No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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La maternidad de la A a la Z: Z de Zurullo

De nuevo me siento delante del ordenador a plasmar una nueva palabra de mi particular diccionario de la maternidad. Y aunque esta es mi palabra, se suma a las palabras de otras madres que comparten este espacio, para hacer entre todas, la Gran Obra Maternal, gracias a Trimadre a los treintaembarazada-silla2

Venía yo de un evento que ya os contaré, dándole vueltas al coco, cuando se me ha ocurrido la palabra Zurullo. La cosa es, ¿cómo se te ocurre algo así conduciendo? Pues la respuesta es muy fácil.  En mitad de la autovía, sin sitio para parar, tu princesa decide que es el mejor momento para hacer caca y claro, el ratito que te queda para llegar a casa lo haces entre los vapores de la plasta que acaba de soltar y las risillas de la peque cada vez que dice “caca peste”, que es lo último que ha aprendido.

Cuando nos dan el carnet de madres, también nos dan un master en zurullos y cacas varias. Nuestro primer contacto con el mundo de las cacas llega en el hospital, de la mano del meconio. Esa primera plasta que suelta nuestro retoño, de ese color negro y esa consistencia pastosa y como de chicle, porque madre para limpiar eso del culete, es para nosotros como un regalo. Sí, sí, podéis reír, pero confieso que con mi mayor, hasta hicimos una foto del momento plasta pegada en el culo, que él cuando la ve, 11 años después, me pide por favor que quite del álbum….

Luego, llegamos a casa con nuestro bebé de teta y resulta que decide hacer una media de 8 a 10 cacas cada día. ¡Toma ya economía familiar en pañales! Pues sí, esas cacas líquidas, que apenas huelen pero que salen a todas horas del día y de la noche, son especiales, porque las noches no tienen descanso para los zurullos, no señor, el organismo de los bebés se está regulando y después de mamar, sueltan la caca, da lo mismo el lugar o la hora.

Yo me saqué un título especial. El de limpiar cacas en cualquier parte. Porque, como ya he comentado, ellos no buscan el lugar perfecto para hacerse caca. Y claro, uno no siempre está en una casa o en un centro comercial con cambiadores. Yo he quitado cacas sentada en una taza de wáter, en un cuarto de baño en el que casi no me podía mover de lo enano que era, sujetando la puerta con las rodillas, con la peque tumbada sobre mis muslos, con las toallitas entre los dientes, con su culo apuntando peligrosamente en mi dirección, y haciendo el cambio de pañal más rápido de la historia, no fuera a haber algún escape. También soy experta en cambios en el asiento del coche, comodidad donde las haya, y peor en pleno invierno, embutida entre asientos de retención infantil, quitando abrigos, leotardos y pantalones largos, sin poderte ni mover ni poder abrir la puerta del coche para tener más espacio por miedo a que entrase el frío y nos quedásemos congelados.

Seguimos con el manual del buen zurullo. En la fase de las cacas líquidas, cuando nuestros bebés comienzan a moverse un poquillo más, allá por los dos meses, nos encontramos que esas cacas tienen vida propia y deciden desafiar los límites del pañal. Es divertidísimo cuando tu peque se hace caca en la silla del coche y tú rezas porque la caca no haya decidido trepar por su espalda y pensarte si meter a la lavadora la funda de la silla, la ropa de la niña y hasta a la niña misma. Aquí, tengo que contar una anécdota con una de esas cacas y un portabebé…. Pues sí, justo lo que estáis pensando, íbamos paseando en nuestro fular elástico, y una de esas cacas decidió que era el momento justo para desbordarse del pañal y ponernos un poco perdidas a las dos y al portabebé. Menos mal que llevábamos 3 capas de fular y solo nos enteramos del estropicio nosotras, no llegó a salir al exterior.

Ains, iba a hablar de mi master en zurullos, pero es que no dejan de venirme a la mente anécdotas más o menos graciosas de momentos escatológicos, que no puedo dejar de contar…. Era el mes de mayo, la peque tenía 2 meses y la caca escapista hizo su aparición. Le quité toda la ropa y la limpié como pude, para ir al baño a bañarla. Cuando estaba llenando la bañera, decidió hacerse pis encima de mí. Y no contenta con eso, me echó una bocanada de vómito en el hombro. Vamos, un cuadro que inmortalicé con la cámara del móvil, aunque creo que mejor no subo la foto, que dentro de unos años la peque me lo puede echar en cara.

Cuando empezamos con la alimentación complementaria, el intestino de la princesa cambió. Pasó de esas cacas líquidas y escapadizas a un estreñimiento preocupante. Hacía cada dos o tres días. Pero ella estaba contenta. Nada raro, algo completamente normal hasta que su intestino aprendiera a regularse. Y así fue, en poco tiempo, empezó a hacer caca a diario otra vez. Y a veces, ya es su forma de adulto, un zurullo en toda regla, jejeje.

Este nuevo tipo de caca, también nos ha dejado anécdotas, a ver que vais a pensar. La más divertida, viéndolo desde fuera, claro, es el momento zurullo y bañera. Estábamos las dos bañándonos juntas cuando decidió que era el mejor momento para hacer caca. Y allí apareció de pronto, flotando entre las dos, una caca de tamaño descomunal. A la peque no le hizo ni pizca de gracia, porque empezó a llorar y a señalarla con el dedo, apartándose de su camino. Claro, acostumbrada a hacerlo en el pañal, creo que era la primera vez que veía una caca en directo. A mí me dio un ataque de risa…y el mayor llegó con la cámara de fotos para inmortalizar el momento. Madre mía, ¡vaya álbum tengo ya! Ese no se puede enseñar a las visitas…

Ahora, nos encontramos en un nuevo momento. La princesa habla, dice algunas cosillas y dos de las palabras que mejor le salen son “caca” y “peste”, así que por lo menos, ella ya me avisa cuando me ha dejado el regalito.

¿Cuál será la siguiente etapa?

Con cacas y a lo loco (de bebés, se entiende)

Espero que hoy vengáis con ganas de reíros, porque yo no he parado de hacerlo. ¿Por qué será que cuando hablamos de caca, a todo el mundo le hace gracia? Pues ya veréis lo que tiene preparado hoy mi querida Una mamá muy feliz.

Ya podéis ir echando  la lotería que el relato de hoy da suerte. Hoy, además de Una mamá muy feliz soy un pelín guarriqui. Os hablo de un tema muy presente en la maternidad: las cacas… ¡a ver si ahora lo vais a negar y me vais a poner mala cara!
Dicen que los niños vienen con un pan bajo el brazo, si, ¡y un plastón bajo el culo! El primer regalito que nuestro tesoro traía, ya tenía nombre…zassssss, ¡¡a la camiseta del papi!! Jajaja ¡qué cara! no sabía ni por donde le había venido. De eso que me libré gracias a la cesárea, casi me muero de la risa, le suplicaba al papá:
– ¡cállate por dios, no relates, no relates nada que se me abre la raja, cállateeeeee!
Así conocimos al supersónico explosivo meconio, bueno, nosotros y el personal de limpieza del hospital, porque la onda expansiva alcanzó también al armario y a la cama de al lado, ¡menos mal que no había nadie! Fue a las pocas horas de nacer y a traición; destapar el pañal y… pumba ¡¿cómo un cuerpo tan chico, con un chupetoncillo de ná que le había dado a la teta, pudo echar eso, con esa presión y a esa velocidad?! Literalmente, se vació. Y el papi presumiendo porque iba a ser él quién le cambiara el primer pañal…jajaja, y el que recibiera el primer perdigonazo. Aunque lo del meconio es más bien fama; es muy feo, sí y muy desagradable de color…pero luego no huele ni nada. El papi quedó traumatizado y el que se cagaba era él a la hora de cambiar un pañal.
En pocas horas pasamos de la bestia negra a la caca mostacera de sobrecillo del Mcdonalds; amarilla y totalmente líquida, propia del bebé de teta. Esta es a la que más cariño he cogido, ya que hacía su aparición 10-12 veces al día, por la parte corta, ¡eh! y ¡ay el día que no llegaba a 8! gabinete de crisis; llamando a las abuelas, a la vecina que tiene un nieto de la misma edad, a mi queridísima amiga a la que no veo desde el instituto y que ya era hora de llamar y de paso preguntarle cuanto y como caga su bebé…llamadme histérica ¡¡¡oye que mi tesoro ha hecho dos cacas menos, la situación lo merece!!!!
Meses después seguimos acordándonos de dicho condimento, pero ya de la de restaurante fino que te ponen en cuenco y se sirve con cucharilla, un tanto grumosa; ¡más de una vez me he mirado la teta para ver de qué color era mi leche y si la echaba ya con galletas! A esta caca la admiraba por su valentía; siempre acompañada de un pedete de aguachirri y desafiando a todo filillo de body que se encontraba a su paso, hasta llegar al pantalón blanco de mamá, por supuesto, cuando estábamos fuera de casa. Yo ya se lo decía a mi tesoro:
–hijo, baja la sensibilidad del esfínter para que el pedete se quede en lo que es, aire y no pase a estado sólido, o más bien líquido
En ese tiempo recuerdo llevar casi una maleta con mudas para todos. En ocasiones me reía satisfecha, cuando después del estruendo, mi pantalón y el filillo del body estaban impolutos…” ¡jajajajaj por fin le he puesto límites!”(Risa maléfica con eco)… ¡y una m…caca, a estas no hay quién las controle!, próximo destino, salida por la parte de atrás hacia la nuca.
Llegaron los purés y con ellos 2 o 3 días de estreñimiento…nos echábamos a suertes el cambio de pañal ¡¡¡no quería ni imaginarme cómo sería la nueva modalidad!!! Tras un supositorio hizo su aparición y allí estábamos todos disfrutando del momento de fiesta y algarabía, por fin, mi tesoro ha hecho una caca de niño mayor. Ja, no sabía lo que me deparaba el futuro.
Ahora ya come trozos y como dice el refrán “como come el mulo, caga el culo” y como dice el papi
–niño esta caca ya es de wáter y de limpiarse el culo uno solo.
Son moldeables y adquieren formas curiosas dependiendo de la postura del bebé. Estas son peligrosas, tienen vida propia y ansia de libertad, al mínimo descuido escapan rodando cambiador abajo. Para cambiar estas cacas hay que inmovilizar muy bien al bebé y tener a punto todos los reflejos. El otro día con la bregacina, mi tesoro metió el pie en el pastelón y… ¡caaaaaca volaaaante! por mucho que me eché hacia atrás estilo matrix, no la pude esquivar, menos mal que la herida no fue mortal, solo me alcanzó el hombro.
Y lo que da de sí una caca, es nuestro tema de conversación preferido:
Saludo de papá cuando viene del trabajo
-nena ¿ha cagao el niño?-
-sí, dos veces-
-pero, ¿de cuáles? (ahora somos expertos en cacas)-
Y ahí estoy yo ¡¡¡describiendo una cacaaaaaaaa con todo lujo de detalles!!!
Y después de cenar echamos nuestro ratico de charla alrededor del cambiador admirando y comentando al detalle la proeza de nuestro tesoro con orgullo, como si de un título universitario se tratara. A nosotros nos ha unido un montón como pareja…
…y nos ha separado un abismo del resto de los mortales “no padres”. Estamos tranquilamente tomando unas cañitas, inmersos en nuestro universo familiar y olvidamos que alrededor hay personas inmunes al virus de la paternidad, disfrutando también de una velada tranquila. A esto que miro a mi tesoro y lo veo “colorao” con un tomate, morado, apretando ¡ñññ! ¡mfprr!, con los ojos fuera de las órbitas e inclinándose un poquito hacia un lado, dejando cámara de aire entre culo y pañal para lo que está por salir. Nunca me he parado a contar, pero empezamos a repetir de forma compulsiva la palabra:
-(yo al papi)- el niño está haciendo caca-
-¿es que no había hecho caca todavía?-
-sí, ha hecho caca está mañana.-
-bueno, pues entonces esta caca es de las (descripción detallada).
-(yo a mi tesoro)-Hijo, ¿te has hecho caca? ¿Sí?, ca-ca arggg ca-ca
-…
El ambiente empieza a hacerse irrespirable… ¡ya le hemos dado la comida a más de uno!
Aishh hasta asuntos tan escatológicos como estos forman parte del maravilloso mundo de la maternidad, en el que en este momento me siento inmersa, ¡tan, tan a gustito! que soy Una mamá muy feliz.
Antes de acabar pido disculpas si he podido herir la sensibilidad de algún lector y también a tí, Diana porque no quiero ni imaginarme las palabras clave para los buscadores que te van a salir en las estadísticas a partir de ahora.
 
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