No hay mejor lugar que los brazos de mamá

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Las parejas de hecho también somos familias

A raíz de la publicación hace más de un año de mi artículo el engaño de las parejas de hecho he contactado con varias personas que están viviendo una situación de desamparo similar a la mía.

Como la mayoría de los que me seguís ya sabéis, la cadena cuatro se preocupó por el tema y le dio máxima difusión en el programa En la caja, en el que Adela Úcar veía las grandes diferencias que existen entre distintos tipos de familias.

Porque no nos engañemos. Todos somos familias, da lo mismo el modelo que hayamos elegido para hacerlo. ¿Acaso es más familia el que está casado que el que vive en pareja? Convivir con tu pareja, tener descendencia y vínculos comunes nos hace ser una familia. Ante la ley, todos deberíamos ser iguales. El artículo 39 de la Constitución Española dice: 1-   Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia. 2- Los poderes públicos aseguran, asimismo, la protección integral de los hijos, iguales éstos ante la ley con independencia de su filiación, y de las madres, cualquiera que sea su estado civil. La ley posibilitará la investigación de la paternidad.

Según la Constitución, todas las familias deben ser protegidas y según la constitución, también se debe proteger a los hijos y a las madres, independientemente del estado civil. ¿Por qué motivo entonces, si no estamos casados “legalmente” y nos quedamos viudas, la ley no nos ampara, no nos protege?familia

Os dejo un artículo que ha escrito Johana en nombre de su madre, que se acaba de quedar viuda.

Esta entrada está motivada por el prejuicio cada vez más extendido en la sociedad actual acerca de que las parejas de hecho (o uniones de hecho)  son iguales –con leves diferencias- respecto al matrimonio.
Yo misma, hasta ahora, pensaba que eran lo mismo y que una era versión light o low cost de la otra y que simplemente se agilizaban todos los procesos. Pero no me preguntéis qué entendía yo que era ser pareja de hecho, porque no lo tenía nada claro. Me daba la sensación de ser una opción muy moderna, muy de moda y muy válida para regularizar tu situación de pareja sin necesidad de organizar “la boda del año”, sin necesidad de dar mayores explicaciones o con la disculpa de “no, no nos hemos casado”. Las noticias sobre el reconocimiento de las pensiones de viudedad a parejas de hecho, y las noticias sobre otros logros conseguidos por parejas de hecho, simplemente contribuían a fortalecer este prejuicio.
Sólo hasta ahora que mi madre –pareja de hecho- ha enviudado, empiezo a darme cuenta de la realidad, y comentando este tema con una amiga ella se sorprendía muchísimo, pues son muchas las personas a su alrededor, que prefieren esta opción sin ser conscientes de las diferencias.
Así que voy a empezar por aclarar el prejuicio apoyándome en una definición que encontré en un artículo de Junio de este año del periódico ABC, que refleja muy bien cómo se ve una unión de hecho a efectos legales: “la unión de hecho… es una institución que nada tiene que ver con el matrimonio…” actualmente “la unión de hecho está formada por dos personas que no quieren, en absoluto, contraer matrimonio con sus consecuencias”.
Y por esta razón, las leyes evitan aplicar “por analogía legis” las normas propias del matrimonio a las uniones de hecho.
La situación más clara es que a efectos legales, el estado civil de los miembros de las parejas de hecho no cambia, se sigue siendo “soltero”, y por dar otros ejemplos:
  • Los hijos nacidos de un matrimonio son automáticamente reconocidos por el padre, mientras que si nacen bajo una unión de hecho, el padre debe reconocerlos expresamente. En caso de que no se reconozca la paternidad, se considerará a efectos oficiales que el menor no tiene padre y su madre responderá sola de su sustento y de su educación. Esto creo que lo escuché en el programa de Adela Júcar, en una de las entrevistas- ¿puede que dependa de la Comunidad Autónoma?
  • Los padres de tu pareja de hecho no son tus suegros, no hay ningún lazo de afinidad a ningún efecto. Con el matrimonio están en primer grado de afinidad.
  • A quien tú llamas padre, por ser la pareja de tu madre, no tiene ningún lazo contigo, no es tu padrastro. Si fallece, no tienes derecho a los días de duelo que te corresponderían si estuvieran casados –según el convenio colectivo-.
  • En caso de hospitalización de algún familiar por grado de afinidad: suegro, nuera, yerno, cuñados, abuelos políticos, etc no habría ningún permiso para acudirles ya que actualmente las parejas de hecho no se equiparan al matrimonio a efectos del permiso por hospitalización, -aunque por Convenio colectivo pueden equipararse.
  • En caso de fallecimiento de tu pareja no tendrías derecho a pensión si no llevas más de dos años inscritos como parejas de hecho y más de 5 años de convivencia fehaciente. En el caso de matrimonio es sólo de un año. No hace falta una doble prueba de convivencia.
Así, una larga lista de situaciones, pero en definitiva, no existe una legislación estatal de parejas de hecho, por lo que las obligaciones y derechos son bastante dispares. Son muchas las diferencias, las ventajas e inconvenientes dependiendo de la normativa, así que no voy a extenderme en esta entrada analizándolas, pero sí voy a recoger algunos de los links que más he consultado.
En palabras de Ángela Murillo (del blog mis líos legales): “España pide a gritos un registro único de parejas de hecho. Se necesita de forma urgente una regulación administrativa estatal que establezca un registro único para todo el territorio nacional. Con la dispersión actual de registros, es frecuente que alguien inscrito en una región no pueda beneficiarse de las ventajas de ser pareja de hecho en otra comunidad por no constar en sus ficheros. Así que muchos se toman la molestia de apuntarse en varios a la vez.”
Y más allá del registro único, es necesario que se equiparen los derechos (y obligaciones) de las parejas de hecho a los matrimonios porque el estilo de vida actual demanda una alternativa al matrimonio y son cada vez más las parejas que eligen esa alternativa. A quien diga que el matrimonio es la opción más antigua, le diré que más antiguo aún lo es constituirse pareja de hecho.
Yo estoy casada, ha sido mi opción de vida y le diría a cualquiera que me pregunte “cásate por lo civil”, has separación de bienes y cásate para quitarte preocupaciones y líos que vendrán con la letra pequeña del ser pareja de hecho. Es como ser pareja de segunda. Lo veo en mi pobre madre viuda que no va a poder cobrar la pensión.
Pero ante todo, si tú opción no es el matrimonio, si tú estás dudando sobre qué decisión tomar, entérate bien, y en profundidad de las ventajas y desventajas de una opción y otra y elige la que mejor te venga. Y si eres una pareja de hecho, que sepas que se ha formado un grupo que busca equiparar los derechos de las uniones de hecho con las del matrimonio, si quieres participar ponte en contacto con aurelioserna@hotmail.com dirigiéndote a Esther. La idea es ir creando una plataforma. Difunde esta entrada con el mayor número de personas que conozcas, que la unión hace la fuerza.
Si eres una pareja de hecho cuéntanos, por qué elegiste esta opción sobre el matrimonio. Qué entiendes que debería ser “una unión de hecho”
Si has tenido algún inconveniente legal, cuéntanos qué te ha pasado. Así podremos analizar en profundidad las razones y las necesidades en el cambio de legislación.

Os dejamos links a varios blogs y webs que hablan de parejas de hecho y pensiones de viudedad

Mis líos legales: casarnos o registrarnos como pareja de hecho

Legalitas diferencias entre matrimonio y pareja de hecho

ABC parejas de hecho

Miguel Arenas pensión de viudedad en parejas de hecho

M y M abogados pensión de viudedad en parejas que conviven sin estar casados

Seguridad Social pensión de viudedad

Informativo jurídica parejas de hecho y pensión de viudedad

Consulta de derecho: la convivencia como requisito de la pensión de viudedad

El derecho pensión de viudedad en parejas de hecho

La vanguardia los criterios sobre pensión deberían ser iguales en toda España

 

La falta de empatía que domina el mundo

Hoy vengo en modo desahogo.

De verdad que siempre he pensado eso de todo el mundo es bueno, vamos, que creía en la bondad de la gente por encima de todas las cosas. La lástima es que creces y te das cuenta que eso no es verdad. Que el mundo hay mucha gente mala. Están los malos malísimos, esos que cada día inundan nuestras televisiones con maldades escalofriantes. Y luego están los malos de andar por casa, esos con los que puedes convivir sin pensar que tienen un corazón podrido y de piedra, hasta que un día, más bien antes que después, desenmascaras.

Esas personas no hacen grandes maldades, hacen cosas pequeñas que te duelen de verdad, pues ves su falta de comprensión, su falta de empatía. Me pregunto si a esas personas siempre les han ido tan bien las cosas en la vida que son incapaces de ponerse en la piel del otro por un momento, de entender su sufrimiento.

Yo nunca he sido así. No estoy diciendo que sea la más buena del mundo, que sea una santa y vayan a beatificarme cuando ya no esté. No. Por desgracia, también tengo mis cosas malas, aunque juro que cada día procuro cambiarlas. A veces no puedo más con mis hijos y les chillo como una loca, pero estoy en el intento de dejar de hacerlo. A veces grito en el coche a un conductor que ha hecho alguna maniobra que me ha puesto en peligro. Y seguro que a veces he hecho daño a alguna persona sin querer. Pero tengo clarísimo que hago mucho más bien que mal.

Yo sí soy empática. Yo sí ayudo a las personas. Yo sí soy capaz de sufrir con los demás e intentar aportar mi granito de arena. Y por suerte, veo que mis hijos aprenden esas cosas de mí. Cuando nos mudamos al piso nuevo, Lucas acababa de cumplir 10 años, me comentó una vecina lo que le gustaba mi hijo, pues siempre que la veía le sujetaba la puerta para dejarla pasar. Aunque no todo el mundo es igual, pues yo he llegado muchas veces a la urbanización cargada de compra y con la niña y algún vecino me ha cerrado directamente la puerta en las narices… Un día, mientras cruzábamos por un paso de cebra, iba delante de nosotros una madre con sus dos hijos. El mayor, de unos 10 años, arrastraba una pesada mochila de ruedas del colegio. Al llegar al bordillo de la otra acera, se tropezó y se cayó y la mochila salió volando. La madre empezó a regañarle por torpe y yo lo primero que hice fue ayudarle a levantarse y preguntarle si se encontraba bien, mientras Lucas recogía las cosas que se le habían caído al suelo. Al final Sara me preguntó porqué había levantado al niño del suelo y le expliqué que tenemos que ayudar a las personas que nos necesitan, si se caen, les ayudamos a levantarse. Son solo pequeños ejemplos que mis hijos ven y van interiorizando.

Pero ahora voy a las personas malas, a esas sobre las que hoy quiero desahogarme. Me pasan por la cabeza tantas historias, que no podría contarlas todas. Como aquella vez que estaba embarazada de Lucas e iba en el metro a trabajar, mi primer trimestre, mareada y con hiperémesis. Antes de llegar a mi parada empezó a darme una bajada de tensión del calor y sentía que me iba a caer, pero el vagón iba lleno hasta los topes. Así que en la siguiente parada me bajé corriendo, me senté en un banco antes de perder el conocimiento y vomité. ¿Y sabéis qué? Pues que no pasó nada, mejor dicho, no pasó nadie, nadie se acercó a ver que me pasaba, si me encontraba bien, allí estaba yo sentada en un banco del andén, con la cabeza entre las piernas para recuperar la tensión, los ojos cerrados y vomitada y nadie se preocupó de mi ni un solo instante, el andén se iba llenando pero justo a mi alrededor no se paró nadie. En esos momentos, las cosas te duelen, pero hoy en día, las cosas me duelen aún más.

Esto que os cuento ahora ya lo conté hace algo más de 1 año. Las dos semanas que Jose estuvo en la UVI yo las viví en un estado de ansiedad constante. Una de las mañanas que volvía en el autobús de verle, pues no me veía con fuerza para conducir, empecé a hiperventilar, a agobiarme, casi no podía respirar y por supuesto, no podía de dejar de llorar. Tenía una crisis de ansiedad sentada en un autobús rodeada de personas y tampoco nadie se acercó a prestarme su apoyo. NADIE. Vieron a una desconocida llorando en un autobús, haciendo ruidos respiratorios raros y no se les ocurrió preguntar ni ofrecer ayuda. ¿Es eso justo y normal? ¿De verdad que los seres humanos somos buenos por naturaleza?

A partir de ese momento, me he encontrado varias personas para colgar en la categoría de MALAS, sí, aunque suene así de fuerte, conmigo se han portado mal y me han hecho daño. Y eso sobre las que quiero desahogarme ahora. Lástima que no tenga nombres para ponerles una quejar.angustia

A los pocos días de fallecer Jose, fui al INSS de Móstoles, a llevar los papeles para solicitar la pensión de orfandad de Sara y mi pensión de viudedad. Si alguien se ha visto en la misma situación que yo, os diré que los papeles que hay que presentar son muchísimos, por lo menos en el caso de ser pareja de hecho. Muchos originales y copias de todos los documentos que se os puedan ocurrir. Me costó varios días recopilarlos todos y el día de la cita, allí estaba yo, con una carpeta llena hasta los topes y el corazón destrozado. Dentro de la oficina del INSS de Móstoles, he imagino que igual en el resto de España, hay un montón de personas trabajando pero no todas atienden las mismas cosas, cada uno está especializado en lo suyo. Así que lógicamente, la individua que me atendió a mí, que no tiene otro nombre, es una de las encargadas del tema de las pensiones. Si partimos de la base que cuando alguien va a que le atiendan por un tema de pensión, irá en un estado emocional bastante delicado, lo lógico es que las personas que te atiendan en esos casos tengan total empatía. Pero no. La señora en cuestión fue la persona más borde y antipática que debería haber en la oficina. Lástima no haberle pedido el nombre para ponerle una reclamación. Me senté en su mesa y sin un hola, me dijo que le diera los papeles. Yo, cargada con mi carpeta, le puse todo en la mesa, pero ella empezó a decirme de muy mala maneras que se los fuera dando en orden. Evidentemente, no sabía cuál era el orden, así que se lo dije y empezó a gritarme, que si íbamos allí de malos modos, que si me creía que ella estaba allí para servirme…en fin, no recuerdo que más dijo porque me puse malísima. De nuevo tuve una crisis de ansiedad, no podía respirar, lloraba desconsoladamente, intentaba controlarme pero era incapaz, estaba destrozada por la muerte de Jose y en vez de toparme con alguien que me ayudase, me encuentro con esa señora antipática, incapaz de ponerse en mi lugar y de imaginar el dolor que estaba pasando y que tenía la osadía de hablarme de muy malas formas. Y de nuevo, me encontré que nadie, absolutamente nadie en todo el INSS se acercó a consolarme, a tomarme de la mano, a ofrecerme un pañuelo, a darme un apretón o una caricia o una palabra amable. NADIE. Allí estaba yo sola, con mi agobio, ahogándome y tratando de calmarme para terminar con aquello cuanto antes. Cuando conseguí tranquilizarme más o menos, la señora aquella seguía allí sentada, sin mover un músculo. Simplemente suavizó un poco su tono de voz, y ya fue pidiéndome los papeles en el orden que debía entregarlos.

Me he encontrado varios casos de estos, de personas que han tenido que atenderme por algún motivo relacionado con la muerte de Jose y no han sido nada empáticos. A ver, yo soy enfermera y lidio con enfermedades incurables y con fallecimientos casi a diario. Con el tiempo terminas poniéndote una coraza para que todas esas cosas no te afecten, no puedes traerte a casa todos los malos momentos. Pero que no deje que me afecten no significa que sea una persona fría y distante. Cada vez que pasa algo malo, siempre estoy ahí por si el familiar necesita algo, tengo palabras dulces y amables, incluso abrazo a quien lo necesita. Por eso no entiendo cómo he podido encontrarme gente tan mala en este último año.

Pues aunque ya han pasado 15 meses desde que Jose falleció, el tiempo ha calmado un poco el dolor, pero las cosas siguen doliendo. Y si tienen que ver con él, todavía más.

La semana pasada fui a hacienda a llevar su declaración de la renta. El año pasado ya me tocó hacerla y tener varios problemas a la hora de que me devolviesen lo que le correspondía, problemas con los que no os voy a aburrir ahora. El caso es que este año, para ahorrarme esos problemas, decidí llevarla en persona a la oficina, en vez de presentarla por banco. Y de nuevo, me toca la individua que tiene que haber en todas las oficinas que trabajan de cara al público, siempre tiene que haber un garbanzo negro y me toca a mí. Después de una hora de retraso, voy a la mesa que me corresponde y la señora me dice que llevo la declaración sin firmar. Le digo que es de mi difunto marido, que evidentemente no puede firmarla. Me dice de muy malas manera que entonces la firme yo, que soy su mujer. Le digo que no estábamos casados y que la heredera es mi hija. Entonces, de peores maneras todavía, me dice que la niña no puede firmar, ¡ojito que lista es la tía, que con sólo mirar a Sara de un vistazo se ha dado cuenta que no es capaz de escribir su nombre! Aquí empieza una conversación de besugos, con una señora que no sabe hacer su trabajo y tiene la desfachatez de decirme que si ya presenté la declaración el año anterior, ya sabré lo que tengo que hacer. Le digo que la que debería saberlo es ella, pues es su trabajo pero me dice que es la primera vez que se encuentra con un caso como este. ¡Venga ya, no me lo creo! Y de nuevo, en vez de mostrar un poco de empatía con la desconsolada viuda y la huérfana, se pone a gritarme que me vaya a una mesa aparte a firmar de la manera que me parezca más conveniente, que le estoy formando cola y tiene que seguir atendiendo gente. Ni que decir tiene que me dio otra crisis de ansiedad. Algo que no sabía lo que era, desde que Jose se puso enfermo es bastante común en mi día a día. Me bloqueo, me pongo nerviosa, intento contenerme pero me pongo más nerviosa aún y termino llorando a mares, hipando e hiperventilando. Por suerte sí que quedan personas bondadosas en el mundo, que se ocuparon de distraer a mi hija mientras ella estaba preocupada porque su madre lloraba y me dieron un pañuelo y me cedieron una silla para que pudiera tranquilizarme un poco. Cuando conseguí serenarme y firmar los papeles como tutora de mi hija, la señora antipática, al ver que me acercaba a su mesa, se puso la mano en la barriga y me dijo que se encontraba mal y se fue al baño corriendo, para no atenderme. Imagino que se le caería la cara de vergüenza de lo que me había hecho pasar.

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No consigo comprenderlo, no consigo entender cómo la gente puede ir por el mundo con la cara bien alta y ser incapaz de ayudar al prójimo, cómo podemos vivir en una sociedad donde cada uno mira para su propio ombligo, sin importarle lo que le ocurra al de al lado. Cómo gente que trata cada día con personas con grandes problemas personales es incapaz de mostrar algo de empatía, una palabra amable, una sonrisa, un simple gesto para ayudar a mitigar un poco el dolor.

El engaño de las parejas de hecho

Querido lector, si estás esperando leer algo relacionado con la crianza, el porteo o la lactancia, ya te aviso que no voy a hablar de nada de eso y puedes dejar de leer tranquilamente. Por el contrario, si vives en pareja, estéis legalizados o no, o si conoces a alguien que viva en pareja sin estar casado, te interesa seguir leyendo.

Hace unos años, Jose y yo decidimos formalizar nuestra unión. Como yo ya había estado casada y no me había ido muy bien, decidimos informarnos sobre las parejas de hecho. Preguntamos un poco y nos dijeron que al inscribirnos como pareja de hecho, tendríamos casi los mismos derechos y deberes que los matrimonios, excepto que no podríamos hacer la declaración de la renta de forma conjunta. También nos dejamos aconsejar por otras parejas, que nos decían que era lo mismo que estar casado, que a efectos legales era lo mismo… Como conocíamos a varias parejas que se habían formalizado de esta manera, nos pareció correcto y así lo hicimos. Nos informamos en el ayuntamiento, llevamos los papeles que nos requerían y firmamos con unos testigos. Hasta nos dieron 15 días por matrimonio en el trabajo y nos fuimos de luna de miel. Y ahí quedó todo, no volvimos a pensar en el tema….hasta ahora.

Ahora, me estoy dando cuenta de la cantidad de diferencias que existen entre estar casados y ser pareja de hecho, y ya no te cuento si sólo vives en pareja, entonces, no hay nada que hacer. En España, lo único que sirve legalmente, a todos los efectos, es el matrimonio. Así de claro.

Después de la muerte de Jose, además de lidiar con el dolor, con la pérdida, con los sentimientos, me veo envuelta en un sinfín de papeleos, porque morirse no es fácil, ni barato, aunque de eso lo mismo hablo en otro momento. Pero bueno, voy a lo que de verdad importa, la mentira que significa ser pareja de hecho.

En primer lugar, después de unos cuantos trámites, he tenido que ir a un notario a gestionar la herencia de Jose. Resulta que no tenía testamento, claro, yo tampoco, con 40 años, a ninguno se nos pasa por la cabeza que podamos fallecer. Parece un tema del que no nos gusta hablar, algo que dejamos para más adelante, y luego, puede resultar demasiado tarde.

El testamento se realiza en una notaría, con el DNI y en un momento. Cuesta unos 40€. Os pueden informar de las diversas maneras que hay de hacerlo, pero por lo general, se suele dejar al cónyuge superviviente toda la herencia en usufructo y después, cuando el otro fallezca, ya se reparte para los hijos. Si el fallecido no hubiera hecho testamento, sus bienes se reparten según la ley.

Y aquí me encuentro el problema número uno. Yo no soy nada. No tengo derecho a nada de nada. El notario me dijo que ser pareja de hecho, era papel mojado. Si hubiéramos estado casados, yo heredaría una parte. Si hubiera hecho testamento, yo heredaría una parte. Peroooo, no, nada de nada. Algunos pensareis que parezco una egoísta, mi marido ha muerto y yo pensando en herencias. Pero nada más lejos de la realidad. Hay que ser realistas, la vida, aunque dura, sigue, y mis hijos, necesitan todo lo que yo les pueda dar y más. Como teníamos una hija, según la ley, ella es la única heredera de todo. Todo lo que tenía mi marido es para ella. Eso me parece razonable, es lógico. Pero, si pensamos en el futuro, en mi otro hijo, en mi tesoro grande, el pobre sale perdiendo de todas, todas. El piso, ahora es la mitad mío y la mitad de Sara. Cuando yo me muera, Sara tendrá ¾ de piso y Lucas sólo ¼.  Y aunque yo ahora he hecho un testamento, para intentar que la repartición entre mis hijos sea más equitativa, Lucas siempre va a tener menos parte que su hermana. El padre de Lucas lleva años desaparecido, nunca pagó una pensión de alimentos y ni siquiera sabemos dónde vive, así que el día que fallezca, o no nos enteraremos o Lucas heredará sólo deudas, que es lo único que hacía su padre. Jose quería a Lucas como si fuera hijo suyo, aunque a efectos legales, nunca pudo adoptarlo ni tenerlo en acogimiento, pero si hubiésemos hecho testamento,  sé que habría puesto una parte para cada uno de los dos niños.

Ahora viene el segundo gran problema que me he encontrado por no estar casada y ser “solamente” pareja de hecho: La pensión de viudedad. ¡Ay amigos! Resulta que si estás casado, tienes que llevar 1 año casado para cobrar la pensión de viudedad, y si tienes hijos, entonces no hace falta cumplir ese requisito, basta con estar casados desde el día de antes. Da lo mismo el tiempo de convivencia que llevarais, da lo mismo el dinero que cobrase el difunto o el que cobre el superviviente, tienes derecho a la pensión de viudedad. En cambio, si solo eres pareja de hecho….los requisitos se vuelven enormes. Tienes que llevar 2 años inscrito legalmente como pareja de hecho; además, tienes que acreditar 5 años de convivencia ininterrumpida; y además, el cónyuge superviviente tiene que cobrar menos del 50% del total de los ingresos familiares, en caso de tener hijos; menos del 25% si no hay hijos. Vamos, que las cosas se ponen mucho más complicadas. Y en mi caso, se han complicado del todo. Nosotros llevábamos inscritos como pareja de hecho en el ayuntamiento algo más de 3 años, así que ese requisito estaba cubierto. El problema era el tiempo de convivencia anterior. Sí llevábamos más 5 años viviendo juntos, el problema es que Jose se vino a vivir conmigo a la casa donde yo ya vivía con Lucas desde hacía unos años. Por lo que todos los papeles, facturas y demás del otro piso estaban a mi nombre. Él no se empadronó en esa casa, porque estaba apuntado en una lista para unos pisos de protección oficial en Madrid capital, y queríamos que siguiera, por si acaso había suerte y nos tocaba. Vivíamos de alquiler y nos parecía tirar el dinero, así que esperábamos poder comprarnos un piso juntos. Y bueno, que no había constancia de que viviese allí, hasta unos meses después, que empezó a ir al dentista y le hicieron facturas. El caso, es que en el INSS, sólo han podido constatar una convivencia de 4 años y 10 meses….y ¡¡me deniegan la pensión por falta de 2 meses!! Por más que he presentado declaraciones juradas de vecinos y amigos que acreditan que sí vivíamos juntos, por más que he presentado la fecha en la que abrimos juntos una cuenta en el banco, por más que les he recordado que para hacernos pareja de hecho, un requisito era llevar 2 años de convivencia, más los 3 de pareja de hecho ya son 5….( en cada Comunidad Autónoma creo que los requisitos pueden ser distintos). Ellos no quieren admitir esas pruebas. Y ahí no acaba todo. He tenido que presentar declaraciones de la renta, nóminas y de todo, para ver lo que ganábamos. Como el año pasado yo estuve de excedencia unos meses, gané menos que Jose, pero este año, mirando las nóminas, he tenido que hacer una previsión de lo que ganaré al final del año, de ese modo calculan y ven que no gano menos del 50% de las ganancias totales. Vamos, que por un lado y por otro, me han denegado la pensión. Por no estar casados. Por ser pareja de hecho.

No se vayan todavía, aún hay más. Alguien me comentó que podía ser familia numerosa, por tener dos hijos a mí cago. Así que decidí investigarlo, porque ser familia numerosa puede tener alguna ventaja. Y de nuevo, me he topado con un muro insalvable, la tercera en la frente. Si eres viuda, madre de dos hijos, te conceden el título de familia numerosa. Pero, ¡oh sorpresa! Yo no soy viuda. Sólo soy madre soltera, porque al no estar casada, al ser pareja de hecho, mi estado civil no cambia tras la defunción de mi marido, y a una madre soltera, con dos hijos, no le conceden el título de familia numerosa.

Hace unas semanas, cuando Jose falleció, publiqué una carta que le había escrito. Algunas personas, después de leer lo frágil que puede ser la vida, me agradecieron lo que había escrito, pues les hizo darse cuenta de las cosas que tenemos y que a veces no valoramos. Pues bien, esto lo he escrito por el mismo motivo, para ayudar a las personas que se encuentren en la misma situación que estábamos nosotros. Entiendo que hay parejas que no quieren “formalizarse”, quizás pensando que si un día la pareja se rompe, no tendrán tantos problemas legales para separase. Pero las cosas no son tan fáciles, y menos cuando hay hijos. Si una pareja se rompe, si hay pertenencias comunes, habrá que repartirlas y en caso de no llegar a un acuerdo, al final acabará por medio un abogado. Y si hay hijos, hay que asegurarles una pensión de alimentos y un cuidado.

Las leyes son muy claras: “En relación con los hijos comunes: Durante la vigencia de la unión, se presume que ambos compañeros contribuyen al mantenimiento de los hijos comunes; tras la ruptura, los menores nacidos en familias formadas por parejas de hecho tendrán los mismos derechos que los hijos matrimoniales y así podrán reclamarse las correspondientes pensiones de alimentos. Las partes podrán pactar en qué cantidad debe contribuir el compañero que no quede en compañía de los menores, sin que en ningún pueda pactarse la renuncia a este derecho ni compensar el importe que por este concepto pueda corresponder con las deudas que existan entre los miembros de la pareja. Si las partes no logran pactar sobre la cantidad que se debe satisfacer en concepto de alimentos, el progenitor bajo cuya guardia y custodia queden los niños podrá reclamar que la pensión sea fijada por los juzgados. Por otro lado, por lo que respecta a la relación entre los compañeros, el ordenamiento jurídico y más concretamente el Código Civil no contempla la posibilidad de establecer judicialmente, tras la ruptura de la convivencia, una pensión de alimentos a favor de uno de los convivientes. Sin embargo, las propias parejas pueden pactar en documento público o privado el establecimiento de esta pensión de alimentos con efectos mientras dure la convivencia y aún después, su importe, su duración, etc. Así, si se hubiesen pactado, el beneficiario podrá reclamar su pago.”

 

De verdad, si vives en pareja, si tienes hijos, si quieres pararte un momento a pensar en el futuro, si ves que las cosas pueden cambiar en sólo un momento y complicarse realmente, si no te gustaría que tu familia tuviera que sufrir por el dinero en caso de que uno de los dos fallezca, cásate y haz testamento. No pienses en trivialidades del tipo, si la cosa no funciona, o no quiero firmar un papel porque la relación puede cambiar…. Sólo piensa, que un día cualquiera, a la vuelta de la esquina, puede haber un peligro acechando. Todos moriremos algún día, tarde o temprano, y qué mejor que dejar las cosas solucionadas para los que más queremos. Que no os pase como a mí, que ahora me encuentro con un montón de gastos y con un sueldo menos. Sólo he conseguido que a Sara le den una pensión de orfandad de poco más de ¡200€!. Como si con eso mi hija tuviera para vivir. Como si su padre no se hubiese pasado más de 20 años cotizando a la seguridad social, para cobrar una pensión en un futuro, y ahora que ya no la va a cobrar, lo lógico sería que esos años cotizados pudieran disfrutarlos su familia, que vamos a tener que pasar penurias para correr con todos los gastos.

09/06/2014 – EDITADO – Hace sólo unos días, me llamaron del INSS. Parece que están revisando de nuevo el expediente de la pensión de viudedad. Me han solicitado que aporte más documentación de la que ya aporté en su día, como declaraciones de la renta de años anteriores (aunque ya presenté los ingresos de ambos del 2013, que se supone que lo calculan por los ingresos del año anterior al fallecimiento) y la sentencia de divorcio de mi anterior matrimonio. Eso me hace tener un poco de esperanza en que quizás pueda haber una solución, porque de entrada la denegaron por falta de dos meses, por no admitir las declaraciones juradas de testigos. Si ahora quieren revisar nueva documentación, a lo mejor hay un poco de luz al final del tunel.

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