Confieso, no soy una superwoman
Ayer, me di cuenta de esto, de que no puedo con todo yo sola. Me había despertado a las 6 de la mañana, con sólo 5 horas de sueño interrumpidas constantemente (con lo marmota que soy yo). Me puse en frente del ordenador, a trabajar un poco. Más tarde, preparé a la pequeña y todas las cosas que necesitaba para el taller que tenía programado. Encargos para llevar al taller. Un pedido para llevar a la empresa de mensajería… Salgo de casa, cargada cual mula, y programo el gps para llegar a mi destino. Cada dos por tres, se iba la señal y ya no sabía ni por donde estaba. Me entra una llamada importante, que interrumpe la poca señal del gps. Y cuando consigo centrarme, resulta que estoy en la otra punta de la ciudad. 40 minutos desde que salí de casa y no he llegado a mi destino. Me centro de nuevo, ordeno mi cabeza…..¡¡¡y me doy cuenta de que no he cogido los portabebés!!!¿Pero dónde voy yo, a hacer un taller de portabebés sin portabebés? Así que me tocó darme la vuelta y volver a casa a por ellos, con lo que llegué a mi cita muuucho más tarde de lo previsto. Menos mal que las mamis fueron pacientes.
Últimamente mis días no dan de sí. No me da tiempo a hacerlo todo, es normal, vaya, pero me frustra muchas veces. Pensaba que trabajar desde casa me iba a dejar más tiempo libre, pero no es así, trabajo más horas que cuando iba al hospital. Y no me quejo, oye, que lo hago encantada, es mi negocio, paro cuando lo necesito, trabajo con mi hija en brazos, que más se puede pedir….. El problema está cuando no da tiempo a hacer todo lo que debería/querría. Entonces, le quito horas al sueño, para seguir trabajando. Mientras los príncipes duermen, yo escribo en el blog, termino de arreglar la casa, actualizo la página de la tienda, pongo cosas interesantes en el Facebook. La vida 2.0 se lleva un montón de horas.
Más de una vez me he preguntado como lo hacen las madres que trabajan fuera de casa. Como lo hacía yo antes, cuando el príncipe era pequeño y a lo largo de todos estos años. Pero creo que la respuesta es simple. Trabajaba de 8 a 15 y se acabó el trabajo. Luego llegaba a casa, recogía al niño del cole y pasábamos la tarde entre juegos, actividades, compras y demás. Ahora, hago lo mismo, pero con dos niños y el trabajo, me dura las 24 horas del día.
Para colmo, la princesa está altamente demandante. Pensé que era más típico de niños que se separan temporalmente de su madre, por ejemplo, cuando van a la guarde, que al volver a estar con mamá, quieren recuperar el tiempo perdido. Pero ella está todo el día conmigo. Y aun así, no me deja ni un segundo. Se aferra a mí como si le fuera la vida en ello. Llora cuando el hermano se la lleva un rato para jugar con ella mientras yo intento hacer algo; Llora cuando su padre viene a quedarse con ella; ¡Y me tiene las tetas destrozadas! Si, como lo leéis, me está haciendo polvo. Lo único que quiere es mamar, a todas horas, da igual lo que haga, siempre quiere estar mamando. Y por las noches es igual.
Y esa parte, la de las noches, las llevo realmente mal. Ella nunca ha sido una niña que durmiera muchas horas seguidas, y en general, nunca me ha molestado, estaba madurando su sueño. Pero lleva unos días…… Sólo quiere mi pezón como si fuera un chupete y yo así, no consigo pegar ojo, porque me lo deja irritado. Cada vez que intento quitárselo, se despierta y llora. Y yo no duermo casi nada. Anoche, intenté que volviera a dormirse sin la teta, con canciones, abrazos, besos, caricias, acunándola; pero no hubo manera, lloraba, no, más bien, chillaba como si le pasara algo. Y claro que le pasaba, ella quería su teta, y ya está. Pero a las 2.30 de la mañana, sin haber pegado ojo, con el príncipe compartiendo mi cama, de pronto me sorprendí gritándoles. A los dos. A la pequeña porque no me dejaba dormir y al mayor porque no me dejaba espacio. Uf, que mal rato, los dos mirándome con cara de “¿pero que hemos hecho mamá?”. Momento después, cambié los gritos por lágrimas. Y lloré hasta que la peque se quedó dormida y me dormí sentada, con ella en brazos, durante 20 minutos, que fue lo que tardó en volver a despertarse.
¿Y ahora, donde está la solución? Pide ayuda, me diréis. Ya, sería lo mejor y lo más fácil, pero hay un gran problema. O dos grandes problemas, mejor dicho. Uno, el padre de la princesa ya no vive en casa. Y dos, mi propio padre, el que me echaba una mano de vez en cuando, y yo, no nos hablamos desde hace más de un mes. Y no es un enfado pasajero, es uno en toda regla.
La solución a mi bajada de ánimo, a mi estrés de estos días, debería estar por parar un poco el carro y descansar. Pero no sé cómo hacerlo. La tienda es lo que nos da de comer a mis hijos y a mí. Y en estos tiempos que corren, la cosa no es fácil. Por eso, tengo que dedicar tantas horas. Y a las redes sociales también, porque son publicidad. Y porque en el blog he encontrado una manera de expresarme, de desahogarme, de conocer gente maravillosa que me levanta el ánimo. No puedo quitarle horas a esto. Y descansar….claro, yo firmo por eso, pero tampoco es como hacerlo, no sé cómo hacer para que la peque duerma un poco, sólo un poco, mejor. A mis hijos, tampoco los pienso “delegar”, son los que hacen que todo tenga un sentido. ¿De dónde quito algo?
Pues me voy a seguir pensando en la cama. Me voy con la gordita, a que ella duerma y a ver si yo consigo dormir un poco. Y esta noche, cuando ellos descansen, volveré a las tareas e intentaré relajarme un poco, porque, de verdad, no soy una superwoman.