todo se duplica; tiene 60 días, la barriga se pone en el doble de su tamaño, los morros y el culo también (ya me voy de tema)…Yo opté por las semanas, más que nada para entenderme con los médicos, y con todo y eso a veces me bastaba con la pregunta resumen- “¿pero está bien, no?” El resto de los mortales no embarazados me preguntaban

-¿De cuantos meses estás?-¡y ya tenía el lío! pues nada, a hacerme la sueca y contestar en semanas, ya que llegaría el momento en que estuviese de 10 meses y podía provocar un infarto en quién me lo preguntaba.

Poco a poco empezamos a familiarizarnos con ciertos términos que jamás antes habíamos oído. A mí lo de la toxoplasmosis me marcó; recojo la primera analítica, del millón que nos hacemos, y leo “toxoplasmosis – negativa”.  ¡¡Negativa!! Bien, ¿no? si, bien… ¡bien jodida estuve todo el embarazo, sin comer jamón y similares manjares! ¡Ea, lo bastante que no pudiera para convertirse en lo que más me apetecía!, únicamente superado por los pepinillos en vinagre. los tenía por palés en la despensa, los comía a todas horas…ahora cómete tú un pepinillo de madrugada sin estar embarazada…¡te atiza un colicazo que vas andando!

¿Y el afán de la gente de tocarme la panza? Bueno está que la toquen cuando ya es una barriga prominente de embarazada, pero no al principio ¿qué necesidad tengo yo de que me anden sobando mi michelín fofo cervecero?, ¡pesados!

La barriga va creciendo y creciendo y llega uno de los momentos más bonitos del embarazo, que es cuando noté a mi tesoro. Disfruté mucho de esos primeros momentos en que todos me tomaban por loca cuando decía que me daba patadas, porque el niño desde dentro de la barriga me dejaba continuamente en evidencia; ¡lo bastante que alguien pusiese la mano en la barriga para que dejara de moverse! Después si, después no hacía falta ni que me tocaran la barriga, se notaba a distancia, ¡parecía que tenía dentro un alien!

Y un día mi barriga fue tan gorda que dejé de ver mis partes íntimas, que de íntimas solo guardaban el nombre, porque desde que empecé el tratamiento, me quedé embarazada y hasta que llegué a casa con mi tesoro, fueron más visitadas que La Alhambra en verano por los japoneses.  Y el día que tocaba prácticas en el hospital, ¡se formaban hasta colas para ver “mi Palacio de Carlos V”! Vamos que era la única que no lo veía en muchas semanas.

Recomiendo borrar de nuestra mente la imagen que antes teníamos de esa parte de nuestro cuerpo, porque el reencuentro puede ser duro.

Ya al final, allá por los diez meses, cuando salía a pasear, para ver si de una vez me ponía de parto, cuando iba con una mano en la barriga… ¿para que no se me cayera? y la otra mano en la espalda… ¿para no partirme en dos?, toda espatarrada, como si no me cupiera entre las piernas “el Palacio”, me crucé con el típico plasta que me pregunta

– ¿Madre mía todavía estás así?-¿por qué lo pregunta inflando los mofletes y echando la cabeza para atrás dejando ver la papada?  Así ¿cómo? ¿”pa” reventar?…

Si, y un día reventé, rompí la bolsa, y me faltaban piernas para correr y me sobraban bolsas para llevar…como que no me la llevé, preparada tres meses antes y ahí se quedó.

Pero bueno hasta aquí algunas anécdotas de mi embarazo, a partir de aquí ya es otro capítulo, jejejeje, ya os iré contando. Desde entonces soy una mamá muy feliz.

Colecho, otro punto de vista

Esta semana, Una mamá muy feliz también nos quiere contar su punto de vista sobre el colecho.

Heyyyy que nosotros también colechamos y quiero contaros mi experiencia, igual que Diana.

No me lo había planteado hasta que mi tesoro llegó al mundo con el sueño sin configurar…¡no dormía nada!, casi todas las noches nos daban las 7 de la mañana entre pañales, llantos, teta y llantos y teta… ¿y qué? después de tanto tiempo esperándolo, teníamos que disfrutar al máximo…¡qué felicidad! ¡ya habría tiempo de dormir!

Comenzamos casi sin darnos cuenta; a la mínima que mi tesoro cerraba el ojo, me faltaba tiempo para ponerlo en su cunita y lanzarme a la cama e intentar dormir un poco antes de que se volviera a despertar, nunca después de dos horas, a pedir otra teta. Entonces me lo metía en la cama con mucho cuidado, siempre pendientes por si lo pillábamos debajo o le echábamos el nórdico encima, luchando contra el sueño, con los ojos ensangrentados por no cerrarlos…En estos momentos de teta, papá aprovechaba para dormir, después vuelta a la cuna o más bien al salón con música y entonces era yo la que dormía… las ojeras nos llegaban a los pies, ¡¡¡pero que felicidad!!!

En cuanto papá se tuvo que ir dos o tres días a trabajar sin dormir, me di cuenta que cuando me quedaba frita dándole la teta al bebé en la cama, el exagerado de papá, que en cada toma me decía -“a ver si te vas a dormir, cuando termine, lo pones en la cuna” -hacía la vista gorda, ¡¡estaba rendido el pobre!!

Conforme mi tesoro pasaba más tiempo en la cama que en la cuna, comencé a informarme, ¡jolín pero todo lo que leía era malo!. Todas las noches me comía la cabeza…¡ni que estuviera cometiendo un crimen!…nada que entre unas cosas y otras lo mío era no pegar ojo.

Todo cambió cuando conocí a Carlos, las noches para mi cambiaron por completo…eh, eh, eh, que me refiero a Carlos González y “El Libro” (Bésame mucho, un regalo para toda la vida, mi niño no me come); resulta que no hacíamos nada malo, todo lo contrario, el colecho era lo mejor y más natural para todos. También ayudó mucho a tomar esta decisión mis pérdidas de memoria y despistes por no dormir; pregunté en agosto en que caía Semana Santa y se me metió en la cabeza que mi aniversario era el 19 ¡¡en lugar del 16!!  Como veis, la cosa era grave.

Las primeras noches no fueron fáciles, soy muy comodona para dormir… ¡es con uno y me costaba!; ea, pues eso fue lo que acabó por convencerme; que llevo colechando la pila de años con un roncador profesional que me ha dado noches de auténtico insomnio, que me ha destapado continuamente y algún que otro codazo me he llevado, ¿y me estaba comiendo la cabeza por dormir con un angelito? Al que tenía que cambiar de habitación ¡¡era al león de La Metro!!

A ver, hay cosas que han cambiado. Yo que siempre he dormido desnuda, ahora me tengo que poner un camisetorro, porque el nórdico no sube más allá de mi cintura… ¡nada, que no hay quién lo tape!

Me he resfriado más este año que en mis mejores trasnochadas de juerga; el nórdico por la cintura y la camiseta asesina reliada en el cuello…¡¡cualquier noche no lo cuento!! o muero de pulmonía o ahogada por una camiseta, pero la zona central tiene que estar disponible para que mi tesoro tenga buffet libre toda la noche.

A las que hacéis colecho, ¿cómo os la apañáis para que coman de las dos tetas? Yo los primeros días saltaba por encima de él y me ponía en el otro lado…¡¡pero que trajín!! Llegaba al otro lado y me caía encima del papi, que no me dejaba hueco, mientras esperaba a que se moviera, yo a gatas encima de mi bebé, se me enganchaba como un corderillo, la camiseta reliá…¡¡ufff, me levantaba reventada!! Ahora, me quedo en mi sitio,  me retuerzo un poquito, a modo de contorsionista, para que coja le teta de arriba,  parezco la niña del exorcista; ¡soy capaz de poner el cuerpo boca abajo y la cabeza boca arriba!
Así descanso más, aunque ya voy notando escasez de pelo en la parte izquierda de la cabeza de dormir siempre de ese lado. Papá también descansa más; no se le echa encima 4 o 5 veces por noche una masa de 60 kilacos. Ahora cada uno en su sitio y mi tesoro actuando de barrera, se acabaron las noches de pasión, se pone paralelo a la almohada… ¡ocupa todo el espacio! y nosotros firmes en los largueros de la cama intentando no perder el equilibrio.

Entre una cosa y otra papá ha decidido irse a su habitación… ¡ya tiene edad para ello! Ahora toda la cama para nosotros, todos los días nos dan más de las 10 de la mañana…ahhhh, no me puedo levantar antes…. ¿y si mi tesoro se cae? No, no, no, yo lo acompaño hasta que él quiera, a veces me levanto con los riñones partíos, pero nada que no pueda soportar, todo sea por velar por el descanso de mi tesoro.

En fin, que viva el colecho, mi contractura del cuello, mi tendinitis del codo, mis ojeras y sus bolsas correspondientes, mis pezones escocidos, Carlos González y la madre que lo parió, que han hecho posible que todos los días mi tesoro me despierte con un besito, ¿qué puede tener eso de malo? ¿Eso es malcriar a un hijo?¡¡¡¡eso no tiene precio!!!!!

Chicas, a las que aun estáis a tiempo, ¡¡COLECHAD!!Hacedle ese favor a vuestros hijos y sobre todo, hacéroslo vosotras mismas. A mí el colecho me hace, hoy con lágrimas en los ojos de la emoción, Una mamá muy feliz.

¿Vamos a dar una vuelta?

Mi amiga Una mamá muy feliz salió de paseo el sábado…

Con esa pregunta me ponía loca de contenta, ufff que nervios; ducharme, el pelo, depilarme… ¿qué me pongo? No podía repetir modelito de al menos un mes atrás, combinar colores, un estilo u otro según cena o simplemente cañitas…

¡Ahora la misma pregunta me pone…de los nervios! Me sube una cosa por los pies hasta la coronilla, lo dicho, ¡para volverme loca! Ufff que pereza, empiezo a hiperventilar, el corazón taquicárdico perdido, me sudan las manos, y como si fuera el último segundo de mi vida, comienzan a pasar imágenes por mi mente, que como si de un puzle se tratara, he de organizar de forma que tarde el menor tiempo posible en hacerlo todo. Y de repente caigo…¡¡¡¡¡¡¡¡nooooo, hoy todavía no ha hecho caca!!!!!!!!!!Riesgo añadido.

Empieza la maratón; arreglar al bebé, preparar su comida para llevar, el agua, el bolso, la silleta, muda extra …y si me da tiempo intentare ducharme, al pelo hoy le daré un toque natural, no me queda otra y en cuanto a la ropa, hoy me pondré el precioso jersey verde que tanto me favorece y que, para que nos vamos a engañar, es con el que mejor me saco la teta, el mismo que me puse ayer y el fin de semana pasado.

Y el papi, como siempre, colaborando al infarto, todo enchaquetado e inmaculado ya en la calle con el bebé, diciendo con un tonillo que despierta mis peores instintos:

-¿mamaaaaá que te queda?, que este ya se está poniendo nervioso

Y yo, tras echarle la mirada asesina correspondiente, sigo corriendo dentro de la casa de un lado a otro como una posesa y de nuevo:

– ¿mamaaá yaaaaaaa? ¿Yo no sé por qué tardas tanto?

Al final acabo de vestirme prácticamente en la calle. Por dios, ¡si estoy para ducharme otra vez!

Paseando, llegamos a la puerta de una taberna donde solíamos alternar, mi chico me mira con cara de “¿nos atrevemos?” y así, sin flotador, nos lanzamos a la piscina.

Hasta ahora no me había dado cuenta de lo que se parece este sitio a las salas de espera de los pediatras,  igual de abarrotado. Conforme voy pasando, voy dado codazos en la nuca de la gente, algunos se tienen que levantar y me miran como diciendo, “señora váyase usted a su casa con la criatura”, las mesas y las sillas son pequeñas y hace un calor insoportable. Segunda maratón de la tarde; quítale el abrigo al bebé, sácalo de la silleta, pon la trona portátil en la silla, pon al bebe en la trona, mi tesoro estirándole del pelo permanentado a la señora de detrás, y el camarero, otro que colabora al infarto, cual moscón preguntando

-¿qué vais a tomar? -cachis en los mengues, todavía no me he quitado el abrigo, estoy sudando como un pollo… ¿qué tal una ducha?

Por fin acomodados. A ver si podemos picar algo.  Sin apenas darme cuenta, mi bebé comienza a tirar todo lo que hay a su alcance, en un segundo parece que ha pasado un tornado que ha barrido todo lo que había en la mesa y bajo nuestros pies se va formando lo más parecido a un basurero.

Papa decide cogerle en brazos, pero por poco tiempo, solo quiere caminar cogido de la mano. En cuestión de segundos me veo sola en la mesa, con la mirada perdida, atiborrándome de todo y bebiéndome mi cerveza sin alcohol…aunque pegaría más un whiskazo, cual alma solitaria ahogando sus penas.

Miro al papi, haciéndose kilómetros de un lado al otro del bar con el bebé de la mano, y esa chaqueta, que tan bien le quedaba cuando hemos salido de casa, ¡es como si lo estuviera engullendo! Está sudando, el cuello de la chaqueta casi le tapa ya toda la cabeza, solo le veo la calva, de pronto se da la vuelta, se agacha y ¡¡noooooooo!! toda la hucha al aire. De repente, se dirige corriendo hacia a mí, con la cara descompuesta

-tu hijo se ha hecho caca- ahora entiendo lo de la cara… corriendo al baño, dejando tras de mí un aroma incompatible con la comida y… ¿porque nunca hay cambiador? otra vez para fuera a por la silleta, aireando el aroma. Nos atascamos en el diminuto baño, el bebé en la silleta y yo y, bueno, una señora que se empeña en lavarse las manos, ¡que pesada! Señora, ¿pues no ve que aquí huele a caca? jajajajaj, pues ala señora, se lo va a tragar todo.

Decidimos marcharnos cuanto antes, y mientras nos traen la cuenta y vamos recogiendo todos los bártulos, yo intento picar lo poco que queda en los platos…

Ya nos vamos para casa dando un paseo, mi tesoro quiere que lo coja, no hay problema, saco mi superbandolera y me lo coloco. No había llegado ni a la esquina cuando noto como algo se me lía en las piernas, no me deja andar, ¡no, si me caeré! De repente, mi chico desaparece de mi lado y lo veo tirarse al suelo, cuerpo a tierra. Se tira a mis pies, librándome de una caída inminente. Cuál es mi sorpresa, cuando miro para abajo…. ¡¡se me ha caído la falda!! ¿Qué hago? ¿Río, lloro, salgo corriendo? Miro a mi bebé que me sonríe ajeno a todo y con toda naturalidad, dejo que mi chico me coloque la falda, mientras le devuelvo la sonrisa junto con un besito a mi tesoro.

Nunca olvidare esta tarde, su sonrisa se ha clavado en mi mente. Momentos como estos son los que hacen que sea Una mama muy feliz.

La importancia del silencio

Aquí os dejo la reflexión semanal de mi querida una mamá muy feliz

¿Sabéis lo importante que es el silencio? si, ¿verdad? ¡Por la cuenta que nos trae!….

En mi vida siempre ha sido muy importante, aunque de diferente manera; atrás quedó el tiempo en el que solo podía dormir en la cama, a oscuras y por supuesto en silencio… Ahora a veces me sorprendo durmiéndome apoyada en la barandilla de la cuna, esperando a que el incansable de mi bebé se duerma…es lo único que importa, que él duerma. Ahora es para lo que necesito el silencio.
Pero no es tan fácil…. ¿¿cómo pueden tener un oído tan fino?? Lógico, lo están perfeccionando desde el vientre materno. Pero vamos, es que es increíble, es salir por la puerta del dormitorio, después de dos horas durmiéndolo y… ala, vuelta a empezar…¡¡se despertó!! ¡¡Pero si apenas respiro!! Y el día que no se despierta, ya me encargo yo de darle un puntapié a la cuna o de tropezar con el armario al tomar la curva demasiado cerrada.

Y digo yo, ¿por qué los papás no tiene el mismo concepto de silencio que nosotras? ¡Qué pesados! Por favor, ¿cómo podemos explicarles que guardar silencio no significa solamente no hablar? Tampoco se tose, se abren y cierran puertas, se tira de la cisterna de madrugada…prohibido hacer pis de madrugada, ¡¡eso son malas costumbres!!…Tengo yo la vejiga del tamaño de una gaita de no levantarme… ¡Pero si el padre hasta estornuda!, eso es un lujo, no he estornudado yo a gusto desde que me quedé embarazada, cualquier día voy a reventar de estornudar “en silencio”.

Chicas yo no se vosotras, pero yo me levanto hasta sin respirar, en bolas y me visto en medio del pasillo… ¡que voy a pillar una pulmonía! Hablando de pulmonías, ¿creéis que si le digo al papi que duerma destapado colará? Es que cada vez que se levanta o se mueve hace un ruidazo con el nórdico… Desde aquí hago un llamamiento a los fabricantes de ropa de cama, para que la hagan más suave. Mi nórdico parece que está “forrao” de papel de aluminio y en lugar de plumas parece relleno de canicas. Así me levanto yo, entumecida y con tortícolis de no moverme en toda la noche; que hace frío, pues me encojo hasta que me doy con las rodillas en la barbilla; que hace calor, pues cual sauna a sudar como un pollo se ha dicho…todo menos mover el nórdico.

Que estrés, cada noche es una aventura… haríamos todo lo posible para garantizar el descanso de nuestros bebés, ¿verdad?, y a veces es imposible… ¿no podríamos meternos en una burbuja, insonorizada, por supuesto?

A pesar de todo, aun llevando sin dormir un año, como siempre digo, soy Una mamá muy feliz.

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