No hay mejor lugar que los brazos de mamá

Entradas etiquetadas como ‘cumpleaños’

¡Feliz cumpleaños hijo mío!

cumpleaños

Hoy es un gran día. Hoy hace 12 años que llegaste a mi vida. 12 años que han pasado tan deprisa, 12 años en los que te he visto crecer y madurar (y lo que nos queda).

Vuelvo la vista atrás, no tanto, y recuerdo la noche de tu nacimiento como si fuera ayer… ¡¡¡y ya han pasado 4380 noches!!! Aquella fue una buena noche. La noche en que mi vida cambiaría para siempre. La noche en que llegaste para abrirme los ojos.

Recuerdo esa tarde, estaba revuelta y con contracciones, sabía que era el día. Dejé pasar las horas, cené, me duché y me fui para el hospital. Allí me dijeron que estaba de parto, pero que al ser primeriza, tardaría varias horas. Que equivocados estaban, en sólo dos horas y media te tenía entre mis brazos. No fue el parto ideal, es cierto, fue un parto dirigido y controlado, pero fue rápido y nada traumático y trajo lo mejor, un pequeño de pelo oscuro y casi 3 kilos de peso. A pesar de ser más joven e inexperta, seguí mi instinto, y te di de mamar hasta los 8 meses y compartimos cama hasta casi los dos años y medio, aunque esa parte fue un poco por obligación y no nos salió nada mal.

Cuando sólo tenías 6 meses, tu padre nos dejó. Tuvimos que vivir con los abuelos durante dos años, y para ti, eso era lo normal. Pero yo necesitaba independencia, y con dos años y medio, nos fuimos los dos a vivir solos. Fue un gran cambio, pero tú te adaptaste muy rápido y me ayudaste mogollón. Mucha gente me decía que yo era una persona muy fuerte por salir adelante yo sola con un hijo. Pero confieso que tú me lo pusiste fácil.

Los primeros años de tu vida estuviste enfermo varias veces. El asma te hizo permanecer ingresado en el hospital en bastantes ocasiones. Me daba tanta pena verte, tan pequeño, en una cama de hospital tan grande, con la mascarilla del oxígeno y sin ganas de nada. Estabas tan delgado, se te marcaban las costillas. Y mírate ahora, grande y fuerte. Y aunque el asma sigue acompañándote en tu día a día, ya es más una molestia crónica que otra cosa. ¡Hijo mío, como has crecido!

Hace unos años, te enfrentaste a una situación dura para ti. Tu padre se fue de España y casi habéis perdido el contacto. Una parte de mí se alegró un poco al conocer la noticia de su partida, puesto que tu padre siempre ha sido bastante problemático y el hecho de que desapareciera, iba a ser beneficioso para ambos. Pero claro, tiene su parte dura y difícil. Y es tu parte de hijo. Te preguntas el motivo, a veces, te pones triste y lloras, le echas de menos y te preguntas si tú tienes alguna culpa de su partida. Hijo, no te tortures, tú no tienes culpa de nada, tu padre te quiere, a su manera y en la distancia, a través de un mail mensual y muchos reproches, pero te quiere. Me duele tanto verte sufrir por esto. Yo siempre te digo que te quiero el doble que las demás madres, te doy el cariño de la madre y el cariño del padre. Pero sé, que en el fondo, te falta algo. Ojalá pudiera ahorrarte este sufrimiento.

Eres tan tierno. Me encanta tu empatía, la capacidad que tienes de ponerte en el lugar del otro. A veces, cuando vemos una peli juntos y pasa algo triste, ya sé que te va afectar, y aunque me gusta tu forma de emocionarte, también me duele verte sufrir. Lloras si ves a un niño sufrir o ante noticias tristes. Qué lástima me da que tengas que aprender lo que es el dolor tan pronto.

Eres el perfecto hermano mayor. Cuando nació tu hermana, acababas de cumplir 10 años. Pasamos una época de reajustes para todos, en los que dejaste de ser el absoluto protagonista de la casa, pero te adaptaste enseguida. Adoras a tu hermana. Y ella a ti. Se me pone una sonrisa enorme en la cara cuando llegas del cole y ella sale corriendo a abrazarte loca de contenta. Cuando se despierta por la mañana y tú quieres ser el primero en llegar y darle un beso. Me encanta eso que tenéis entre los dos. Cómo la cuidas, cómo la haces reír, cómo le das tus cosas para que no llore y cómo te asustas cuando ves alguna locura de la chiquitina, porque no quieres que se haga daño. Sé que son muchos años de diferencia, pero también sé que seréis grandes hermanos.

Ahora, pasamos algunos momentos un poco tensos. Ambos tenemos que adaptarnos a tu nueva situación: la revolución hormonal. De vez en cuando, te sale el mal genio, o tienes una mala contestación y yo reconozco que no sé muy bien cómo manejar la situación. Nos enfadamos con bastante frecuencia, casi siempre por tonterías, pero hay una cosa que me encanta en nuestra relación madre-hijo: Siempre hablamos las cosas, cuando pasa la tormenta, que por suerte, dura poco. Y ambos admitimos nuestros errores y nos pedimos perdón. Y aunque sé que mañana volveremos a enfadarnos por algo, también sé que un rato después nos estaremos dando un montón de besos.

Porque esa es otra cosa que me encanta de ti. Lo cariñoso que eres. Lo mimoso que eres. Cómo te gusta que te abrace y cómo te gusta sentarte en mis piernas, a pesar de que te me “desbordas” por todos lados. Cómo por las noches, estás deseando que salga de dormir a tu hermana para tener nuestro momento para los dos solos, cómo te gusta poner tu cabeza en mi pierna y que te toque el pelo. No cambies nunca, las chicas estarán locas por ti.

Gracias por todo Lucas. Por haberme enseñado tantas cosas en la vida. Por hacerme tan feliz durante 12 años. Por haberme hecho madre.

¡Te quiero!

1 año de Blog

Madre mía, que mal tengo la cabeza. Resulta que ya hace 1 año que ando por aquí, compartiendo un poquito de mi vida y de mi mundo con la gente que me sigue. Y resulta que no me había acordado. Ha tenido que ser el propio WordPress el que me lo recuerde.

Un año de hablar de lactancia, de portabebés, de criar con respeto, de colecho, de contar alguna anécdota, atreverme a poner recetas… Un año de participar en algunos carnavales, de los que, por falta de tiempo, me he tenido que ir bajando del carro. Un año de compartir fotos, de hablar de mis problemas personales y de las alegrías de mi vida. Pero sobre todo, un año en el que he estado acompañada, en el que mucha gente pasó a echar un vistazo y decidió quedarse. Un año en el que he recibido críticas, pero también palabras hermosas que me han llegado al corazón. Y sobre todo, un año en el que he conocido a gente maravillosa.

¡Gracias!

Gracias a todas las personas que a lo largo de este año me habéis acompañado, gracias a todas por estar ahí, porque sin vuestro apoyo y vuestras palabras, seguro que esto no sería posible.

1 año de blog

Feliz cumpleaños

17 de Septiembre. Parece un día más en el calendario. Y lo es, es cierto, pero para mí, hoy el día es un poco más especial. Hace justo 39 añazos que decidí llegar a esta mundo, unas horas antes del cumpleaños de mi madre, es sí que fue un buen regalo de cumpleaños.

En todos estos años, me han pasado cientos, que digo, miles de cosas, unas buenas y otras no tanto. Cosas que forjan nuestro carácter y nuestra forma de ser. Nuestros sueños y expectativas. Y poco a poco, vamos creciendo y viendo el mundo con distintos ojos.

Porque no tiene nada que ver la visión de un niño a la de un adulto. Esa inocencia, que con el paso de los años vamos perdiendo. Entramos rápidos en la adolescencia y de ahí a la edad adulta, hay sólo un paso. Recuerdo como siempre quería ser más mayor, siempre quería tener un año más. Y un día, no sé cuándo, ya no quería eso, al contrario, quería tener un año menos…. Si es que pasan tan rápidos….

Y de pronto te conviertes en madre. Y de nuevo, ves cómo los años corren, pero ya no tanto por ti, sino, por tus hijos, que crecen y cada día te enseñan algo nuevo.  Cuando mi príncipe ya tenía unos años, siempre pensé que sería mi único hijo. Pero no quería conformarme con eso. Sabía que la maternidad me esperaba nuevamente. Fantaseaba con ser madre soltera, me ponía metas, me decía que si en X años no lo había conseguido, me haría una inseminación artificial. Al final, mi fantasía no fue tan descabellada. No, porque mi embarazo no se produjo de modo natural. Y porque ahora vuelvo a estar soltera, ironías de la vida…

Pero, esta maternidad me ha pillado mucho más adulta, mucho más madura. La estoy viviendo de otra manera. Ya lo sabéis. Ya me conocéis. Llevo muchos meses plasmando en estas letras todo lo que llevo dentro, esa maternidad que me ha transformado, me ha metamorfoseado (guiño a Nieves y Vero :-)). He vivido 18 meses intensos al lado de mi princesa, meses de 24 horas juntas, cansados y agotadores, es cierto, pero sobre todo, felices y completos. A veces me he preguntado que habría pasado si pudiera haber hecho lo mismo con el mayor…pero no pudo ser y bueno, creo que ya tampoco importa mucho, además, lo he hecho muy bien.

Él es mi hombrecito, mi punto de apoyo, es mi niño pequeño y mi tabla de salvación. Es cariñoso a rabiar. Es tierno y dulce. Siempre tiene una palabra amable en los labios. Siempre ve la bondad de las personas. Ahora está en época de cambios, claro, para él también pasan los años rápido y está entrando en la adolescencia. En una época difícil que tenemos que torear de vez en cuando. Y aunque discutimos más de lo que me gustaría y de lo que quiero admitir, siempre nos pedimos perdón y nos queremos más todavía. Él ha sido el primero en felicitarme, lleva días planeando mi cumpleaños, está más emocionado que yo. Me ha comprado un regalo con el dinero de su hucha, es la primera vez que lo hace. Yo no quería nada, me conformo con un detalle hecho con sus manos. Pero él quería sorprenderme con algo más, porque ya es mayor…. (Mientras escribo estas líneas, aún no sé lo que es, no le he dejado darme el regalo la noche de antes de mi cumple, le he pedido que aguante un poquito más, pero ya os lo diré).

Y, después de contar lo bien que lo hice con el mayor, espero estar haciéndolo igual de bien con mi pequeña. Esa flor preciosa que cada día me ilumina el alma. Esa personita que me ha hecho multiplicar el amor, saber que es posible querer a dos hijos por igual y de forma incondicional. Ella hoy no sabrá que es un día especial para mí. No importa. Para mí es más que especial sólo porque ella ha llegado a alegrar mis días. A llenarlos de inocencia, de descubrimientos, de nuevas palabras que surgen de su boca cada día, de besos lanzados al aire y estampados en mi cara. De abrazos a media noche y de su cabeza reposando en mi pecho. De esos suspiros de felicidad que deja escapar cuando ve su teta. De esas caricias suaves mientras mama relajada, tranquila y feliz.

Gracias hijos míos. Hoy quiero que sepáis que sois el mejor regalo que una madre pueda desear. No hay nada que compre estos momentos. Felicidades, mis tesoros, por ser tan especiales. Os quiero.

cumpleaños

Hace 1 año

Hoy hace 1 año, a estas horas, estaba segura que conocería a mi princesa. Había pasado mala noche, despertándome con contracciones. Durante la mañana, cada vez iba teniendo más contracciones, pero estaba muy tranquila y esperaba a que fueran regulares. Iba a empezar a hacer la comida, cuando de pronto, las contracciones empezaron a ser bastante seguidas, así que pensé que iba a ser hora de irse al hospital….pero con calma. Mi padre vino a recoger al príncipe y yo me duché tranquilamente.

Entre contracción y contracción, me comí un sándwich, porque tenía hambre, y no sabía cuándo iba a poder volver a comer. Mi hermana se reía y me decía que seguro que no estaba de parto, porque estaba muy tranquila y comiendo, pero leñe, ¡se puede masticar y doblarse del dolor a la vez!

Y salimos para el hospital. Cada vez más contracciones, cada vez más dolorosas, había dejado de controlar el tiempo. Cuando llegamos, eran las 3 de la tarde y había mucha gente para dar los datos. ¡¡Y yo me doblaba por la mitad!! Puse una pierna encima de una silla, parecía que así el dolor era más soportable. Después de un buen rato esperando a que me atendieran, por fin llegamos a obstetricia. La matrona me hizo un tacto y había dilatado 5 cm.

Pasamos a la sala de dilatación. Fuera ropa, y vamos a hacer un monitor. Y las contracciones que se salían de la hoja de registro. Mandaron a mi marido a hacer el ingreso y me dejaron sola.

Y así, sola como estaba, noté como se me rompía la bolsa. En ese momento pensé en una botella de champan, noté como algo salía a presión y de pronto, un líquido tibio bañando mis piernas. Y no sólo eso. Me entraron unas ganas tremendas de empujar.

Me puse un poco nerviosa, porque pensé que iba a parir allí sola. No encontraba el timbre para llamar y al final, me puse a llamar llamé a voces. Entró alguien, no recuerdo quien, le conté que estaba naciendo la niña y me miró con cara de “anda ya, si hace 10 minutos estabas con 5 cm de dilatación”. Pero miró. Levantó la sábana y me dijo que iba a parir allí mismo, en la cama y se fue corriendo. Un momento después, vino la matrona, y me dijo:» la mala noticia es que duele, la buena, es que va a ser muy rápido».
Y así llegó al mundo Sara. Su padre, casi se pierde el momento. Llegó justo cuando estaba saliendo la cabeza. Se le quedó una cara de sorpresa cuando abrió la puerta y vio a la matrona agachada entre mis piernas……

Me encantó mi parto. Dolía, claro que dolía, pero fue todo tan natural, tan respetado, sin intervencionismos, sin anestesia, sin oxitocina, sin episiotomía, y sin las luces frías y la camilla del paritorio. Allí, en la cama, Sara se abrió paso al mundo. Y casi sin esfuerzo. La matrona me dijo que no hiciera nada, que dejara que Sara saliera sola. Fue increíble notar su cabeza saliendo de mí. Aunque mi cuerpo me pedía empujar y así, la ayudé a terminar de salir. Eran las 4.10 de la tarde. Nos apodaron “las rapidillas”.

De pronto, tenía a la cosa más preciosa encima de mi pecho, abrió la boca, se agarró a mi pezón y me miró a los ojos.

Así, nuestro amor, que ya era enorme, terminó de consolidarse. Y desde entonces, no he dejado de estar enamorada ni un solo día.

Hoy hace 1 año que mi corazón rebosa alegría.

Felicidades princesa. Te quiero muchísimo.